El largo día acaba

El pasado sábado se publicó en el Boletín Oficial del Estado la Ley de Economía Sostenible (un mes más tarde casi de su aprobación definitiva por el Congreso de los Diputados), que, como anunciábamos, revisa y actualiza el funcionamiento de los órganos reguladores. Y, entre otras cuestiones, incorpora el cese automático del presidente y de los consejeros. Algo que afecta a los órganos sectoriales encargados de la regulación energética en España, Comisión Nacional de Energía y Comisión Nacional de la Competencia. En particular, tiene mucha más incidencia inmediata en el primero, dado que en la actualidad la mitad de su Consejo tiene su mandato vencido y el resto expira en torno a la primera semana de junio.

Así, el artículo16 establece que el Presidente y los Consejeros cesarán en su cargo por renuncia, por expiración del término de su mandato, por incompatibilidad sobrevenida, por haber sido condenado por delito doloso, por incapacidad permanente o mediante separación acordada por el Gobierno por incumplimiento grave de los deberes de su cargo o el incumplimiento de las obligaciones sobre incompatibilidades, conflictos de interés y del deber de reserva.

Hay que recordar que, en su momento, la Ley de Hidrocarburos, por la que se crea la Comisión Nacional de Energía (y se transformaba la Comisión Nacional del Sistema Eléctrico), establecía la prolongación del mandato de los integrantes de estos órganos reguladores o en La Ley del Sector Eléctrico, desde que se producía el cese hasta que el Gobierno nombrase nuevos consejeros. Dicha situación, por tanto, cambia con esta Ley, haciendo imposible que vuelva a producirse esa interinidad.

Con esta formulación sin solución de continuidad, el Gobierno se autoimpone, de ahora en adelante, la disciplina de tener preparado el proceso de renovación de las vocalías vencidas de una forma más diligente, para evitar la situación en la que habían quedado los distintos órganos reguladores deslegitimados y en estado de interinidad permanente, ya desde hace dos años.

Por otra parte, estos órganos «rompen amarras» con el Ejecutivo. Sus decisiones ahora serán recurribles directamente ante la Administración de Justicia y desaparece cualquier atisbo de que en su Consejo se hubiera creado una reserva de puesto (con voz o con voz y voto) para el responsable correspondiente de la Administración, una vieja aspiración desde los tiempos del ministro Piqué. De hecho, ni siquiera podrán estar presentes en las deliberaciones de su Consejo.

Por tanto, parece que nos disponemos, como en «El Largo Día Acaba« (excelente película de Terence Davies sobre el fin de la niñez), a varios finales: la publicación de la Ley, inexplicablemente demorada; la sustitución de los miembros del Consejo de Administración de la CNE con mandato vencido, la imposibilidad de que una situación tan kafkiana se vuelva a producir y, por tanto, la terminación del mandato del actual Consejo en su debido momento.

Todos los impuestos se pagan

Si a estas alturas de la película, el problema fuera saber si las Administraciones Autonómicas pueden fijar tasas autonómicas a las actividades estaríamos ante una tautología, incluso ante una obviedad. Evidentemente, en el caso que nos ocupa, las Administraciones Autonómicas pueden fijar impuestos medioambientales a la generación y a la distribución de electricidad. El problema es otro. La clave está en otra cuestión. El temible problema para la Administración autónoma correspondiente es si esa subida o creación de impuestos puede ser repercutida a los ciudadanos o consumidores de una Comunidad Autónoma y si se puede sujetar al ordenamiento jurídico y en qué condiciones.

Y la respuesta es SÍ, se puede subir y con claridad, desde dos perspectivas, la jurídica y la económica, que al final se unen y su resultado se refleja en la lógica económica. Todos los impuestos se pagan y los impuestos sobre las actividades económicas se repercuten o, en lenguaje de hacienda pública y de la fiscalidad, se trasladan hacia adelante o hacia atrás de forma que el sujeto pasivo del impuesto no es el mismo que sobre el que recae finalmente.

Impuestos autonómicos dese la perspectiva jurídica: la normativa.

En el caso de las actividades reguladas (incluidas en las denominadas tarifas de acceso), el artículo 7 de la Ley del Sector Eléctrico trata de los peajes de acceso a las redes: «En caso de que las actividades eléctricas fueran gravadas con tributos de carácter autonómico o local, cuya cuota se obtuviera mediante reglas no uniformes para el conjunto del territorio nacional, al peaje de acceso se le podrá incluir un suplemento territorial, que podrá ser diferente en cada Comunidad Autónoma o entidad local.»

Y, por otra parte, en el artículo 18 en relación a las Tarifas de Último Recurso dice: «En caso de que las actividades eléctricas fueran gravadas con tributos de carácter autonómico o local, cuya cuota se obtuviera mediante reglas no uniformes para el conjunto del territorio nacional, a la tarifa de último recurso se le podrá incluir un suplemento territorial, que podrá ser diferente en cada Comunidad Autónoma o entidad local.» Por tanto, parece claro que el Gobierno puede repercutir directamente sobre tarifas de acceso y sobre la TUR el recargo que se imponga a los clientes y consumidores de la Comunidad Autónoma que idee e imponga una tasa.

Pero hay más límites para las Comunidades Autónomas en la fijación de impuestos o tasas «medioambientales». En primer lugar, las CCAA pueden imponer impuestos medioambientales, pero con ese fin y destinando los recursos a temas medioambientales. Por tanto, en ese hipotético caso, seguramente le sería difícil justificar a la Junta de Castilla y León, un ejercicio discrecional de aplicación de impuesto «medioambiental» a instalaciones hidráulicas o nucleares (no contaminantes), mientras se exonera a las centrales de carbón nacional (contaminantes). Con lo cual la idea del impuesto sobre las viejas bases de la discrecionalidad por tecnologías para romper el mercado eléctrico se agota y entra en una ratonera. De hecho ese era el ejemplo que ponía el rotativo Cinco Días, en línea con las tesis que históricamente sostiene el colectivo retroprogresivo. En todo caso, además de que se entraría en un «impuesto paradójico» más que ecológico, también sería repercutible directamente a los ciudadanos de la Comunidad Autónoma.

