El Gobierno vuelve a la carga contra las eólicas y quiere saltarse a la Comisión Nacional de la Energía en el decreto de renovables

La semana pasada, una vez terminado el debate en el Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía, volvía a aparecer una noticia en Cinco Días en que se afirmaba que el gobierno se apoyaría en informes técnicos y jurídicos para regular el marco jurídico y económico de las renovables. Todo lo que sea necesario para evitar un dictamen que no le conviene. ¿Necesita la Secretaría General de Energía más informes técnicos y jurídicos que los propios que elaboran los servicios de la Comisión? ¿Cómo va a justificar la desviación del criterio que le marca el regulador?

Ya Energíadiario, informó hace una semana que el Secretario General de Energía Ignasi Nieto, había declarado en su comparecencia ante los consejeros de la Comisión que el decreto que sustituya al 436 sería retroactivo, con independencia de lo que dijera el organismo regulador. En ese momento, el anterior director de regulación de la CNE ya se olía que no iba bien su propuesta que hasta el momento sólo ha concitado críticas. Su visita coincidió con la segunda sesión que el consejo dedicaba a este tema, y si le contó algo su anterior jefa no podía ser nada bueno. Con lo cual, decidió avisarles de en qué estima tenía su departamento al órgano regulador y también, de paso, en qué estima tenía a los mercados, dado que preveía que, con independencia del marco retributivo la inversión en generación por renovables permanecería invariable.

Desde que el anterior ministro José Montilla esa declaración-bomba de que ‘las eólicas se forraban’, la guerra sin cuartel por hacer política de rentas con estas empresas no ha parado. Alguien debería poner coto a este desmán que ha provocado que podamos tener el sector eólico más importante del mundo. Alguien tendría que ocuparse de modificar algo que si estaba dando resultados positivos en generación por renovables. Y, por cierto, que la eólica fuese en realidad la única tecnología que cumpliera alguna de las previsiones en materia de capacidad de generación a través de energías renovables. Si además, se trata de una Administración que no cree mucho en el mercado y tiene tendencia al intervencionismo, el escenario está servido.

Con todo, lo peor no es el rifirafe entre la Comisión Nacional de Energía y el Gobierno (por cierto, ha sido una excepción porque, en general, estas discrepancias son casi inexistentes). Hasta sería sano que se reprodujeran estos incidentes con mucha más asiduidad para que hubiese una sana dinámica en la vida de este sector regulado. Sería una señal, de que a pesar de la forma en que se producen los nombramientos de los consejeros, hay signos de renovación y de regeneración.

Lo peor, es que este rifirafe tiene lugar con la absoluta e impúdica indeferencia ante el deterioro de las condiciones de confianza para la inversión privada con todos los proyectos de energías renovables paralizados, con una situación de incertidumbre regulatoria que devora, según declaran las propias empresas (y no sólo las eólicas, o las renovables, exclusivamente, las expectativas de los agentes y las llevan exclusivamente al corto plazo, además del fuerte temor a la discrecionalidad regulatoria creciente para favorecer intereses o aquiescencias. No son buenos tiempos para el rigor analítico económico, para el mercado o para la estabilidad regulatoria.

Con todo, la realidad es mucho más tozuda. La actualidad de la problemática del cambio climático inunda (nunca mejor dicho) los medios de comunicación y está camino de convertirse en un fenómeno de conciencia social a nivel mundial. A nivel internacional la aparición de informes como el Stern. La reciente propuesta de la Unión Europea de alcanzar un 20 % de generación por energías renovables en 2020. Nos despertamos cada día con iniciativas de otros países para aumentar la generación por renovables, como hoy publicamos del gobierno italiano. Los biocombustibles están revolucionando tanto su implantación en el mercado e incluso la conformación económica de los sectores auxiliares.

Mientras, aquí, dedicados al control de rentas, no vaya ser que se forren.

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