Brufau reclama que las empresas apliquen un «mínimo ético común»

El presidente de Repsol YPF, Antoni Brufau, ha defendido la necesidad de combinar la búsqueda de los beneficios en las empresas con la responsabilidad social que éstas tienen, aplicando un «mínimo ético común» en todos los lugares en los que operen.

En una conferencia pronunciada en el Círculo de Economía de Barcelona, el máximo responsable de la petrolera hispano argentina ha señalado que las compañías tienen la responsabilidad de trabajar a partir de un plan estratégico en materia económica y de un plan director de responsabilidad social corporativa que permita «ganar dinero de manera sostenible».

Brufau ha reconocido que algunos países en los que Repsol opera existen situaciones de desequilibrio y sus gobernantes «utilizan la energía por poder», pero ha apuntado que, «afortunadamente, mucho países cada vez son más serios».

Sin embargo, el directivo catalán ha explicado que el uso de la economía como instrumento político es una realidad ante la cual Europa «debe asegurarse el suministro energético, porque en el petróleo «todos dependemos de Oriente Medio«.

En este sentido, ha enumerado algunas medidas que, bajo su punto de vista, los países europeos deben plantearse en su agenda política, como la búsqueda de entradas alternativas a Rusia para el gas natural, la reapertura de un debate serio sobre la oportunidad que suponen las nucleares y el establecimiento de un diálogo «no demagógico» sobre las renovables.

Por otro lado, Brufau ha aludido a hipotéticas fusiones entre empresas del sector energético apuntando que éstas «están basadas en la dificultad para crecer» y se hacen «para ahorrar costes», por lo que ha señalado que «es posible que en un futuro haya alguna fusión».

El presidente de Repsol YPF ha subrayado la importancia de tener «el socio adecuado en el lugar adecuado» por la necesidad de pensar que «estamos en un mundo de alianzas».

Brufau también se ha referido a la entrada del capital riesgo en la dirección de las grandes empresas, de los que ha dicho que «no son positivos para la sostenibilidad del mundo», ya que con ellos se corre el riesgo de convertir inversiones industriales en estrictamente financieras.

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