¿Partía o doblá?

Uno de los “objetos imposibles” de nuestra política interna es Magdalena Álvarez («antes partía que doblá») que hace unos días volvió por sus fueros a la hora de “dar explicaciones” (por llamarlo de alguna manera) al caos producido durante las fuertes nevadas de principios de mes en Madrid. Hay que tener claro que Maleni es símbolo de garantía de espectáculo, en primer lugar, de una respuesta desabrida, desairada y desafiante (la arrogancia del que sabe que tiene un salvoconducto que la tiene instalada en un Ministerio clave). También es cierto que es un personaje que a los medios siempre ofrece una parte divertida, aunque sólo sea por lo inexplicable de que podamos asistir a “explicaciones” de este tipo en un representante del Gobierno, con todo lo que tendría que significar en términos de respetabilidad y pudor para una institución del Estado como es el Ejecutivo.

Un día más tarde y con mucho menos gracejo, Maite Costa intervino en el Forum Nueva Economía para hablar de la crisis económica y la energía, una especie de prolongación de la sesión que tuvo lugar recientemente en la CNE en la que intervinieron Guillermo de la Dehesa y Emilio Ontiveros. Fiel a sus costumbres, también Maite Costa no dio lugar a la sorpresa, con una conferencia con argumentos muy académicos, leídos y desgranados con poca matización vocal. Las fotos del efecto plúmbeo de la conferencia del diario gratuito Negocios son impagables (a Maite Costa su tono de voz no le acompaña). En su intervención, se combinaron los elementos básicos que configuran su papel en el sector energético actual: su condición de exparlamentaria, de académica, su desubicación temporal procedente del momento en que el PSC “ocupaba” todos los puestos en la administración energética española (Ministerio de Industria, Secretaria General de Energía y CNE) para intentar “influir en Madrid” en los momentos de la reorganización corporativa energética.

Generalmente, estos desayunos se perfilan con un objetivo de comunicación para el interviniente. Suelen provocar con ello expectación y sus declaraciones, si están bien pensadas, argumento informativo para los medios de comunicación en los dos o tres días siguientes y en alguno de los análisis de fondo. Si hacemos esa prueba del nueve a la intervención de Maite Costa, nos encontramos con muy poca. ¿Y por qué? Porque la presidenta de la CNE en cualquier tema de carácter más o menos actual, relevante en el sector energético o más o menos generador de debate, fue tan cauta que se escapaba a las preguntas, hacía formulaciones completamente reversibles, huía como del agua escaldada de cualquier tema polémico, como por ejemplo la energía nuclear. O hacía declaraciones genéricas en torno a la resolución del déficit tarifario. A la pregunta de si el Estado debe avalar como deuda pública la titulización de esta deuda con las empresas, se mostraba a favor tímidamente (con los resultados de las subastas realizadas por la CNE como para no estarlo, siendo parte del problema y ejerciendo a la vez de agitación de la deuda pendiente de liquidación)… Sólo respondió que a esto se debe buscar una solución a tres bandas “Administración, empresas y consumidores”. De manual de retórica política, pero no de regulador. Fíjense en el papel del actual presidente de la CMT o de la CNC y la visión y conocimiento que trasladan hacia la sociedad de su papel.

Maite Costa «esponsorizada» por Luis Atienza

En lo único en lo que se acercó a decir algo era en la obviedad de que la compra del 25% de Endesa por Enel no tendría que ser revisada nuevamente por la CNE o no tenía riesgos a las seguridad de suministro (el ejercicio de la función 14 rediviva tan emocionante siempre). Era una cuestión que el organismo ya había estudiado y analizado en su momento e incluso había anticipado que su desenlace sería éste, a través del propio Informe que emitió la CNE.

En torno a la renovación del organismo, afirmó que ella sabía tanto como el resto de los ciudadanos, además de decir que está cómoda con este Consejo de Administración. Lo cual seguramente es verdad, a la vez que es paradójico y lo cual señala con todas las letras la desvinculación de Costa con el actual Ministerio de Industria. No tanto, con Luis Atienza, presidente de una empresa privada (y regulada), que esponsorizó el acto, por cierto.

Evidentemente, el objetivo de este desayuno para la presidenta de la Comisión Nacional de Energía actual, Maite Costa, era recordarnos que ella está ahí, pasar de la opacidad de una agenda en el sector energético desfavorable (sólo interrumpida por la acción investigadora febril y federal de la CNE concentrada en las energías renovables, anunciada a bombo y platillo y sin evidencias sólidas y resultados) en un momento en que el torrente en el que puede desembocar la reorganización / refundación del organismo no nos permite ver el alcance final de la misma, máxime cuando se está poniendo al descubierto el desprestigio completo del organismo ganado a pulso en los asuntos gestionados en este período.

Hubiera faltado al menos un trabalenguas como el que hizo sobre las predicciones el día anterior Magdalena Alvarez. Para los demás, para los asistentes, no hubo sorpresas, pero el objetivo de comunicación era totalmente prescindible. A la vista está.

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