Y otros límites constitucionales se refieren a que tampoco se podrían establecer impuestos que conciernan a otras administraciones como las haciendas locales (un impuesto de radicación, por el hecho de estar la instalación allí), ni tampoco aquéllos que rompan la unidad de mercado o generen doble imposición.

Desde el punto de vista económico y fiscal, los impuestos se trasladan

Desde el punto de vista económico, en las actividades reguladas (distribución y transporte de electricidad), para reconocer las tarifas que pueden cobrar las empresas distribuidoras en regímenes regulados, los impuestos y tasas se incluyen como un coste reconocido a las empresas. Dichos costes incluirán costes de gestión comercial tales como la contratación y atención al cliente relacionados con el acceso y conexión de los consumidores a las redes eléctricas y la lectura de contadores y equipos de medida, así como los relativos a la planificación de las redes y la gestión de la energía. Su importe se determinará a partir de los importes auditados declarados por las empresas distribuidoras en la información regulatoria de costes que se establezca y vendrán afectados por un factor que introduzca competencia referencial en los mismos. Incluso incorporan los costes derivados de la tasa de ocupación de la vía pública.

En resumen, si la tasa se impone en las actividades reguladas, esta tasa se incorporará como un coste más y debe afectar a las tarifas de acceso. Y, si la tasa se fija sobre las actividades liberalizadas como la generación de energía, éstas se trasladarán a los costes de las empresas e instalaciones y afectarán a los precios de las ofertas en el mercado. Y, también, a la otra actividad liberalizada, es decir, a la comercialización, donde las empresas también pueden incorporar las tasas en sus ofertas, es decir, estas tasas medioambientales a la generación se propagarán al sistema eléctrico (incluyendo el mercado ibérico) y a la tarifa, salvo que se repercuta su efecto sobre los ciudadanos de la propia comunidad autónoma, como establece la Ley.

Por otra parte, hay que contextualizar la propuesta, en el marco del grave problema del déficit tarifario. Las tarifas no están para bromas, ni para incorporar impuestos y tributos que se trasladen a las tarifas de acceso, a la TUR o la factura. Ni tampoco los consumidores asumirían una elevación de sus facturas derivada de un berrinche. Los impuestos se pagan.

Con sus afirmaciones, el consejero de la CNE, Jaime González, estaría insuflando ánimos a la Junta de Castilla y León para meterse por inercia en un camino complejo de consecuencias imprevisibles. Entonces la pregunta es, ¿por qué aboga por que se fijen estos impuestos y se suban las tarifas a los ciudadanos de su comunidad? 

Un síntoma de un sector estratégicamente atractivo

Con sorpresa se recibía ayer la noticia del asalto del fondo árabe IPIC Abu Dhabi de lanzar una OPA para alcanzar el cien por cien del capital de Cepsa. El instrumento ha sido una OPA por el 48,83% del capital que controlaba la francesa Total Fina, con una prima de emisión del 23%. Total ya ha anunciado su voluntad de desinvertir y la aceptación de las condiciones de la oferta lanzada por este fondo. El Fondo que ya contaba con un 47% de Cepsa se garantiza, por tanto, el control total de la compañía.

Se trata de una operación muy importante, y que haya sido sorpresivo no quiere decir que no haya condiciones objetivas y estratégicas que justifiquen esta operación. De hecho, en estos momentos, se puede afirmar que el sector español de los hidrocarburos está ganando atractivo de cara a la realización de operaciones estratégicas empresariales. Por una parte, Repsol, como compañía, está ganando tamaño a nivel internacional debido a los buenos resultados en su política de exploración en Brasil. Tanto es así que la compañía que dirige Antonio Brufau lleva una trayectoria alcista en Bolsa galopante y está adquiriendo atractivo al colocarse en un tamaño medio respecto de las petroleras internacionales.

Por otra parte, la política de inversiones en refino a nivel interno están resolviendo uno de los cuellos de botella del sector. Las nuevas refinerías de Cartagena (Repsol) o la ampliación de la Huelva (Cepsa), recién inaugurada, son ejemplos de ello. Eso, sin contar con el proyecto de la Refinería Balboa, promovido por el empresario extremeño Alfonso Gallardo, que causa más de un dolor de cabeza en niveles empresariales y políticos y que, actualmente, sigue en trámites medioambientales.

Desde el punto de vista competitivo, en lo que es la distribución minorista (gasolineras), el mercado español está reduciendo el número de operadores. Se puede decir de forma muy esquemática que los grandes operadores sectoriales son Repsol y Cepsa, cuestión que se ha visto acrecentada por la adquisición de la red de gasolineras de Canarias (dónde Cepsa cuenta además con una de sus refinerías históricamente emblemáticas en Tenerife).

Detrás de Repsol y Cepsa, el resto de operadores claramente son de menor tamaño: BP, Galp y Shell. En este sentido la situación es divergente, la situación de BP tras el vertido del Golfo de México, le está llevado a desinvertir y vender activos, reduciendo su tamaño y anunciando su retirada, para atender las consecuencias del vertido. Mientras el crecimiento del resto operadores, con la portuguesa Galp a la cabeza, no altera esta relación de fuerzas.

