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TEPCO anuncia que un trabajador de la accidentada nuclear de Fukushima ha estado expuesto a una pequeña dosis de radiación

Europa Press.- La Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO) ha informado de que un trabajador encargado de desmantelar la central nuclear japonesa Fukushima Daichi ha estado expuesto a una pequeña dosis de radiación, según ha revelado un control de seguridad rutinario. La radiación fue detectada en las cavidades nasales del trabajador, un hombre de 30 años, según explicó un portavoz de la compañía.

La empresa ha estimado que la cantidad de radiación presente en su cuerpo es de un máximo de 0,010 milisieverts, menos que la que se registra en una prueba típica de rayos X en el pecho, de 0,05 milisieverts, y ha asegurado que no supone un riesgo inmediato para su salud. Los incidentes por exposición a radiación en la central han sido excepcionales desde que comenzaron las operaciones de limpieza de la planta, tras el accidente nuclear provocado por el terremoto y el tsunami en 2011. El portavoz de TEPCO señaló que el último incidente de este tipo data de enero de 2012, cuando se detectó que un trabajador se había expuesto a una radiación de al menos 2 milisieverts.

Un bidón cae al suelo en Garoña y vierte 3 litros de agua radiactiva aunque no excede los límites permitidos

Un contenedor con un bidón con agua radiactiva que estaba siendo transportado en un contenedor extraído del Almacén Transitorio de Residuos y Bidones (ATR) en la central nuclear de Garoña (Burgos) cayó al suelo de forma accidental de una altura de tres metros y se vertieron unos tres litros de agua radiactiva, según recogió el acta de inspección trimestral del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que, sin embargo señala que no superó los niveles permitidos.

La incidencia, no notificable, se produjo el 24 de marzo, cuando un contenedor transportaba en su interior un bidón extraído sin tapa al que se colocó un cierre provisional de aluminio. El aro metálico que sujetaba la tapa del contenedor se rompió y cayó al suelo desde unos tres metros de altura. La tapa quedó suspendida de la pinza y, al caer el contenedor, la tapa de aluminio que llevaba en su interior cedió y desparramó unos 3 litros de residuo del contenido del bidón.

Según refleja el acta de inspección trimestral de la planta burgalesa, el titular «inmediatamente» cubrió con plástico la zona del derrame e instaló un recinto cerrado con plásticos para que se pudiera recuperar el vertido en su interior. El vertido se recuperó ese mismo día, para lo que los operarios retiraron unos 2 o 3 centímetros del asfalto afectado. Según han indicado fuentes del CSN, de acuerdo con la normativa vigente este suceso «no es notificable» porque se produjo en una zona de la central clasificada radiológicamente cuyos límites de dosis están establecidos y, en este caso, no se superaron.

No obstante, señalan que el regulador pidió al titular un análisis de «notificabilidad» del incidente radiológico. Según la IS-10 donde se recogen los criterios de notificación de las centrales, no se superaron los límites de dosis establecidos en una zona radiológica, por lo que no fue notificable. De acuerdo con el acta firmada por el inspector residente, atendiendo a criterios de contaminación superficial, la zona estaba por debajo de 0,4 Bequerelios por centímetro cuadrado y, tras recoger el vertido se optó por retirar la capa superficial de asfalto para recuperar los valores iniciales y esto se hizo en menos de 12 horas. Si se hubiera superado este plazo sí habrían tenido que notificarlo al regulador.

Fallo en pestillo del contenedor

Del mismo modo, no se detectó contaminación fuera de este área cubierta con plásticos, por lo que los técnicos no establecieron medidas ambientales ya que se habían recuperado los niveles normales. En este contexto, el titular analizó las causas del suceso y advirtió que la pinza eléctrica estaba funcionando con tres pestillos operativos de los cuatro que posee y que precisamente la holgura entre el pestillo y el aro metálico es suficiente para que con tres pestillos se sostenga el contenedor. Sin embargo, sin el aro, el contenedor se desprende. Por ello, el inspector del CSN estipuló que antes de utilizar las pinzas se compruebe el correcto funcionamiento de sus pestillos y, en caso contrario, que se prohíba su utilización.

