Los precios eléctricos, otra vez

Eso ha provocado, casi como un resorte preparado, una secuencia más o menos previsible de declaraciones por parte de la propia organización tratando de estirar el alcance de la subida para «venderlo» en lenguaje de comunicación, como un aumento de los precios ambiguamente «sostenido» en el tiempo, es decir, que parezca más o menos calculado que esta subida de precios va más allá del mes de enero o del propio efecto de la climatología en que la reducción de la generación eólica por motivos meteorológicos ha devenido en unos precios de mercado algo más elevados, aunque en línea con los europeos.

En consecuencia, siguiendo esta argumentación, este dato de enero sería un fracaso de la política tarifaria del Gobierno y legitimaría la intervención completa del sector en palabras propias de los representantes habituales de la asociación. Ni una palabra de los costes regulados, verdadera causa de los diferenciales con Europa, y tampoco ninguna alusión a los meses dónde ha habido descensos y, por tanto, al silencio mensual precedente.

Por su parte, el Ministro de Industria, José Manuel Soria, trató de restar importancia al dato y ha recordado que, con este sistema, unos meses es posible que la factura suba y otros que la misma baje y que lo importante es el cómputo en un período anual a efectos de lo que supone para un consumidor en sus presupuestos familiares.

El ministro, experto en escoger todas las temáticas peliagudas, ha tratado de contrarrestar el oportunismo de esta información puntual, sin negar estos datos. En todo caso, para el Gobierno, que tendría la tentación de declarar a 2015 como el año de los precios de la energía baratos en España, esta noticia intermensual, evidentemente le incomoda y más viviendo en los tiempos instantáneos de la república independiente de Twitter, con varios procesos electorales a la vista.

En todo caso, el sistema de precios ideado por Industria como ya hemos anticipado, tiene como ventaja la sujeción a unas reglas de mercado y, como inconveniente su tendencia a la politización continuada en una sociedad hipersensibilizada y con poca sofisticación para comprender estos mecanismos de precios.

Así, cada mes en que se produzca un incremento de los precios de la electricidad, se podría prever un titular con más o menos aparato propagandístico, con porcentaje de crecimiento y luego todas las sucesivas extralimitaciones intervencionistas a las que estamos acostumbrados, hasta las teorías conspirativas y retroprogresivas. Y, los meses en los que se produzcan bajadas podríamos anticipar el más atronador de los silencios, con la estrategia de estar agazapados, con la salvaguarda de que en opinión pública, las bajadas no computan para este objetivo. Y, ese ejercicio de cinismo puede ser perfectamente compatible y posible.

Probablemente, en todo caso, en referencia al sistema de precios eléctricos implantado, hubiera sido mucho más práctico abordar la liberalización completa de las tarifas, de forma que las propias ofertas de precios y la competencia evitasen este continuo sobresalto y, lo que es peor, la interpretación vitriólica con afán intervencionista y estatalista de la evolución de los precios de la electricidad, a la que, como en cualquier suministro, por otra parte, hay que acostumbrarse. En esas estamos.

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