Por tanto, el mercado español tiene un enorme atractivo estratégico y la operación, ejecutada con mucha rapidez, tiene mucho sentido empresarial. De hecho, según ha podido saber este medio, esta operación corporativa ha estado precedida de acercamientos de cara a posibles operaciones corporativas a la propia Repsol, y la adquisición de un paquete accionarial importante. Además de los conocidos y públicos intereses de las empresas rusas, Eni o la hindú Essar, también han existido acercamientos a la misma por parte de países árabes. Esta situación, y la presión del constructor Luis del Rivero (Sacyr Vallehermoso), probablemente hayan llevado al impulso en la política de distribución del dividendo de Repsol, para mantener una base accionarial estable. Sobre todo ante el interés nada indisimulado de países árabes y asiáticos de entrar en el sector de hidrocarburos y de la energía en Europa.

Por lo tanto, hay movimientos en el sector y se impone la atención.

Reguladores sostenibles

Ayer el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de Economía Sostenible, que entre otras cosas, homologa la organización de los órganos reguladores y, por tanto, de la Comisión Nacional de Energía y de la Comisión Nacional de Competencia, órganos reguladores de especial influencia en el sector energético. Reducir el contenido de esta ley para los órganos reguladores a la composición de sus consejos es realmente un producto delirante porque la ley en sus fundamentos pretende modernizar el funcionamiento de los mismos para procurar más agilidad, independencia y control parlamentario. O un producto de la turbulenta vida política extrapolada a los sectores económicos.

Entre las principales novedades de la nueva ley, está el hecho de que los organismos deberán publicar las actas de sus consejos y los informes en que se basen sus decisiones, así como el resultado de las reuniones con empresas y con otros organismos reguladores. Por otra parte, estos órganos se hacen «mayores de edad» al desaparecer la tutela que ejercían los Ministerios de forma que los recursos contra sus decisiones serán recurridos ante instancias judiciales y no ante las instancias ministeriales (en este caso, la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional). De facto, esto dejaba muy mermada la capacidad e independencia de los organismos. Además, en el caso de la CNE se reformulan sus funciones de una manera más compresible, entre ellas la controvertida en el pasado función 14.

Por otra parte, se establece un proceso de coordinación entre los distintos órganos reguladores, con una reunión anual entre los presidentes de los distintos organismos, sin que hayan triunfado las tesis de crear un macroórgano panregulador residenciado en la Comisión Nacional de Competencia como abogaba insistentemente Luis Berenguer (actual presidente de la CNC).

Sin más preámbulo, y sin caer más tiempo en la intriga, uno de los procesos que más expectación ha levantado han sido las posibilidades y carambolas que entrañaba el proceso de renovación de los Consejos de estos organismos. En los casos que nos ocupan, se modifica el funcionamiento de los consejos de la Consejo de la Comisión Nacional de Energía y de la Comisión Nacional de Competencia, reorganizándolos de forma homologable a como quedan el resto de órganos reguladores: la Comisión Nacional del Sector Postal y la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones.

De esta manera, los Consejos de Administración de estos órganos quedarán compuestos por un presidente y seis consejeros, dos más de los previstos en versiones previas de la norma. En el caso de la CNE, esto supondrá la reducción en dos vocales y la desaparición de la vicepresidencia. En el caso de la CNC el efecto es el contrario, se produce la ampliación de su consejo con dos vocales más, dado que hasta el momento únicamente tenía cinco miembros (un presidente y cuatro consejeros). El mandato de los vocales será de seis años sin posibilidad de reelección. Los cargos serán de dedicación exclusiva y la incompatibilidad para trabajar en el sector se extenderá dos años más allá del cese, en los que los consejeros cobrarán el 80% del sueldo.

Renovación en dos fases y en bloque.

La Disposición Adicional Novena establece unas normas que articulan la transición al nuevo modelo de Consejos en los dos organismos. Si ejecutamos la previsión del calendario, está previsto que el proceso se produzca de forma sucesiva e instantánea sin solución de continuidad en el caso de la CNE. Así, lo previsible, es que en el plazo máximo de dos meses se produzca la salida de los consejeros que tienen actualmente su período de mandato vencido, de forma que el Gobierno podría decretar su cese casi de forma instantánea tras su publicación en el BOE. Esto afecta al Vicepresidente del organismo, Fernando Marti Scharfhausen y los vocales Carmen Fernández Rozado y José Sierra. Y, posteriormente, a partir del 7 de junio, (quien sabe si pasarán el verano), se produciría el cese del resto de los consejeros nombrados ya hace seis años, es decir, se produciría la salida de la presidenta, Maite Costa y los vocales Sebastiá Ruscalleda, Luis Albentosa, Jaime González y Jorge Fabra.

Por tanto, hasta ese momento catárquico, se plantea la existencia de un consejo interino con estos cinco consejeros y, una vez producido el cese de éstos, se produciría su salida y su renovación en bloque, sin solución de continuidad y con el relevo al completo del nuevo consejo ya en su configuración definitiva. Parece que uno de los elementos particularmente más controvertidos en el caso de la CNE, es el carácter adanista del proceso, con un traspaso de poderes «a pelo» entre el consejo anterior y el que se nombre (sea en junio o en septiembre).

Por tanto, el nuevo Consejo quedará desierto de sus anteriores componentes. La norma prevé en determinados casos un período de convivencia de tres años de un máximo de tres miembros de los consejeros, bajo circunstancias que el consejo del organismo no cumple.

En el caso de la Comisión Nacional de Competencia permanecen en sus puestos hasta 2012, la vicepresidenta Pilar Sánchez y todos los vocales: Inmaculada Gutiérrez, Julio Costas y María Jesús González. Mientras el mandato de su presidente, Luis Berenguer, expira en el mes de septiembre sin posibilidad de renovación.

Ahora la clave será que realmente el funcionamiento de estos órganos permita una reformulación que supere el descrédito actual en el que se han precipitado en esta última etapa. Mientras tanto, a esperar la conjunción astral de la conformación provisional de la Comisión Nacional de Competencia y el consejo interino de la Comisión Nacional de Energía.

