Volatilidad inconveniente

Con toda lógica, el regulador describe que será un sistema mucho menos estable (recordemos la pretensión de que los precios de la electricidad evolucionaran con el IPC) y, por ello, solicita un mayor período de adaptación. La CNMC, por otra parte, tiene ganas de sacudirse el sambenito de ausencia de independencia que recibió en el proceso de las subastas.

La CNMC también anuncia una hipotética reducción del 4,3% en los precios de la electricidad, derivada de la desaparición de los mecanismos de cobertura ante la evolución futura de los precios (primas de riesgo) incluidos en los resultados de las subastas, dado que sus participantes operan con precios anticipados sobre el trimestre siguiente.

En realidad, ese es el eje de la propuesta elaborada por la Secretaría de Estado de Energía: la eliminación del componente riesgo futuro por la vía de aplicar los precios directos finales y pasados del mercado en cada franja horaria de casación. Un total de 1.480 precios si se multiplican días y horas de cada período. Lo que pasa es que Industria realiza la eliminación de este componente prima de riesgo «por las bravas», generando enormes costes tanto para las comercializadoras, como para los consumidores que poco a poco irán actualizando sus contadores y poniéndose al día en el manejo de las hojas de cálculo.

En consecuencia, la CNMC estima una oscilación de entre 4 y 6 euros, arriba o abajo, en los recibos de los consumidores. Y, todo ello sin contar los lógicos corrimientos de precios que se producirán por parte de los consumidores cuyos hábitos son nocturnos y no tienen tarifa con discriminación horaria, frente a los consumidores de hábitos más diurnos. Y, a la vez, también sujetos a la evolución de la extensión de los contadores digitales y de los nuevos sistemas de gestión y telemedida. Habrá, lógicamente, un efecto traslado de precios medios a cada uno los precios horarios, en mayor o menor medida. El primer recibo puede ser una sorpresa para muchos consumidores. Y, en muchos casos, algo desagradable y terrorífico.

Recordemos que este mecanismo estaba dirigido a evitar las condiciones del mercado, que se tornaron en especulaciones del Ministerio y que llevaron a la ilegalización y supresión de la última subasta. El Gobierno, entonces, hace tres meses, buscaba estabilidad y predictibilidad en los precios.

Podemos colegir que Industria sigue con una pauta de comportamiento recurrente, de un problema mal definido (la evolución de los precios de la electricidad, cuyo componente principal creciente no está relacionado con el suministro y que está en los costes regulados, unido a su componente intervenido), que genera, mediante comunicación política y escándalo, un clima orientado a la proposición mesiánica de medidas poco meditadas que provocan nuevos problemas, para imponer nuevas medidas y, de esas, nuevos problemas y más graves. Herramientas sofisticadas y perversas para complejizar problemas, en lugar de abordarlos con la lógica de la liberalización y de un sistema de precios competitivo y claro. Y, así de forma recursiva.

Según se conoció el viernes, con todo esto que dijo la CNMC sobre este sistema de tarifas con el que el Gobierno enmendó (aunque estaría mejor dicho, que devoró) el anterior de subastas, ya se está trabajando en enmendar el nuevo planteamiento, dando respuesta a los defectos e inconvenientes evidenciados, para proporcionar una mayor estabilidad.

Lo que está claro es que el torpedo de la CNMC al sistema propuesto por Industria ha dado en su línea de flotación y el Gobierno no podrá aplicar este delirante sistema y tendrá que inventar algo nuevo.

Temblemos.

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