Todos los hombres del presidente

Tras la decisión del presidente del gobierno de que no exista subida de tarifas eléctricas para los consumidores domésticos, el Secretario General de Energía, Ignasi Nieto, hizo unas declaraciones en Radio Nacional de España (también publicadas por el diario El Economista) en las que anunciaba su adhesión a la decisión tomada por el presidente del Ejecutivo, en la medida que primaba ‘no perjudicar a los consumidores’ frente a la reducción del déficit tarifario.

Echó nuevamente la culpa al pasado de los “platos rotos,” que ahora deberían pagar los consumidores: vajilla, más que platos, en los tres últimos años en los que se “enchufa” a ese déficit casi 3.000 millones de euros. También reconoció que el consumidor lo pagará (en catorce o quince años) y lo pagará caro, puesto que le añadirá intereses al principal. El problema es que a fuerza de incluir déficit cada año, cada vez los cómodos plazos de su financiación son mayores en nuestro recibo. Segundo, que los consumidores no lo saben, y siguen consumiendo igual, aumentando el déficit de este año. Un círculo vicioso.

La verdad es que el cambio de rumbo del Secretario General de Energía ha sido muy rápido con respecto a su propia propuesta inicial. Podremos estudiar posibles razones de que esto haya sido así, en la medida que Nieto no nos tenía acostumbrados a tal grado de flexibilidad: sólo es preciso ver la defensa de la modificación de las renovables o de la retribución de los activos gasistas. Incluso la propia reacción que tuvo en el momento en que el Consejo de la Comisión Nacional de Energía devoró su propuesta de tarifas, mostró a través de sus actos reflejos su clara disconformidad con la escabechina.

Una primera posibilidad de esta transformación es obvia: la propia de los ‘galones’. Carta mayor puede sobre carta menor y, lo mejor, visto el panorama, es ponerse delante de la manifestación, incluso por delante de su jefe, el ministro Clos, cuya tímida defensa de la reducción del déficit tarifario no le ha valido de nada. Así, Nieto puede hacer oposiciones para entrar en la órbita mental del Presidente, tras más de un desencuentro, sobre todo el tema de las renovables.

Una segunda alternativa es que, en realidad, lo que han cambiado han sido unos porcentajes. En el fondo ¿qué es eso? La misma solución que aplicó él, cuándo le fueron devueltas las tarifas de los activos gasistas en diciembre, cambiar la diferencia del tipo de interés en que se calculaba su retribución (consecuencia: fuerte caída de la empresa titular de redes gasistas). A cambio, y gracias a Zapatero, ha encontrado una forma legitimada de ‘calzar’ todo el decreto, con sus operaciones bilateralizadas con precio de 49,23 euros y todo eso, obviando las críticas de la CNE en el dictamen de sus servicios técnicos y en la decisión del Consejo de Administración. Ha hecho un buen negocio estratégico: otro se quema por ti (quién mejor que el Presidente, en este caso) y además se lleva el gato al agua y además se bendice con la palabra consumidor.

La última especulación, es que se trate de una dinámica orquestada, una especie de interpretación a la que estamos asistiendo (escarceos de Economía e Industria y decisión final política). Esto lo acreditaría, puesto que ya van dos veces que desde Moncloa se aborta o se modifica el cambio de tarifas y la verdad, la convicción de los Ministros del ramo en que esto ha bajado considerablemente en la defensa de esta medida.

En todo caso, podríamos pensar que hubiera sido en este caso más elegante un silencio de Nieto tanto hacia el Ministro, hacia Economía, como para sí mismo y su credibilidad. De esa forma, guardaría las formas y no causaría una impresión de fervorosa conversión, detrás de la estela del Presidente. O moderaría su satisfacción por el quiebro al Consejo de la CNE.

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