Entre la ‘omertá’ y el privilegio de la información privilegiada

Cuentan los conocedores y conspiradores del 23-F, que varios de los ‘autores intelectuales’ del intento de golpe de estado de 1981, se cruzaban mensajes crípticos en los periódicos en artículos de opinión los días anteriores a que tuviera lugar la intentona golpista. El hecho es que llevamos unos días con insinuaciones a diestro y siniestro a favor de la “solución española”, en el asunto de la OPA de E.ON a Endesa. Incluso las declaraciones del Ministro en su última entrevista en Cinco Días, contenían varios mensajes ambiguos y hoy interpretables a la luz de los hechos. Es evidente que al menos el propio Bernotat si perciba como un duro golpe estas maniobras.

La verdad es que ya era agobiante el ambiente de silencio que rodeaba todo lo relacionado con la OPA a Endesa. Evidentemente que era un silencio de Sergio Leone y no un silencio de Werner Herzog, por lo visto. Y parece que nuestro gabinete de adivinación tenía razón en afirmar que el baile seguía por debajo y que se estaban muñendo pactos y alianzas, en un terreno de ‘omertá’ y de maquinaciones, sin que nos puedan asustar estos términos de calibre grueso, pero al fin y al cabo sólo descriptivos y que atienden perfectamente a la semántica.

Ayer mismo por la mañana, el propio Ministro Joan Clos decía en la Cadena Ser que la intención del gobierno era dejar que los accionistas decidieran en libertad. Del mismo modo preveía que habría un pacto que posibilitaría una ‘solución española’. Quizá una afirmación un poco ‘obscena’, horas antes de que se desvelara la adquisición del 9,9% de Endesa por parte de Enel. Lo que si parece es que el gobierno preparó esta solución hace dos semanas y, ayer, casi era vox populi en Madrid.

Al primer argumento podemos decir que los accionistas pueden decidir en libertad, si es que los compradores siguen interesados en comprar, por ejemplo, y no retiran su OPA. También pueden decidir si no hay información privilegiada desde que empezó el montaje en Ibiza e, incluso, dado que se ha trabajado activamente a favor de una posición concreta, si pueden conocer todos los intereses: económicos, empresariales y políticos en juego y hasta que punto está dispuesto cada uno del los protagonistas a llevarlos hasta el final. Lo que si es evidente es que todos hemos perdido un poco la inocencia y esperamos otra vuelta de tuerca, otro conejo de la chistera en toda esta situación.

Sin que esta turbina se alinee por unos o por otros, el segundo argumento, el de la españolidad para evitar la invasión ‘teutona’ o de una empresa con participación estatal, supone tomar partido frente a un oferente que debe resignarse a no ser del agrado de las instituciones. Abandonado el argumento del españolismo(en todo caso, latineidad) para justificar una situación de estas características, concluimos que, la solución tampoco es tan española, ¿no?. Sólo que a nivel internacional y a largo plazo, podremos valorar cómo todo este largo y azaroso ‘affair ‘afecta a la credibilidad de nuestra economía y a nuestra forma de mezclar negocios y política.

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