¿Gasolina o diésel?

En el primer debate, aparecen dos tendencias, muy diferentes entre sí. La primera está referida a la polémica sobre los sistemas de medición de la contaminación. Y, por tanto, de forma sucesiva, la picaresca originada sobre la colocación de los instrumentos de medición y la posibilidad de modificar de forma ventajista el lugar donde están ubicados estos sistemas de medición de la contaminación en las ciudades.

Sólo así se puede comprender que en páginas europeas de Internet sobre medición de la calidad del aire en Madrid se publiquen resultados que colocan a Madrid junto con Roma, fuera de los límites de contaminación ambiental y al mismo tiempo y a la misma hora la web del Ayuntamiento de Madrid ofrezca unos resultados positivos de calidad del aire. En descarga de esta polémica, algunos ayuntamientos afirman que la normativa europea les permite cambiar el lugar de toma de datos y así hacen aprovechamiento de la misma. Dicha línea de discusión, por sus propios elementos de búsqueda de trampas para ocultar la realidad, la podemos calificar de la parte más zafia de todo este debate. Y, seguramente, es la parte más débil con capacidad de volverse contra quien lo impulsa. El argumento del cumplo y miento nunca es bueno.

En ese sentido, la actualidad marca cómo el Ministerio de Medio Ambiente se reúne con el Presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, poniendo sobre la mesa la posibilidad de modificar las tasas sobre los vehículos más contaminantes. En paralelo, van apareciendo informaciones que destacan que ciertos Ayuntamientos han ido descartando o aparcando planes que incluyen medidas más rigurosas que en otros países frente a la contaminación ambiental. También se han publicado informes, oportunamente conocidos en este momento, que intentan dimensionar los efectos sobre la salud y las patologías de este fenómeno. Todo ello, con el debate sobre la financiación y la refinanciación autonómica, el colapso de los Ayuntamientos y la deuda municipal de fondo.

La segunda línea que se ha desatado en el marco de este proceso, más explicativa de todo él, ha introducido el argumento del cambio de parque automovilístico, su dieselización, como una causa de la contaminación en las grandes ciudades españolas. Los incentivos y ventajas fiscales a este tipo de vehículos, se han puesto como ejemplo de la promoción pública del uso de este combustible y como reacción de los consumidores coherente con estos apoyos. Economía del comportamiento. Behaviorismo en estado puro.

En paralelo, la subida de precios de los carburantes en España se está resintiendo de varias alineaciones y trayectorias: la primera es la evolución del precio del crudo, que explica en gran parte su subida; la segunda, la evolución del tipo de cambio; y, una tercera pero no valorada suficientemente, que es la inadecuación de la estructura de refino entre gasolinas y diésel en nuestro país. Frente a una estructura de refino con más capacidad productiva en gasolinas, la dieselización del mercado automovilístico ha aumentado la demanda de este carburante de forma que en estos momentos resulta insuficiente. En suma, además del precio de crudo y el tipo de cambio, hay que añadir el componente impositivo de los carburantes, que también es muy importante y conocido. Además, la diferencia impositiva en los precios de los carburantes y de su fiscalidad menor que en otros países europeos, permite que se estimen nuevas figuras impositivas o el aumento de las actuales, como ya se ha planteado, para abordar los efectos del cambio climático.

Por tanto, la diversificación de las necesidades de consumo en nuestro parque automovilista, en diésel y gasolina tiene hoy dos debates abiertos y relacionados: el problema de contaminación en las grandes ciudades y la evolución de los precios de las carburantes. Por tanto, estamos ante una cuestión energética, económica y medioambiental, y hay que preparase para la campaña que se ha abierto al respecto.

Las dos son cuestiones de «largo plazo». Por una parte, la inversión en nueva capacidad de refino en España que está realizando la industria petrolifera, va en este sentido y las nuevas plantas que entran en funcionamiento incidirán en la corrección de esta descompensación. Por otra, la atención del problema de la contaminación en las ciudades de forma no partidista, se debe plantear en el conjunto de las políticas públicas referidas al cambio climático, con neutralidad respecto de las tecnologías de transporte y combinado con la responsabilidad de ordenación de los propios Ayuntamientos sobre sus actuaciones y responsabilidades.

Atención: vuelve el petróleo caro

La tendencia alcista de los precios del petróleo, bordeando el filo de los 100 dólares, se cierne en un momento de incipiente recuperación en la economía internacional y en las principales economías occidentales. Existen dudas entre los analistas sobre si este nivel de precios altos es el preludio de una etapa prolongada de precios mantenidos elevados del crudo o si se trata de tensiones coyunturales en los mercados. En todo caso, los peores presagios serían los de que se produjera este alza de precios con la recuperación económica en ciernes, incluso en algunos países, como España, con cifras muy tímidas de crecimiento económico y sin creación de empleo.

A favor de la primera postura están quienes piensan que los niveles de producción actual de la OPEP son lo suficientemente holgados como para atender la demanda, mientras que a favor de la segunda están quienes anticipan un descenso de la demanda tras el riguroso invierno de 2010. Hay que recordar que los precios del crudo han aumentado un 44 % desde los mínimos de mayo de 2010, en una carrera incansable. Eventos como el vertido del Golfo de México fueron un primer detonante de una subida casi en vertical (los accidentes en este tipo de plantas siempre se traducen en mayores precios del crudo). A esto se une la incertidumbre geopolítica en Oriente Medio, ahora con la crisis egipcia como telón de fondo (pero siempre con la amenaza de su extensión y propagación) que pone en alerta sobre posibles incidencias del tráfico de petróleo a través del Canal de Suez, que puedan obligar a desviarlo por el Cabo de Buena Esperanza. Los expertos reducen el alcance de la crisis egipcia y su «reconducción» política.

