La energía y el estado de la nación

Las sesiones de esta última edición del Debate sobre el Estado de la Nación han confirmado que la energía, tras las múltiples y recientes decisiones y posiciones de unos y de otros, en estos tres años, pasa desapercibida en un debate centrado en otras cuestiones. Analizados los discursos del Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y del lider de la oposición, Mariano Rajoy, los resultados son esclarecedores: ni una sola vez lo mencionó el presidente, y el líder de la oposición hizo dos referencias: una para atribuirse la ‘responsabilidad’ de haber parado al Gobierno en la subida de tarifas y otra para preguntar por los avances en materia de energía.

Probablemente, los dos tenían más cosas de decir, pero, probablemente también, pocas de las que polemizar en un debate preámbulo de la campaña electoral. De hecho, en el ultimo período de sesiones los únicos acuerdos entre Gobierno y oposición se han dado en el ámbito de la energía para aprobar la Ley de Reforma del Sector Eléctrico, transponer de manera parcial y arbitraria las directivas europeas pendientes, dificultar el acceso a las redes, desandar parte del camino en materia de liberalización por esta vía (iniciado por el propio Partido Popular) y configurar un monopolio de hecho en transporte a favor de Red Eléctrica de España.

Por tanto, era difícil esperar una confrontación en materia energética y como cuestión de fondo en aspectos gestores, que preocupan a los ciudadanos, sectores económicos, empresas, etc… Sobre todo porque hay problemas y cuestiones que tratar que son estratégicos: qué modelo de mercado eléctrico, cuál es el desarrollo de la capacidad de generación, sus tecnologías y de la demanda de consumidores y empresas, cómo puede evolucionar la tarifa eléctrica, cómo se va a tratar el problema creciente del déficit tarifario,cuál es el papel de las energías renovables (y por qué de los mensajes contradictorios en este ámbito), cuál es el papel de las redes eléctricas (y su responsabilidad en los precios de la energía, en los problemas de suministro y de evacuación de energía en ciertas zonas), qué papel están teniendo los órganos reguladores en todo el proceso de reordenación corporativa de este sector. Evidentemente, son cuestiones cuyo tratamiento político deja mucho que desear y cuyos efectos para personas, ciudadanos, empresas e instituciones son indudables. Y, así con todo.

En el mismo sentido, era hasta paradójico que desde el domingo los medios de comunicación anunciaran lo que eran los discursos de los dos líderes. Y que nos asaltase esa sensación de ‘deja vu’ al verlos pronunciar esas estridencias anunciadas y administradas por sus jefes de gabinete y ayudas de cámara. La consecuencia es clara, Zapatero ha hecho un discurso (como dice Enric Juliana), propio de Palacio de Vistalagre (curioso ver como a lo largo de la primera sesión, el presidente perdió paulatinamente su energía) y Rajoy ha sucumbido a la táctica política ideologizadora para no hablar de gestión, el punto verdaderamente débil de este Ejecutivo y con lo que los dos están fuertemente incomodos.

Por tanto, y más allá de las cuestiones de índole energético, los dos líderes, sometidos a un discurso de pura coyuntura política preelectoral, han hecho buena la frase de Paul Valery, ‘la política es el arte de que la gente se interese por lo que no le preocupa”. O al oportunismo de la reproducción asistida por el presupuesto.

¿Vendrán tiempos mejores?

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