Pocas luces

No deja de ser inquietante el hecho de que se tuviera que cortar el suministro eléctrico el lunes de doscientos grandes consumidores acogidos a tarifa interrumpible, en un momento en que todavía las temperaturas no habían alcanzado su record invernal negativo (no se han encendido ni las guirnaldas navideñas). La explicación oficial que se ha trasladado a los medios es triple: primero, la intersección de las “bajas temperaturas”, con la indisponibilidad elevada de un número de instalaciones de generación, incluidos dos grupos nucleares; la ausencia de viento; y la imposibilidad de que entrasen en funcionamiento varias centrales. Todo ello situaciones que, expresadas así, trasladan el problema hacia dos extremos equidistantes a la generación y a la demanda de energía, como pueden ustedes comprobar. Hay un intermediario que consiguió que se evitase una importante desgracia, Red Eléctrica de España, que ha sido quien ha difundido lo ocurrido y ha aplicado el protocolo de interrumpibilidad de manera impecable.

De hecho, el Secretario General de Energía, en las declaraciones que realizó a la Agencia Efe, trasladó un importante grado de enfado y nerviosismo al respecto, con frases de trazo grueso. Seguramente vio muy de cerca el lunes una situación crítica en el sistema energético de nuestro país, en la que seguramente sería difícil salir dando explicaciones de un apagón, máxime tras lo ocurrido en este verano, cuando logró zafarse de la presión mediática y de la luz del apagón de Barcelona. Son inquietantes sus declaraciones que revelan la cierta posibilidad cercana de ‘caida del sistema’ y sus expresiones consecuentes de dureza (‘es inaceptable’) ponen el acento en la gravedad del riesgo registrado. Mientras Luis Atienza, Presidente de Red Eléctrica de España, más versado en estas lides, parece que le ha querido quitar hierro y asegurar que es ‘improbable’ que suceda.

Lo que es evidente es que hay que estudiar tanto el comportamiento de las centrales, como la gestión de las indisponibilidades y paradas técnicas que se han tenido que realizar, además de conocer hasta el fondo la realidad de una situación de estas características, sus causas y consecuencias últimas. Desde las estimaciones de demanda a las previsiones de operación, previsiones y órdenes dadas, para valorar los posibles puntos críticos y sus responsabilidades cercanas y remotas para identificar lo que no ha funcionado correctamente, se ha confiado alguien o se ha rutinizado alguna actividad.

La Comisión Nacional de Energía tendrá una nueva patata caliente en que ha estado en riesgo la seguridad de suministro, tras el verano del apagón. También en esta ocasión Red Eléctrica de España tiene un papel central como operador de sistema y gestor de la red. Por tanto, ni siquiera la fórmula de expresar el problema: hay un problema de pico de demanda que, con un problema asociado de indisponibilidad de centrales de generación, debe condicionar la investigación de todos los posibles relacionados con este ‘apagón empresarial’.

Y luego, queda la gestión de la tranquilidad de los usuarios y del suministro. No hemos llegado a los momentos más crudos del crudo invierno. El sistema ha estado a punto de ‘caerse’ (el propio Secretario General de Energía, Ignasi Nieto, dixit).

Moraleja: Este tipo de apagones no tienen las benignas comodidades y el atrezo del simulacro. Investiguen todos los puntos críticos y a fondo. ¿Estamos seguros de verdad?

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