Pero existen otros elementos que parecen apuntar a que podríamos estar ante una situación de precios elevados del petróleo más sostenida en el tiempo. Primero, las condiciones de demanda: el despertar de las economías emergentes con el consecuente incremento de la demanda mundial. Segundo, en lo que se refiere a las condiciones de oferta: los nuevos yacimientos incurren en unos importantes costes de extracción por su profundidad y las condiciones de la misma, las dudas crecientes sobre los biocombustibles y biocarburantes como sustitutos del petróleo, o cuestiones puntuales pero que afectan a la evolución futura como la decisión de la Administración Obama de no permitir la exploración en Alaska, parece que anticipan una etapa larga de precios altos del crudo.

Por su parte, los precios del gas vienen manteniendo una tendencia bajista derivada fundamentalmente de las condiciones de oferta. Parece que el efecto de la recuperación mundial en este mercado no anticipa la misma escalada de precios como a la que estamos asistiendo en el caso del petróleo. El comercio de gas natural licuado, cada vez con más países interviniendo en este mercado, y la existencia de un número importante de plantas de licuefacción y de regasificación (el caso español es paradigmático dada su diversificación de suministro) han dado una flexibilidad enorme a este mercado. Esto y las nuevas tecnologías para la obtención de gas han desvinculado finalmente la asociación de precios tradicional existente entre gas y petróleo. En este sentido, es especialmente notoria la caída de las importaciones de gas en Estados Unidos, de forma que en el comercio internacional de GNL ya se están poniendo en circulación excedentes de este país. De ahí, que aunque existen importantes intereses españoles en el sector gasista en Egipto, el efecto de esta crisis sobre los precios del gas parece menos intenso que en el caso del petróleo.

Dos derivadas para los próximos días: la primera, los efectos sobre la factura energética global de esta tendencia alcista en los precios del crudo. Segunda, el análisis de cómo, estando en un momento de precios elevados, aunque no en máximos del crudo, sí que tenemos o bordeamos los precios máximos de los carburantes.

El debate de hoy o la visión de conjunto

Hoy pasa por el Congreso de los Diputados la convalidación del Real Decreto Ley de medidas urgentes para el sector eléctrico, que incluía la elevación del techo del déficit tarifario, además de otra serie de medidas: creación de una tasa a las instalaciones de generación por el uso de la red de distribución, ampliación del bono social a cargo de las empresas eléctricas y la modificación de determinados parámetros para las liquidaciones de las instalaciones fotovoltaicas (límite de horas con liquidación de prima y ampliación de los años de vida útil de las instalaciones).

El Partido Popular ha anunciado ya su intención de no apoyar el Real Decreto Ley, aunque no ha desvelado si se pronunciará finalmente por la abstención o por el voto negativo. Por su parte, el PNV parece que apoyará la norma y CiU estaba también valorando su posición a favor de la misma. El hecho es que parece más razonable que finalmente el Partido Popular se incline por la abstención, dado que la cuestión del déficit, si se posterga, tendría que ser abordada con estilete, una vez se produzca la entrada en el Gobierno del actual principal partido de la oposición. Ésa seguramente debe ser su visión de conjunto a la hora de fijar su posición.

Como ya hemos recogido en Energía Diario, se trata de un Real Decreto Ley elaborado en la buena dirección, aunque es insuficiente si no contempla la política tarifaria, y ahí es donde la cuadratura del círculo es un ejercicio imposible: no subida de tarifas, crecimiento de costes regulados y evolución del precio de la energía conforme a la oferta y la demanda. La clave, como siempre, es el futuro, y ahí es donde hay que trabajar en un mix sostenible económica y medioambientalmente, garantizando el funcionamiento del mercado eléctrico y los procesos económicos y de inversión con una visión global de economía española: la visión de conjunto.

Por su parte, y sobre la última cuestión que entra en el debate de hoy, las asociaciones fotovoltaicas han redoblado en los últimos días una campaña en defensa de las rentas de estas explotaciones, en las que se ha producido un notable incremento de la rentabilidad derivado de las repotenciaciones autorizadas en el seno de las Comunidades Autónomas, por un lado, y con la superación de los límites de horas retribuidas con prima contemplados en los estudios iniciales. Se trata de un modelo de capitalismo popular distribuido. Desde la campaña de publicidad contra el Ministro acusándole de esperar un puesto tras su salida del cargo, pasando por el enfrentamiento con las eléctricas clásicas, al engrosamiento de los ‘damnificados’ derivados de la norma o la amenaza de torpedear judicialmente todas las liquidaciones de la Comisión Nacional de Energía, inundando las instancias judiciales de recursos, configuran un modelo virulento de revuelta de rentas y de agitación sin precedentes, salvo los del Forum y Affinsa. El hecho es que dadas las dudas sobre la retroactividad y sus efectos, el proceso judicial contra el Real Decreto Ley (una ley de facto) se torna difícil y de ahí una ofensiva tan desbordada.

Hay que recordar que el concepto de prima es un sinónimo de subvención y en este estado se había convertido en un modelo creciente, una hipoteca dentro de la factura eléctrica. Esta característica se obvía en todos los debates y se yuxtapone a otras cuestiones. De hecho, sólo un dato: si a los ciudadanos, con una subida insuficiente de los precios de la electricidad, se les factura su suministro en el entorno de los 60 euros / MWh, a las instalaciones fotovoltaicas se les retribuye hoy en el entorno de los 270 euros / MWh. ¿Dónde está el principal problema de limitar esta subvención, llevada al límite en los estudios de financiación en las operaciones de venta de las mismas? Una pérdida en un grado maximalista de seguridad jurídica afectaría, fundamentalmente, por el fuerte apalancamiento de las explotaciones fotovoltaicas, la financiación exterior y por la distribución de la ‘plusvalía’ de los proyectos en un modelo que casi ha sido semejante al de la promoción inmobiliaria, incluyendo sus hipotecas, lo que señala en segunda derivada como mayores damnificadas a las entidades financiadoras más que a los titulares de las mismas, que tendrán que contemplar procesos de refinanciación y ajustes en sus balances por las diferencias que se produzcan de esa minoración retributiva derivada del cambio de parámetros en este modelo rentista.

