A diez enmiendas por minuto

En el debate en ponencia, se ha procedido a la inclusión de todas las enmiendas (57) sugeridas por el Partido Popular, esta vez por el procedimiento de cortar y pegar el envío procedente del Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Una operación limpia. Una batería de enmiendas cuyo objetivo es radicalizar, si cabe más, el contenido de la Ley en lo que se refiere a la retribución de los activos regulados. Por su parte, la comunicación política del Ministerio incide en que se hace para regular las “cooperativas energéticas”. ¿A que mola el entretenimiento?

Ahora el debate ya se produce de forma pública y se puede anticipar que el Gobierno y su brazo armado (el grupo parlamentario popular) procederán a la exclusión del requerimiento de la Comisión de Industria de asistencia de expertos, de los agentes y partes concernidas (se han rechazado las peticiones formuladas al respecto). Además, se pretende dar un único turno a cada grupo parlamentario, por lo que la mayoría impone un debate de poco más de una hora para despachar 441 enmiendas. Por ejemplo, el principal partido de la oposición defenderá 100 enmiendas en diez minutos. En términos de cinética, quieren conseguir una velocidad, en un movimiento uniformemente acelerado, de diez enmiendas (a rechazar, ‘of course’) por minuto.

En cualquier país occidental, los procesos regulatorios de tal importancia sectorial y económica vienen precedidos por trabajos serios y procesos deliberativos concienzudos, coherentes con lo que puede ser el mejor servicio que se puede realizar a una sociedad o un país: la inteligencia, la información, el conocimiento, los expertos y la transparente presencia de los agentes en la sede de la soberanía nacional, explicando sus respectivas posiciones, a disposición de unos representantes políticos que, por otra parte, son responsables, conocen que tienen un problema relevante y delicado sobre el que deben decidir y que precisan contar con una opinión completa y formada.

Nuestros representantes de la soberanía popular con este proyecto de Ley del Sector Eléctrico tienen enfrente problemas muy severos para el futuro de España, para la seguridad de suministro, para la estabilidad regulatoria, para la seguridad jurídica, para la retribución de las inversiones reguladas, para la adaptación a la normativa europea y para la consecución de unos mercados energéticos competitivos, que no pueden ser resueltos por la vía unilateral de ‘nosotros hemos ganado unas elecciones’ y por tanto la normativa se elabora en términos de lentejas.

Las conclusiones de todo esto no pueden llegar a ser más claras: en primer lugar, podemos observar una plena inconsciencia de nuestra clase política dirigente en cuanto a la relevancia de la reforma y sus consecuencias para la economía española y para el sector energético, todas ellas entendidas de forma cicatera en términos de política partidista.

En segundo lugar, asistimos a la degeneración y degradación de la vida parlamentaria en la medida que los propios representantes soberanos aceptan sin chistar ser una mera comparsa al servicio del Ejecutivo. Así, por propios procedimientos espontáneos y naturales, ese deterioro conduce a que, de generación en generación, el siguiente representante del pueblo que llegue a la sede parlamentaria necesitará menos conocimiento que el anterior, dado que sólo precisará ser eficiente de forma nihilista en un tipo de comportamiento: apretar un botón en el momento oportuno y con la indicación correcta, para lograr retener su derecho a ser elegible en el futuro a cambio de obediencia debida. La teatralización del paripé será cada vez más esquemática en los partidos de organización muy vertical.

Y, finalmente, también se confirma que el Ejecutivo actual, el ministro de Industria y el secretario de Estado de Energía, con el apoyo filial de Moncloa y del operador de sistema en el sector energético, optan por la soberbia, el integrismo y el estalinismo parlamentario que ya es vox populi . Algo más que un rodillo. Por eso, no quieren ningún obstáculo en el camino, ni refrenos, ni pararse un momento, ni mostrar receptividad, ni comprender la dinámica de las economías avanzadas y de mercado, ni escuchar a nadie el proceso en la medida que lo enlentece, matiza sus pretensiones, provoca pensar o que la convicción de la posesión de la verdad mesiánica lo impide.

Van a esa velocidad de diez enmiendas por minuto. No hay posibilidad de rectificación si llegasen a una curva o apareciese algo en la trayectoria. Atención: posibilidad de choque frontal con la realidad.

1 comentario
  1. Ariel13
    Ariel13 Dice:

    Creo que dáis perfectamente en los aspectos más miserables del comportamiento de este gobierno. Efectivamente, inconsciencia, degeneración y degradación, y una soberbia estalinista / integrista. No se puede decir más claro.

    La alternativa será dinamitar este sistema disparatado en cuanto sea posible. Lo malo es que volvemos a subir la ladera con la piedra para que en cuanto vuelvan lo tiren todo a rodar.

    Es realmente duro e insoportable tener que tragar con tanto despreciable personaje. Los funcionarios trabajan y callan. Los diputados del PP cortan y pegan la producción de Castellana 160.

    El ejecutivo legislando, el legislativo asintiendo, y el judicial preparando el cuaderno de las multas. Ni Rajoy, ni Saenz de Santamaría ni el dúo los Nadal tienen la más mínima vergüenza. Qué asco de tipejos y tipejas.

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