La India espera lograr el apoyo de Brasil para desbloquear asuntos como la cooperación nuclear

La India despide al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con la confianza en que la sintonía de ambas naciones en el concierto internacional ayude a desbloquear asuntos como la cooperación nuclear y a desarrollar un comercio bilateral significativo.

Uno de los principales intereses de la India en Brasil es lograr su apoyo para el programa nuclear civil que quiere desarrollar para cubrir las necesidades energéticas de su crecimiento económico.

La India está intentado recabar toda la asistencia posible de países del Grupo de Suministradores atómicos, entre ellos Brasil, tras el primer pacto firmado con EEUU, en marzo de 2006, después de 30 años de «aislamiento nuclear» casi total.

Ese acuerdo, que la India espera le abra la puerta grande del mercado de tecnología y combustible nucleares, sigue pendiente de detalles técnicos que las partes no han logrado solventar tampoco en las negociaciones mantenidas en Nueva Delhi.

En declaraciones a un grupo de periodistas brasileños, el ministro de Exteriores de Brasil, Celso Amorim, negó que la cooperación de su país con la India dependa de que cierre o no su acuerdo con EEUU. «Depende -aseguró- de que lo que hagamos entre nosotros esté bajo salvaguarda del OIEA«, el Organismo Internacional de la Energía Atómica.

Una delegación de la comisión atómica brasileña viajará «en breve» a Nueva Delhi para explorar vías de cooperación «en campos estrictamente civiles y pacíficos», subrayó Amorim, quien dijo que Brasil «favorece» que la India, que posee armamento atómico, «participe del esfuerzo de no proliferación».

Un país que, como la India, se propone seguir creciendo a un ritmo del 9 por ciento anual durante el próximo lustro halla en Brasil varias fuentes donde calmar su sed energética: sus grandes reservas de uranio y de minerales y el «biofuel» producido a partir del azúcar en el que la nación suramericana es puntera.

Pero la buena relación política entre Brasil y la India, horneada al calor de su sintonía internacional, aún tiene que traducirse en una colaboración bilateral significativa, no sólo en el campo energético. Los intercambios en 2006 apenas llegaron a los 2.500 millones de dólares, cinco veces la cifra de 2000, pero una cuarta parte del objetivo declarado de los dos Gobiernos para 2010.

Lula ha apostado durante esta visita a que esa es una meta no sólo «perfectamente posible» sino superable, aunque su cumplimiento depende del atractivo que le hayan encontrado a la India el centenar de empresarios que lo acompañan. Y, de hecho, las autoridades indias le han recordado que, para facilitar los intercambios, sería necesario que Brasil ratifique el acuerdo preferencial que la India suscribió con el Mercosur hace más de dos años.

Amorim, tras recordar que el proceso de ratificación en Brasil «toma más tiempo» por tratarse de un sistema presidencial, aseguró que su Gobierno está «trabajando para que (el acuerdo) sea aprobado rápidamente». Y adelantó el propósito brasileño de ampliarlo en una segunda fase, «quizá con algunas excepciones de productos sensibles».

Tras una intensa jornada de consultas políticas y económicas, Lula dedicó su último día de visita a India a entrevistarse con la presidenta del gobernante Partido del Congreso, Sonia Gandhi, además de recibir a dos directivos de grandes empresas indias y verse con la diáspora brasileña en la India.

Pero el día amaneció empañado con noticias del registro policial en casa de su hermano mayor en Sao Paulo dentro de las investigaciones por un caso de corrupción, sobre las que tuvo que contestar a la prensa que lo sigue cuando acudía a una visita a la casa del «padre de la nación» india, el Mahatma Gandhi.

Amorim insistió en poner el acento en los avances y el «potencial» de la relación «estratégica» entre la India en Brasil y las muchas «afinidades» que los unen y que quedarán de manifiesto cuando sus dos líderes vuelvan a verse dentro de unos días en Alemania, donde están invitados a la cumbre del G-8.

Según el ministro, el hecho de que los ocho «grandes» hayan invitado a las cinco naciones emergentes a su cumbre ya refleja que han entendido que éstas «son fundamentales para sus propósitos».

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