La Hora del Planeta oscurece el mundo desde Samoa hasta las islas Cook pero también encuentra detractores

Servimedia / Europa Press.- El evento mundial de acción colectiva contra el cambio climático, La Hora del Planeta, que se celebró este sábado en todo el mundo, «distrae de los problemas reales y de las soluciones» al calentamiento global, según el director del Centro del Consenso de Copenhague (Dinamarca), Bjorn Lomborg. Lo cierto es que la décima edición arrancó en Samoa y durante 24 horas fue oscureciendo el mundo hasta llegar a las islas Cook porque 178 países y territorios se sumaron a esta iniciativa de WWF.

Con el lema Ahora es el momento. Cambia por el clima, la Hora del Planeta alerta sobre la urgencia de luchar contra el calentamiento global y de hacer realidad el Acuerdo de París, firmado el pasado diciembre para evitar que la temperatura del globo sea 2ºC superior a los niveles de la era preindustrial. Por ello, el principal objetivo que se marcó WWF para la edición de este año era promover acciones climáticas que aseguren un futuro con energías renovables.

Como novedad en España, WWF pidió a los casi 400 ayuntamientos que se sumaron a la Hora del Planeta (un 50% más que en 2015) que aprueben medidas concretas para luchar contra el cambio climático, como la aprobación de una moción que recoja los compromisos de reducción de emisiones y de eficiencia energética de las ciudades. Otras propuestas para los municipios son la incorporación de criterios de eficiencia energética en la compra de equipos y servicios, la utilización de iluminación de bajo consumo, la creación de carriles bici y el fomento del transporte público para reducir emisiones, ruido y contaminación.

Este año, WWF batió su propio récord de participación en la Hora del Planeta, con un total de 178 países y territorios de todos los continentes, miles de ciudades y cientos de monumentos emblemáticos apagados, incluyendo la Torre Eiffel (París), el Empire State Building (Nueva York), el Taipéi 101 (Taiwán), la ópera de Sídney, la Basílica de San Pedro en el Vaticano, catedrales de todo el mundo o el Coliseo. En España se apagaron monumentos muy emblemáticos como símbolo de lucha contra el cambio climático, entre ellos la Alhambra de Granada, la Catedral de Palma de Mallorca, la Basílica de San Isidoro de León, la Sagrada Familia de Barcelona y el Palacio Real de Madrid.

Asimismo, WWF destacó la participación de municipios «muy pequeños» que por primera vez se sumaron a La Hora del Planeta, como muchos de la provincia de Lérida. También participaron «prácticamente todas» las capitales de provincia. «Aunque estamos experimentando ya los efectos del cambio climático, también estamos asistiendo a un nuevo impulso en la acción climática que trasciende fronteras y generaciones. Desde nuestros hogares, trabajos y municipios estamos exigiendo de forma conjunta la acción climática para salvar al planeta», reclamó el secretario general de WWF España, Juan Carlos del Olmo, que recordó que desde su organización también recomiendan medidas en todos los sectores para que se implementen durante todo el año.

Distrae de los problemas reales

Por su parte, el citado Lomborg, que también es profesor adjunto en el Copenhague Business School, considera que La hora del planeta hace «poco» por el clima y distrae de los problemas reales y de sus soluciones. «El calentamiento global es un problema real, pero la Hora del Planeta no es la respuesta», ha denunciado porque, en su opinión, las reducciones netas de emisiones son cercanas a cero. En contraposición señaló que «si se encienden muchas velas, en realidad se incrementarán las emisiones de CO2».

Además, cree que aún es más importante que la celebración de la oscuridad «envía el mensaje incorrecto» ya que mientras más de 1.000 millones de personas a nivel mundial hacen el símbolo de prescindir de una electricidad no esencial durante una hora en todo el año, otros 1.300 millones de personas de los países en desarrollo seguirán viviendo sin electricidad «como hacen el resto de las otras noches del año».

A juicio de Lomborg, una electricidad y una plenitud energética asumibles son la savia de la civilización moderna y de su prosperidad. Sin embargo, en vez de apagar las luces de cada persona, la población mundial debería centrarse en encontrar brillantes soluciones que permitan a aquellos que viven en la oscuridad permanente mejorar sus vidas sustancialmente a través de un buen acceso a la energía.

«Recortar las emisiones en el corto plazo no es una asignatura fácil. Hoy, la energía verde es aún demasiado costosa para ser una solución viable. Eso es lo que necesitamos para incrementar las inversiones globales y la investigación verde y el desarrollo. Esto generará los logros que serán necesarios en la energía durante la segunda mitad de este siglo, con menor coste y con energías limpias«, ha concluido el profesor.

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