Entradas

Narbona descarta que pueda darse luz verde a la reapertura de Garoña en las próximas semanas

Europa Press.- La exministra de Medio Ambiente y consejera del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Cristina Narbona, ha señalado que el informe sobre la reapertura de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), que está elaborando el CSN, «no tiene fecha próxima de finalización» y no parece que pueda se aprobado en el pleno «en las próximas semanas».

Tras su intervención en el debate ‘Cambio Climático y ciudades’, organizado por Fundación Alternativas, Narbona ha apuntado el informe está «todavía en fase de evaluación de la implantación de todas las medidas que se le han solicitado a Nuclenor para que pueda optar a la renovación».

«Este proceso no tiene una fecha próxima de finalización y no puedo avanzar cuándo lo debatiremos en el pleno, pero no parece en estos momentos que pueda darse esta circunstancia en las próximas semanas», ha insistido en declaraciones a los medios.

En cuanto al futuro de la central para 2016, la exministra ha insistido en que el documento que haga el CSN «sólo sería vinculante si fuera negativo», y «preceptivo, pero no vinculante», si es a favor». «Así que la última palabra la tiene el Gobierno de la nación. Previsiblemente el nuevo Gobierno», ha concluido.

Narbona responde así a la organización ecologista Greenpeace, que este miércoles aseguraba que el visto bueno a la licencia de reapertura de la central la haría el actual Ejecutivo. El objetivo sería que, si se instala un nuevo Gobierno en La Moncloa tras el 20 de diciembre y decide desmantelar Garoña, sus propietarios podrían reclamar «pérdidas por lucro cesante».

El CSN da el visto bueno a mejoras necesarias para la reapertura de Garoña con el voto discrepante de Narbona

Europa Press.- El Pleno del Consejo de Seguridad Nuclear aprobó, por cuatro votos a favor y uno en contra, un informe favorable de la Dirección Técnica de Seguridad Nuclear sobre la revisión de las Especificaciones Técnicas de Funcionamiento de la actualización de las curvas límite de presión y temperatura de la vasija del reactor de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos).

En la cuestión no ha habido unanimidad en el pleno, donde la consejera Cristina Narbona ha votado en contra porque la iniciativa va dirigida a la vuelta en operación del reactor de Burgos sin que el regulador atómico haya aclarado ni debatido de manera técnica y jurídica las «implicaciones» de la solicitud del titular, Nuclenor, de renovar su licencia hasta 2031, un periodo superior al de las Revisiones Periódicas de Seguridad, que se realizan cada 10 años, normalmente coincidiendo con las peticiones de renovar los permisos.

Según el pleno, el informe responde a los requisitos del CSN exigidos a Nuclenor en la Instrucción Técnica Complementaria sobre la documentación y los requisitos adicionales previos a discutir la solicitud de renovación de la central atómica burgalesa.

La actualización de las curvas de presión-temperatura (P-T) son calculadas para 40, 50 y 60 de operación correspondientes a los escenarios de arranque y parada en operación normal y de prueba hidráulica, así como para las condiciones de núcleo crítico. También se entiende que la vasija está en condiciones de vacío y se ha analizado la adecuación de las curvas de P-T a esta situación. Esta revisión sería aplicable «solo en el caso» de que el titular lograse una renovación de la autorización de su explotación.

Durante el pleno se ha puesto en evidencia las diferencias sobre la cuestión de Garoña, ya que además del voto en contra y voto particular presentado por la consejera Narbona, tanto el presidente, Fernando Martí, como el consejero Fernando Castelló Boronat, han adjuntado al acta del pleno del día 4 de noviembre sus respectivos votos particulares, a favor de la decisión y en contra de la postura de Narbona.

Así, en su voto particular, Narbona se reitera en el contenido de su voto particular emitido en julio de 2014 en el que discrepa de la decisión del pleno porque es «la primera vez en la historia» en España en que un titular de una central solicita renovar su autorización de explotación por más de 10 años y esto «implica la disociación automática» de las Revisiones Periódicas de Seguridad del tiempo de duración de las renovaciones de las autorizaciones de explotación. A su juicio, esto rompe «una buena práctica reconocida internacionalmente y asumida por el CSN desde la década de los años 90».

Además, afirma que también es la primera vez en la historia de la seguridad nuclear española que un titular ha solicitado operar un reactor nuclear hasta los 60 años de explotación comercial y esto supone un incremento de los residuos nucleares.