En todo caso, hay un sudoku difícil de resolver y en el que hay implicados muchos intereses y administraciones públicas con sus redes asociadas. Por una parte, aparece la pretensión imposible de mantener rentabilidades garantizadas por el Estado durante 25 años, acrecentadas y fijas, contra viento y marea, en estado de crisis o de auge, con caída de la demanda o con crecimiento de la misma y con oferta de potencia excedentaria o no, en un mercado de generación con precios de la electricidad bajos. Y, todo ello, con una factura eléctrica insuficiente para cubrir los costes de suministro incluyendo estas generosas subvenciones que las administraciones gestionaron con alegría. Por tanto, el problema de fondo en el caso de la energía solar fotovoltaica es el mismo que en todo lo que se convalida hoy: el conjunto. Su inclusión en el sistema eléctrico y en el modelo tarifario, con plena consciencia de los costes ya que por su volumen, no es un apéndice del suministro eléctrico del país, y de sus pagadores, los consumidores.

El problema, por tanto, sigue siendo la visión de conjunto, del mercado, el suministro eléctrico y su factura global. Eso es lo que, sólo en parte, también se convalida hoy.

Debate sin aliento

Recuperado el período de sesiones, esta semana entramos en la fase de tramitación parlamentaria del Real Decreto Ley aprobado a finales de diciembre del año pasado y que se debatirá mañana en el Congreso. Recordemos que este Real Decreto Ley incorporaba varias medidas urgentes del sector eléctrico orientadas a rebajar el montante general de la factura eléctrica: la elevación del techo de déficit tarifario para 2010, un conjunto de pasos necesarios para garantizar la habilitación para la continuar con la titulización del existente, la creación de una tasa a la generación por el uso de la red de distribución, la asunción de la prolongación del bono social a cargo de las eléctricas y, en el caso de la energía solar fotovoltaica, el establecimiento de un límite de horas primadas a cambio del aumento de la vida útil de las instalaciones. Este límite entraría en vigor con el Real Decreto Ley y se aplicaría a todas las instalaciones en funcionamiento.

Como se puede comprobar por los medios de comunicación especializados, el punto que ha levantado mayor controversia y polémica son los cambios en algunos de los parámetros del modelo retributivo de la energía solar fotovoltaica, habiéndose producido una ofensiva importante desde las asociaciones fotovoltaicas en este mes, tanto en la negociación parlamentaria, con aproximaciones muy directas a los grupos nacionalistas, como en lo mediático. La campaña publicitaria salvaje, de corte fuertemente belicista y de trazo muy grueso contra la norma y contra el propio Ministro de Industria, Miguel Sebastián ejemplifican la artillería y los duros combates que se están produciendo en el campo de operaciones, de forma que a Sebastián le hacen responsable de todos sus males y de que, resultado de esta norma, llegue una hambruna a los titulares de estas instalaciones por la reducción de sus rentas, con unos comunicados de fuerte contenido emocional-financiero. La recién creada Anper y la Plataforma Legal Fotovoltaica han liderado esta reacción incendiaria. De hecho, mañana a las 15:30 está convocada una multitudinaria concentración en las inmediaciones del Congreso de los Diputados, a la que acudirán propietarios, usuarios y asociaciones fotovoltaicas.

En este sentido, la controversia sobre la posible retroactividad de la norma hoy ya está en un número importante de bufetes de abogados de Madrid. Hay que recordar que los estudios de rentabilidad que sirvieron de base para fijar la retribución de esta tecnología, sí incorporaban límites de horas con primas a estas instalaciones, aunque en la actualidad se está liquidando muy por encima de esas estimaciones iniciales (una media de 1.700 horas frente a 1.200).
Por las fuentes judiciales consultadas, no existe consenso sobre las posibilidades jurídicas del recurso a la norma una vez aprobada, y de hecho, la utilización de la figura del Real Decreto Ley pone muy complicado al sector un proceso judicial posterior, lo que ha abocado a estas asociaciones a echar el resto en esta fase, redoblando su agresividad y conformando una reacción inusitada en la sociedad española. Por eso el objetivo principal en la estrategia de las mismas es la retirada del Real Decreto Ley y que se tramite como Ley.

La minoración final de la retribución a la tecnología solar fotovoltaica, fruto de estos cambios en los parámetros, según las estimaciones y el ejercicio de compensación entre reducción de horas y mayor número de años, es en conjunto menor a otros cambios retributivos operados en otras tecnologías en los últimos años. Razonablemente, los titulares de estas instalaciones quieren mantener el volumen de sus rentas, en el contexto de la situación de crisis y el resto de ajustes que se están produciendo en la economía española, en los salarios, en el empleo o, de forma más concreta, caída de la demanda, recortes en los componentes de las tarifas eléctricas y en los costes regulados que los consumidores soportan. Por su parte, asociaciones y entidades financieras destacan la existencia de problemas de seguridad jurídica y los mensajes que se derivan de estos cambios.

No solamente es que aspiren a mantener sus rentas, es que probablemente lo precisan para atender a sus compromisos. La clave de este problema y quién está detrás, es el modelo de financiación y apalancamiento sectorial lo que, asociado a la forma en que se ha articulado la promoción de los parques y distribución de la plusvalía generada, lleva a que los titulares finales de la explotaciones tengan muy pocos márgenes para poder asumir la carga financiera asociada o las posibilidades de periodificar de forma diferente los pagos que se derivan de su endeudamiento.