En la descripción de lo ocurrido, se analizaron las posibles consecuencias radiológicas de que se liberase un 10% del contenido del bidón y también de si se hubiera volcado por completo el bidón: supondría una dosis efectiva al público muy inferior a la restricción operacional para el conjunto del año. Aunque en el análisis de notificabilidad realizado por Nuclenor, al principio se limitaba a uno de los criterios de la Instrucción de Seguridad, se solicitó al titular que se considerara adicionalmente la posible aplicabilidad de cualquier liberación, parcial o total y se determinó que en todo caso habría sido inferior a los niveles permitidos y por debajo de 1 microsievert, que constituye el límite del criterio para notificar al CSN.

En todo caso, el inspector subraya que en este incidente se produjo un retraso en la comunicación a la sala de control de lo ocurrido y advierte de que esto sí podría ser importante en los casos en los que el titular sí debe informar «prontamente» al jefe de turno y al inspector residente en el informe de incidencia menor.

Greenpeace denuncia que Japón presiona a los afectados por el accidente de Fukushima para que vuelvan a la zona contaminada

Europa Press.- Greenpeace denuncia que Japón está presionando a la población afectada por el terremoto y posterior tsunami que aniquiló la central nuclear de Fukushima Daichi para que vuelva a las zonas que aún están contaminadas por la planta accidentada. Entre otras medidas, retirará las ayudas económicas a las víctimas pese a que la situación, según Greenpeace, está aún «fuera de control».

La ONG advierte de que, cuando aún se sienten los efectos del accidente nuclear «de manera significativa», algunas de las áreas más contaminadas dentro de la zona de exclusión, conocidas como zona 1 y 2, se están preparando para el reasentamiento de la población a pesar de que la radiación sigue siendo muy superior a lo aconsejable. Los niveles en los bosques cercanos son comparables a los de la zona de exclusión de 30 Kilómetros de Chernóbil, que más de 30 años después del accidente, quedó formalmente declarada como inhabitable.

El director de Greenpeace Japón, Yuko Yoneda, denuncia que esta medida es «un intento» del Gobierno nipón por ayudar a la industria nuclear y dar «una sensación falsa de normalidad», pese a que los muestreos de la ONG dicen «lo contrario». Desde España, la portavoz de la campaña nuclear de Greenpeace, Raquel Montón, asevera que estaría «encantada» de invitar a Fukushima al ministro de Energía, «que apuesta por las viejas nucleares, para mostrarle lo que está pasando allí». «Ni la planificación de emergencias ni la seguridad nuclear se tuvieron en cuenta y ahora, debido a las políticas de reasentamiento para lavar la cara a la industria nuclear, se da una nueva vuelta de tuerca», reprueba.

Las declaraciones se producen tras un reciente estudio realizado por un equipo de investigación que recogió muestras en Iitate, a unos 30 kilómetros de la central accidentada y ha encontrado dosis de radiación que están «muy por encima de los objetivos de descontaminación del Gobierno japonés, con niveles de exposición anual de por vida que representan un riesgo para los ciudadanos que vuelvan”. De hecho, la ONG internacional asegura que en algunos hogares de Iitate, las dosis de radiación equivalen a una radiografía de tórax semanal. Sin embargo, todavía no se ha realizado ninguna evaluación de los riesgos de exposición de por vida para los ciudadanos si tuvieran que volver.

En la actualidad, de los 54 reactores nucleares que existían en Japón antes del 11 de marzo de 2011, la mayoría siguen inactivos seis años después de la catástrofe, ya que en la actualidad operan tres de ellos. En este contexto, Greenpeace pide a al Gobierno de España «que coquetea con reabrir» la central nuclear de Garoña (Burgos) y ampliar la vida del parque nuclear «envejecido» que deje de apostar por esta tecnología y avance «con urgencia» las energías renovables.

Respecto a Japón, exige al Gobierno nipón que proporcione apoyo financiero completo a la población superviviente y ofrezca información «transparente» sobre los riesgos, para que nadie tenga que regresar por razones económicas o bajo engaño por una falsa sensación de seguridad. Finalmente, insiste en que se debe actuar para reducir la exposición a la radiación al mínimo absoluto para proteger la salud pública y permitir a la población que decida si quiere volver sin coacciones.

Explosión en la central nuclear francesa de Flamanville sin causar fuga radiactiva

EFE.- Una explosión se registró en la central nuclear francesa de Flamanville, en el noroeste del país, por circunstancias aún desconocidas, lo que provocó una leve intoxicación a 5 personas pero no causó fuga radiactiva, indicó la Prefectura. El incidente tuvo lugar en la sala de máquinas de uno de los reactores de la central, el número 1, en servicio desde 1986, que tuvo que ser detenido por precaución.