«La calidad de los procesos de regulación son inherentes y consustanciales a las garantías de seguridad», considera Narbona que no identifica el objetivo general de la mejora de la seguridad nuclear y radiológica en el «inédito» proceso de renovación que sigue el regulador sobre Garoña, ya que se ha iniciado la evaluación para su renovación sin que el Pleno haya aclarado aún si puede o no aceptar tal «anómala solicitud de Nuclenor».

Por ello, reitera su petición de que el pleno delibere y decida «cuanto antes» respecto a la vigencia de la práctica de asociar las revisiones periódicas de seguridad con el periodo de autorización de explotación. A este respecto, estima que si el pleno decide cambiar esta práctica tendría que explicar las mejoras técnicas y jurídicas que introduciría tal disociación en la seguridad nuclear y radiológica y, también, las implicaciones de operar un reactor a 60 años. «Hasta que esto no se produzca, esta consejera considera inadecuado proseguir con el proceso de evaluación de la central», concluye Narbona.

Del mismo modo, el presidente del CSN ha presentado su voto particular para justificar su voto favorable en el que el expediente votado está incardinado en el cumplimiento de los propios acuerdos del pleno del regulador atómico en julio de 2014 en el que se establecían una serie de requisitos a Garoña, como condición previa a estudiar su solicitud de renovación.

En su opinión y respecto al voto en contra de Narbona, Marti Scharfhausen argumenta que la reiteración de argumentos, opiniones y juicios de valor no introduce elemento novedoso alguno para la seguridad nuclear. «Considero que dicha reiteración sí menoscaba la credibilidad de este organismo regulador, cuya misión no es otra que garantizar la seguridad nuclear», concluye el presidente.

Asimismo, estima que se repiten conceptos separados como asociar o identificar los periodos de tiempo de la revisión periódica de seguridad para analizar tendencias e incorporar lecciones, con el nuevo tiempo por el que se solicita o se revisa las condiciones de las seguridad para la operación a largo plazo, siempre a futuro.

Por su parte, el consejero Castelló Boronat es más exhaustivo en su explicación de voto y sus opiniones respecto a su compañera Narbona. En concreto, recuerda que el argumento de Narbona sobre la necesidad previa de un debate técnico y jurídico sobre la propia solicitud de Nuclenor «en su momento sólo contó con un solo voto» y que el pleno adopta las decisiones por mayoría.

A su juicio, la existencia o no de un debate amplio sobre un proceso regulatorio, no puede ni debe predeterminar el voto concreto sobre un asunto que técnicamente está «perfectamente soportado y argumentado» por el cuerpo técnico.

De este modo, opina que la reiteración de los argumentos ya expuestos y conocidos por Cristina Narbona en su momento, «fundamentados en el error conceptual» de confundir los mecanismos de evaluación» de una revisión periódica de seguridad sobre los diez años pasados, con los de la evaluación para la continuidad de Garoña en el futuro «no pueden utilizarse de forma reiterada, en contra de la amplia mayoría de los miembros del Pleno, ya que pueden confundir a la opinión pública y menoscabar la credibilidad del regulador nuclear.

Castelló califica de «extemporáneo» plantear este tipo de cuestiones que no son objeto de lo que se está analizando en el pleno y que, de hecho, ya han sido objeto de análisis por parte del mismo o que lo serán en su momento.

En definitiva, el consejero estima que la «buena» práctica regulatoria es «respetar los procedimiento y los tiempos» que conllevan los trámites y las evaluaciones técnicas y «ceñirse» a las cuestiones que son «realmente» la competencia del organismo y «no introducir elementos de debate ajenos y sesgados por debates políticos o circunstanciales».

Del mismo modo, critica la «predisposición para disturbar la toma de decisión» sobre la cuestión introduciendo elementos de análisis del proceso regulador.

En ese sentido, advierte de que la «previa disposición de «alguno» de los consejeros a emitir su voto sobre un asunto concreto, en función de un posicionamiento general y amplio en el que se pueda encontrar dicho asunto, «puede interpretarse como estrategia política estrictamente como un debate regulatorio sobre una propuesta técnica.

«La existencia o no de un debate amplio sobre un proceso regulatorio no puede ni debe predeterminar el voto concreto sobre un asunto, que técnicamente está perfectamente soportado y argumentado por el cuerpo técnico», manifiesta el consejero.

Finalmente, insiste en que en su opinión, «no parece oportuno ni conveniente que se aproveche cada ocasión que se incluye en el orden del día un asunto relativo a una instalación determinada, en este caso Santa María de Garoña».

