Bienvenido Sr. Nadal. No hay paracaídas

Razonablemente, en un momento tan relevante como es este acto oficial, nadie hizo un mohín de desaprobación (aunque eso sí, cundió la sorpresa y la perplejidad) ante las declaraciones del recién nombrado, arropado por el propio José Manuel Soria, Cristóbal Montoro y Fátima Báñez, quien había dado cuartelillo al encauzamiento del déficit tarifario de 2012 y del récord de su desfase en un Real Decreto Ley de su Ministerio.

La metáfora es un instrumento muy poderoso de comunicación, porque sirve para mejorar la comprensión de las ideas y los conceptos. Todas las metáforas tienen algo de cierto y algo de falso. Es la característica de lo metafórico. Por tanto, en la medida en que una metáfora se ajuste a la realidad y menos fisuras tenga, mejor estará construida y mejor servirá para ejemplificar la realidad que quiere describir.

De este modo, el sustituto de Marti Scharfhausen, que se presentaba en sociedad sin tarifas de acceso, ya tiene comportamientos y declaraciones de corte «político». Entendemos, siguiendo con el símil fluvial, que una vez levantadas las esclusas con el Real Decreto Ley de empleadas de hogar, el déficit tarifario está «encauzado», eso sí, hasta su desembocadura final en el mar de la deuda eléctrica, concluyendo de esta forma la frase del nuevo secretario de Estado con un predicado omitido y una oración subordinada. Así, Nadal presentó con orgullo el pasado reciente y la legalización de lo ilegal, más que guardar un decoroso silencio al respecto, prometiendo trabajo, ortodoxia, dedicación, gestión y diálogo.

En todo caso, lo peor de esta frase y de la metáfora es que sea balsámica, es decir, que el propio secretario de Estado se la crea. Que en ese desparpajo y soltura impostada de los actos oficiales, no perciba la peligrosidad del puesto en el que, por otra parte, todos sus predecesores en el cargo, salvo el ortodoxo Fabrizio Hernández, han quedado fuertemente tocados. No es edificante que posea una visión aventurerista y de optimismo antropológico ante el problema del déficit tarifario, su situación y el récord alcanzado en 2012.

O la convicción que expresó con respecto a las medidas dictadas en 2012, urdidas entre Hacienda, Industria y la Oficina Económica del Presidente que dirige su hermano, Álvaro Nadal; unas con efecto a largo plazo como es el cierre del registro de preasignación y otras como la Ley de Medidas Fiscales en Materia Medioambiental y Sostenibilidad Energética, que ha engendrado más dudas y problemas que claridad, no es posible que le dejen tranquilo. Debe ser consciente de que con lo «hecho» este año pasado el problema del déficit tarifario sigue estando en el ojo del huracán. Eso sí que es un problema.

Atentos también a la visión industrialista de la energía, que promete pocos matices y finuras. No obstante, bienvenido Sr. Nadal. No hay paracaídas.

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