Escapismo, chascarrillos y aguardiente…

La presidenta de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), Maite Costa, dio ayer un recital de escapismo, propio del gran ilusionista y mago Houdini. A las muchas preguntas que se le realizaron en el debate posterior a su ponencia, Costa respondió con ambigüedades, es decir, a su manera.

La ponencia, algo floja en su contenido, no aportó muchas novedades al respetable, cansado ya de escuchar que estamos ante una crisis que aumentará el endeudamiento del sector, que hay que avanzar en medidas de eficiencia y ahorro energético como una de las soluciones a este panorama, o que las energías renovables pueden ofrecer nuevas oportunidades a la política energética de la Unión Europea. En fin, nada nuevo bajo el sol. Vamos, que aquello recordaba al que mucho habla, sin decir nada y deja las puertas abiertas de par en par para no pillarse los dedos.

Ante la que está cayendo en el sector, y la que se avecina en el propio órgano regulador (recordemos que tiene una renovación completa prevista para el próximo mes de abril), Costa se mostró tranquila, toreando todas aquellas cuestiones incómodas y que la podían comprometer. Claro, que si su puesto está en el aire, estará pensando que para qué meterse en más charcos antes del definitivo adiós.

El caso es que ante el interés de la audiencia en saber su opinión de la moratoria nuclear, la presidenta de la CNE quiso pasar de puntillas sobre el asunto y manifestó que ese asunto «no se puede plantear más allá del debate» y aunque, pareció que se iba a postular a favor de eliminarla (puso como ejemplo el caso de Italia), concluyó que ella sólo puede seguir “los mandatos del legislador”.

Preguntada sobre su parecer ante la posibilidad de que ACS realice una petición para ejercer sus derechos políticos en Iberdrola, Costa eludió la cuestión y ante esta hipótesis manifestó que «no puedo adelantar ni siquiera mi opinión», mientras que a la pregunta sobre cuál sería su mix energético ideal, dijo que «no es una pregunta conveniente».

Sobre la espinosa renovación de los consejeros cuyo cargo ya venció hace bastantes meses y, por ende, su posible salida del organismo, así como el lavado de cara del organismo, Maite Costa aseguró sentirse «muy a gusto con el actual consejo» y echó balones fuera al asegurar que esa cuestión «no es a mí a quien debe preocuparme». ¿Será que ya tiene asegurado el próximo asiento, si sale definitivamente de la CNE?

Incluso abogó porque hubiera más mujeres dentro del consejo, puesto que en la actualidad sólo hay dos, Carmen Fernández Rozado y ella y espetó que “las mujeres debemos estar en órganos de máxima responsabilidad».

En cuanto a los chascarrillos, Luis Atienza, presidente de REE, fue el elegido por el Forum Europeo del Foro de Nueva Economía para presentar a la presidenta Costa e ironizó sobre la paradoja de que un presidente de una empresa regulada diera paso a la presidenta del órgano regulador. Incluso se permitió hacerle la rosca al asegurar que “tanto la CNE, como su presidenta tienen una tarea apasionante” para defender los intereses de los consumidores y encargarse de dar la estabilidad regulatoria necesaria al sector energético. Al mismo tiempo, aseguró que Maite Costa “reúne muchas cualidades” para desarrollar su responsabilidad ante esta “situación tan endémica en la que nos encontramos”.

Entre el público se pudo ver a Carmen Martínez Ten, presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear; Álvaro Mazarrasa, director general de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos; Rodolfo Martín Villa, presidente honorífico de Endesa; Salvador Gabarró, presidente de Gas Natural, así como diferentes representantes políticos y de asociaciones de consumidores.

Aquello parecía puramente una zarzuela, algo así como Agua, azucarillos y aguardiente , pero en la época actual. Imagínense a los aguadores y aguadoras, a las cigarreras, a los chulapos y chulapas, los barquilleros, las castañeras, el olor a churros calientes y la limonada, mientras las niñas juegan al corro de la patata y sus niñeras coquetean con los soldados. Pues algo parecido al Madrid castizo del chotis, el pasodoble y el organillo se ha convertido nuestro sector energético. Échenle imaginación y elijan al actor o actriz que va a representar cada papel en la obra. Puede resultar muy divertido.

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