Una portavoz de la Prefectura indicó que la explosión y el posterior incendio ocurrieron fuera de la zona de producción nuclear de la central, lo que excluye todo riesgo de fuga radiactiva. El prefecto de La Mancha, Jacques Witkowski, precisó que no se trató de «un incendio con llamas, sino que levantó mucho humo, porque cuando un recubrimiento eléctrico arde, provoca una gran humareda». Witkowski matizó que se trata «de una detonación causada por un sobrecalentamiento de una instalación eléctrica«. Además, explicó que se ha abierto una investigación técnica para determinar las causas del problema.

La eléctrica pública francesa EDF, que explota la central, señaló que el incendio «ya ha sido controlado» por el importante dispositivo de seguridad y de bomberos que fue trasladado hasta la central nuclear, con tres reactores. El tercero, en servicio desde el año pasado, es el primero de nueva generación EPR construido en Francia, una obra polémica puesto que, por un lado, acumuló diez años de retraso y, por otro, levantó críticas de los ecologistas.

Fukushima admite que no puede evitar al 100% la filtración de agua radiactiva mientras Greenpeace denuncia contaminación en los ríos

EFE.- Las riberas de los ríos de la prefectura de Fukushima, donde se sitúa la central nuclear accidentada en 2011, presentan altos niveles de contaminación radiactiva, según denunció Greenpeace en un informe publicado al tiempo que TEPCO, la propietaria de Fukushima, admitió por primera vez que el muro helado subterráneo que levanta alrededor de sus reactores para evitar que se filtre agua a su interior no podrá bloquear el 100% del líquido, lo que complica el desmantelamiento de la planta nuclear.

En este sentido, Tokyo Electric Power (TEPCO) reconoció que «el objetivo al construir el muro congelado, reducir el flujo de agua que penetra en el sótano de los edificios» de los reactores, no impedirá su completa entrada. En una reunión celebrada con la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA), TEPCO admitió que solo había conseguido reducir en unas 30 toneladas adicionales el volumen diario de agua que penetra en los reactores procedente de los acuíferos naturales, por lo que se calcula que unas 80-100 podrían seguir filtrándose. Un técnico de la empresa reconoció que no es técnicamente posible «mantener fuera todo el agua subterránea al 100%».

Desde principios de junio la construcción de este muro de hielo subterráneo ha entrado en su segunda y penúltima etapa. El muro tiene como meta aislar el subsuelo alrededor de los cuatro reactores afectados por el terremoto y tsunami de 2011 para evitar así que penetre en ellos el flujo de los acuíferos naturales y a la postre se produzcan vertidos contaminantes al mar. Y es que estas aguas subterráneas se mezclan en los sótanos con el refrigerante radiactivo y por efecto del rebalsamiento se filtran después al océano Pacífico.

Para construir el muro se han insertado en la tierra, en torno a los cuatro reactores, más de 1.500 tuberías hasta una profundidad de unos 30-35 metros. A través de estas tuberías se inyecta una solución salina a una temperatura de menos 30 grados que congela la tierra en contacto con las canalizaciones y crea así una barrera helada. La NRA mostró su preocupación por el hecho de que TEPCO no consiga reducir las aproximadamente 60.000 toneladas de agua que aún hay dentro de los sótanos de los reactores y advirtió que un nuevo tsunami podría provocar que ese agua radiactiva se esparciera tierra adentro.

Greenpeace denuncia contaminación en ríos

Por otro lado, la organización ecologista tomó 19 muestras de sedimento en tres ríos de la región, el Abukuma, el Niida y el Ota en febrero y marzo de este año y, según los resultados, 18 arrojaron niveles de más de 1000 becquereles de material radiactivo por kilo. Una de ellas, recogida a unos 30 kilómetros al noroeste de la planta nuclear, llegó a indicar la presencia de 29.800 becquereles de cesio 134 y cesio 137 por kilo de sedimento. El estándar del Gobierno japonés para el agua potable es de un máximo de 10 bequereles de cesio por kilo.

«El impacto radiológico de la catástrofe nuclear de Fukushima en el medio acuático, con consecuencias tanto para la salud humana como del medio ambiente, no se limitan sólo a los primeros años tras el accidente», explica el informe. «Existen amenazas presentes y futuras, principalmente los vertidos continuados de agua radiactiva desde la planta en sí» y la progresiva diseminación de la contaminación que existe en el suelo de la región a través de «bosques, ríos, lagos o estuarios costeros», añade Greenpeace. Fukushima ha sido el peor accidente nuclear desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986.