Hay que recordar que el volumen de primas a la energía solar fotovoltaica ha ido creciendo exponencialmente al aumento de la capacidad (concentrada en las Comunidades Autónomas de Extremadura, Castilla-la Mancha y Andalucía) y que ha sido una constante la existencia de un importante volumen de nuevos proyectos «en cola» en el Ministerio: todo un símbolo de una retribución atractiva y, seguramente, desmedida, en la que ha operado por igual el interés de las Comunidades Autónomas y la indolencia continuada del Ministerio de Industria en su labor de vigilancia de estas primas. Un despiste, un mirar hacia otro lado, una molicie, que ha llevado a una situación insostenible y de consecuencias finalmente letales para el sector. El hecho es que Sebastián se ha encontrado en la fase final de este proceso, tardando en reaccionar, probablemente por las propias presiones autonómicas, por los intentos de consenso, las dificultades de negociación por la atomización del sector y por la utilización de fórmulas excesivamente indirectas en un primer momento que tratasen de evitar lo inevitable principal: frenazo en nueva capacidad y reducción de los parámetros de la retribución.

En otro orden de cosas, pero muy relacionado, sigue enfangado el proceso de inspección sobre las instalaciones fotovoltaicas iniciado por la Comisión Nacional de Energía y cuyos resultados se vendieron sobradamente desde este organismo antes de cazar el oso. Además, existen en un cierto limbo legal, procesos de repotenciación de instalaciones fotovoltaicas en funcionamiento, que han aumentado la producción, las primas y, en consecuencia, la rentabilidad de las instalaciones más que proporcionalmente. Hay quienes sostienen, incluso desde dentro del sector fotovoltaico, que la reducción del montante de primas que se derivaría de identificar las consecuencias de las irregularidades de las inspecciones sería suficiente como para ofrecer el sacrificio de la parte que les toca de una reducción del montante total de primas incorporado en la factura eléctrica.

España se debate por tanto, entre ajustar una retribución que tiene como restricción su dependencia financiera y la necesidad de controlar un modelo despendolado, a la vez que abaratar el suministro tras haber tenido un modelo de subvención pensado para una época de vacas gordas, incluyendo desorden y descuido. Por su parte, el Banco de España ya pone su atención en los activos fotovoltaicos financiados que figuran en los balances de las entidades financieras. Estemos atentos.

El intercambio

Probablemente a todo el mundo le ha asaltado la duda de qué tiene que ver el proceso de negociación del Gobierno con los agentes sociales y la reapertura de la decisión del cierre de Garoña. Cándido Méndez, particularmente ocurrente, ha dicho en los medios de comunicación que «el Gobierno ha querido cambiar pensiones por neutrones». El Gobierno, por su parte, ahora niega que alguna vez haya habido esa pretensión de intercambio.

Por otra parte, los medios de comunicación han desvelado que en la propuesta de pacto social del Gobierno enviada a los agentes sociales no figuraba ni la propuesta de ampliación de la vida útil de las centrales nucleares, ni tampoco el caso concreto de Garoña se había incluido en lo que se llama el negro sobre blanco.

Parece, por un lado, razonable, al menos lógico, que en los documentos iniciales (filtrados ayer por «El País«) una cuestión así no estuviera incluida, como también parece lógico que en la dinámica de este proceso de búsqueda de acuerdo se haya ido ampliando progresivamente el ámbito de los temas que se incluyen en el proceso negociador, sobre todo en la medida que las renuncias de las partes parecen ser de más amplio espectro. Y, sobre todo, porque cada vez más, los pactos en negociación aspiran a una reedición de los Pactos de la Moncloa. El hecho es que nadie ha dicho si, con posterioridad al documento inicial, en las conversaciones del proceso de negociación se ha tratado la cuestión nuclear, aunque no hubiera papeles por medio o por dónde había surgido o filtrado esta información (es decir, si tenía intereses dinamitadores).

También tiene todo el sentido el replanteamiento de la cuestión nuclear desde el punto de vista del mix energético, de la industria y el empleo. Un país como el nuestro, que quiere contar con energía limpia, barata y segura, se tiene que replantear el papel de la energía nuclear con menos prejuicios antinucleares, como también se está replanteando en el resto del mundo. En términos de competitividad, lo que se juega es la deslocalización industrial y en términos de tarifas para los ciudadanos.

De hecho, y ya en el caso del eventual cierre de Garoña (y aquellos lugares que han tenido cierres de centrales nucleares lo saben), el empleo directo finalmente no se recupera y los planes de reindustrialización son retórica para tiempos de control de déficit público. Por tanto es una «boutade». Algo que tampoco es soportable sindicalmente. Los adalides del cierre de Garoña, señalan en sus crónicas la cuestión nuclear como «único aspecto en que no ha habido hasta ahora rectificación en la política del Gobierno hasta la fecha» y se uncen al argumentario utilizado en su momento: se trata de un «pequeño impacto» en el mix energético español. Garoña, una de las centrales de Europa más eficientes, vuelve a pender de un hilo.

No obstante, en toda la ceremonia, el Gobierno se ha comportado colocando una vela a Dios y otra al diablo, como si la coordinación y Rubalcaba no existieran. Ateniéndonos a la cronología de las declaraciones oficiales, por un lado, ha dicho que habría que replantearse el período de vida de las centrales nucleares. Luego, por otro, que eso sí, pero que no estaría incluida la reconsideración de la decisión de cierre de Garoña (tan estrambótica y atrabiliaria en su momento, por cierto) y finalmente, con visibles rictus de nerviosismo, ha efectuado el acto de esconder la mano, de forma que se desdice de la filtración-boomerán y afirma que nunca ha estado presente tal cuestión. En medio de todo esto, entra en el proceso de negociación del pacto social, Jesús Caldera, presidente de la Fundación Ideas, uno de los «think tank» con una postura más notoria en el ámbito de la energía (en el sentido de ser contrarios a la prolongación de la vida de las centrales nucleares). Lo que parece evidente es que toda esa descoordinación y la sucesión de filtraciones han servido para aumentar la caja de resonancia antinuclear nuevamente desatando sus demonios familiares y sus contradicciones.

