Una vez cada tres meses

Pongámonos que en una época de crisis económica dicha «sensibilidad», si cabe, de forma lógica, se agudiza. La utilización de los resortes sociales contra las eventuales subidas de algo es relativamente sencilla de disparar y de activar. Y esta situación es tanto o más frecuente cuando se trata de precios donde existe una decisión administrativa que los interviene, como en el caso de la tarifa eléctrica.

Pero, de hecho, no hace falta que dicha situación se haga en tiempos de crisis. En tiempos de auge económico, las subidas de la tarifa eléctrica se circunscribían al Índice de Precios al Consumo, con independencia de la evolución que se produjera en el interior de sus componentes, provinieran de los precios en el mercado de generación o de las tarifas de acceso (costes regulados por decisiones administrativas).

Por tanto, en su momento, se generó indebidamente y de forma anómala, la ficción del denominado déficit tarifario. Ficción, por otro lado, que supuso un endeudamiento del país y que, una vez explicado, pone los pelos como escarpias a quien conoce la naturaleza del mismo. En todo caso, este problema está en vías de solución y la última política tarifaria eléctrica tiene mayores visos de realismo que en el pasado.

Pero eso no quiere decir que no esté exenta de presiones y riesgos políticos cada vez que, trimestralmente, se aborda la actualización de las mismas. Sobre todo en la medida que existe un resabio histórico respecto al precio del kilowatio, de forma que es el último reducto de la intervención de precios y de los mecanismos ordenancistas antimercado, lo que siempre deriva en el sometimiento a la presión pública. Otros precios de estos suministros energéticos, como los carburantes, no están sujetos a estos «momentos de la verdad» y su actualización se aborda de una forma continuada y estable, y recogen la evolución de los mercados de crudo y refino, sin un aquelarre periódico.

En ese contexto, y como cada tres meses, comienzan a resonar los tambores relativos a la modificación de tarifa para el siguiente trimestre. Empieza la toma de posiciones. Cuestión que, en puridad, procede de la suma de sus partes, evolución del precio en el mercado de generación y tarifas de acceso (costes regulados). De lo que se fuera capaz de absorber permitiría además cumplir con las previsiones máximas de generación de nuevo déficit tarifario.

Sebastián ya ha hecho unas declaraciones, en primer momento maximalistas, negando la posibles subida de tarifas en este trimestre que, posteriormente, ha condicionado a la evolución de los precios en la subasta del próximo 21 de junio, en el caso de que fueran rematadamente mal. Razonable es esta cierta precaución, en la medida que es necesario ofrecer credibilidad sobre las decisiones relativas a los precios eléctricos y el déficit, en el bien entendido además de que estamos seguidos y vigilados desde la Comisión Europea y los mercados, compelidos a una mayor ortodoxia (dado que no es explicable que dicha ortodoxia no se garantice).

En todo caso, la evolución de las tarifas eléctricas que se establezca en la próxima revisión de tarifas no debería, en ningún caso, abortar el calendario para la reconducción del déficit tarifario, ni el calendario para la actualización de los precios de la electricidad a la realidad.

En este sentido, es previsible la oposición a la subida de las tarifas eléctricas en modo negacionista, desde distintas instancias y diferentes justificaciones, que van desde posiciones cortoplacistas que promueven la intervención de los precios y la redistribución intratecnologías, cuestionamientos al mercado, reclamaciones de quienes utilizan la energía como un «input» productivo y niegan su condición de precio con sus tipologías tarifarias, hasta los lógicas de las propias asociaciones de consumidores, intercaladas con cuestiones como la toma de las lecturas o el cambio de contadores, junto con el cálculo político y electoral. O todas a la vez, entremezcladas.

En todo caso, parece razonable, suban o bajen finalmente este próximo trimestre, transitar hacia métodos menos dramáticos y estables que vayan actualizando los precios de la electricidad, recogiendo sus componentes y las tensiones de los mercado.

Ahora, como hace tres meses, todo está preparado, otra vez para su repetición casi con idénticos poscionamientos. Todos en sus puestos. De nuevo.

1 comentario
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