Consecuentemente, varias cosas han quedado claras: la energía nuclear es necesaria para nuestro país, para garantizar un mix energético diversificado, tener respaldo para las energías renovables y para conseguir un suministro limpio, fiable, económicamente eficiente y seguro. La cuestión sobre el cierre de Garoña se ha reabierto se quiera o no. No es entendible que una central que cumple con todos los requisitos técnicos y garantías de seguridad según todos los informes oficiales se cierre por motivos ideológicos. No nos lo podemos permitir social y económicamente, más que nada por la señal que se envía a la sociedad y los mercados. Y todo ello se debe abordar ya sea en la negociación con los agentes sociales, en un pacto político entre partidos, en la Ley de Economía Sostenible o en su ámbito natural, que es la política energética incorporada en la Planificación.

La fórmula del intercambio tal y como se ha expuesto de forma simplificada ha sido burda, torpe y desafortunada, pero el tema, se quiera o no, se ha reabierto.

La disensión vive arriba

Según los ecos de sociedad del sector energético y los asistentes al mismo, el acto de la toma de posesión del nuevo Secretario de Estado de Energía, Fabrizio Hernández, se convirtió en un acto de cese de posesión del anterior Secretario de Estado, Pedro Marín.

Levantadas las limitaciones para que los cargos públicos salientes hagan gala de su sensibilidad con el ejemplo Moratinos, Pedro Marín también tuvo su momento lacrimógeno en este acto desgranando una larga retahíla de agradecimientos particulares: desde las señoras de la limpieza cuando le hacían levantar los pies para limpiar debajo de la mesa, su jefe de gabinete, los camareros que le llevaban el café al despacho, conductores, secretaria…, hasta acabar, visiblemente emocionado, fijando los ojos en su mujer, Mónica Gandolfi, hoy subdirectora en la Comisión Nacional de Energía. El hecho de querer aspirar a responsabilidades más altas, con perfil internacional, como es la Dirección General del IRENA y esta demostración afectiva pública, nos confirma que, detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer.

Sirva esto como preámbulo para advertir del cambio que se ha producido en la administración energética española. El hecho es que un cambio en los responsables al frente de un ámbito del Ejecutivo debe traducirse, lógicamente, en un cambio de formas, estilos y políticas. Y ahí viene otra cuestión larvada durante el mandato de Pedro Marín como Secretario de Estado de Energía, que es la oscura figura del Director General de Política Energética y Minas, Antonio Hernández. Ahora, con el nuevo Secretario de Estado, sería razonable que se replantease la conformación de su equipo y que se transparente el tablero de juego del equipo ministerial energético.

Son conocidas las gélidas relaciones del Secretario de Estado saliente con Antonio Hernández (Marín resolvía esto mediante un equipo de asesores que tenía una importante autonomía) y también las de Hernández con su propio equipo. En cuestiones clave como las negociaciones referidas al déficit tarifario, titulización o renovables se ha hecho evidente, incluso fisícamente palpable.

En todo caso, esta situación, así planteada, es una disfunción dentro de la Administración energética, sobre todo porque existe una identidad plena, una clonación organizativa y funcional. De hecho, en la Secretaría de Estado de Energía, únicamente existe esta Dirección General en su estructura militar integrada. Por tanto, sería de esperar una sincronización total entre Secretaría de Estado y Dirección General, por el bien de todos. Es decir, es deseable y requerible un funcionamiento de equipo engranado y armónico, como el Barça de Pep Guardiola.

En el caso de Antonio Hernández, su gestión es hoy considerada en el sector, y de forma generosa, como un agujero negro, una incógnita, cuando no, una inacción. Este divorcio y esta inacción han conducido a la actual Dirección General a un estado de irrelevancia, a la gestión burocrática y a la acumulación de temas espinosos. El hecho es que aumenta vertiginosamente, dentro y fuera, el número de voces críticas sobre la gestión de Hernández: su nombramiento como sustituto de Jorge Sanz había levantado muchas expectativas, recibiendo un depósito de confianza importante. Hernández, Técnico Comercial del Estado, provenía de la Dirección General del Tesoro y su papel en el proceso de titulización a priori se valoraba como relevante. Por otra parte, fuentes cercanas destacan el posible interés de Hernández en aspirar a una oficina comercial en el exterior (destino habitual en este Cuerpo, por otra parte) en la próxima convocatoria de vacantes y que su nombramiento como Director General le otorgue prioridad en la elección de destino.

Su antecesor, Jorge Sanz, también finalizó su mandato en una oficina comercial, pero hay que reconocer que Sanz permaneció en el cargo casi ocho años, con gobiernos de signos políticos diferentes, con dos Secretarios Generales de Energía (Antonio Fernández Segura e Ignasi Nieto) y dos Secretarios de Estado (José Folgado y Pedro Marín), además de contar con un conocimiento técnico y jurídico importante, experiencia regulatoria y gestora, más allá de posiciones discutibles en momentos puntuales, contando con una importante autoridad y referencia sectorial.

Finalmente, a la vista de todo esto, sólo dos preguntas: ¿ratificará el nuevo Secretario de Estado de Energía, Fabrizio Hernández a Antonio Hernández, como director general? Y luego, por curiosidad, ¿qué pensará Fabrizio Hernández, proveniente del sector privado, de que le suban el café?.