Filibusterismo y conflicto político por el ATC

Una de las primeras cuestiones a tener en cuenta para abordar la cuestión del Almacén Temporal Centralizado de residuos nucleares es que España cuenta con un sistema de generación de electricidad diversificado en sus tecnologías, que permite, descontando excesos de la burbuja renovable, contar con un mix de generación eficiente. Esto incluye evidentemente el parque de generación nuclear, cuya función de energía base, sin emisiones contaminantes, participa en ese mix de manera decisiva.

La necesidad de que España cuente con un almacén de residuos nucleares es evidente. La operación del parque actual, del que nadie pide aumentar su número de reactores, lo requiere a la vista de la factura que podría suponer aumentar el grado de expatriación de este proceso. Por eso, es una desgracia enorme que una cuestión de estas características, la construcción del ATC se haya incrustado en la tragedia de la política politizada convirtiéndose en un campo de batalla, es decir, en otro de los conflictos en el ámbito de la energía que evidencian el forcejo institucional del país, hasta convertirse en una pelea de sumo teñida de polémica, por alineación de administraciones y partidos.

Llegamos así a uno de los elementos comunes de este Gobierno en energía: un diagnóstico correcto, pero una instrumentación y articulación pésima, basada en el enfrentamiento y la soberbia, carente de negociación y conducente al conflicto institucional, en el que todos cometen errores y excesos en sus respectivos afanes. Hagamos un repaso reciente de la escalada: las maquinarias se activan tras cuatro años de letargo. No pasa inadvertida la «agilidad” sobrevenida de repente en el CSN, la ocultación de un informe calificado de irrelevante (siendo irrelevante ¿por qué se oculta?), su contradicción sin explicación (qué no significa que sea inexplicable) con los informes geológicos y la existencia de informes pendientes aún, a pesar de lo cual el CSN se pronuncia.

A cuenta de ello se produce, con motivo de este dictamen, un enfrentamiento posicional entre dos consejeros del organismo, Fernando Castelló (favorable al ATC) y Cristina Narbona (desfavorable), agente doble y antinuclear confesa. A ello se suma la discrepancia de voto entre Narbona y la consejera Rosario Velasco, ambas propuestas por el PSOE. Conviene estar atentos a la proyección de Narbona y a su instinto y experiencia política, algo que puede acabar trayéndole de cabeza al presidente del CSN, Martí Scharfhausen, el ex secretario de Estado de Energía que nunca lo fue, que puede verse salpicado por la gestión de este asunto y la penalización de la propia credibilidad de este organismo regulador encargado de velar por la seguridad nuclear.

En la misma línea, de movimiento acelerado, el propio ayuntamiento de Villar de Cañas aprueba un plan urbanístico a uña de caballo para poner alfombra roja a la instalación, que está siendo observado con lupa por la Junta de Castilla La Mancha, que amplía la protección medioambiental de una laguna cercana a petición de una plataforma anti instalación, lo que ocasiona la chispa del conflicto jurídico y del choque de trenes que previsiblemente acabará en los tribunales como un conflicto de competencias con el Estado.

A declaración medioambiental demagógica de la Junta de Castilla-la Mancha, respuesta del titular de Justicia, Rafael Catalá, con anuncio de declaración de interés general. Por su parte, desde Industria se acude a la exageración y al maximalismo declarativo: José Manuel Soria considera que de no construirse el ATC, subiría un 30% la tarifa. En el campo de batalla, está también, cómo era lógico, todo el movimiento antinuclear muy bien engrasado.

Los detractores de esta tecnología saben que obstaculizar un proyecto así puede servir para encarecer severamente la operación nuclear en España y beneficiar a otras. Cobrarse esta pieza sería capital y redundaría en beneficios asociados. El Gobierno español se encuentra entre la necesidad de ser friendly ante las elecciones, la menesterosidad del descuido al habérsele echado el tiempo encima, más lo aguerrido de la forma de operar en cuestiones energéticas, jugando siempre a órdago, y no las tiene todas consigo.

Por eso, sin esconderlo, una de las argumentaciones es la formulación política de oposición a la energía nuclear, como reconocía el consejero autonómico de Medio Ambiente en una entrevista en Onda Cero a cuenta del filibusterismo jurídico que el gobierno regional empieza a ejercer contra el ATC de Villar de Cañas. Además de advertir de que los nuevos requerimientos del CSN incurrirían en un sobrecoste imprevisto al proyecto, destacaba su opción política por “otras fuentes de energía de carácter renovable”.

Por eso, también es cierto que la coartada medioambiental de la oportunista ampliación promovida por la Junta contra el proyecto, no resistía las preguntas de Carlos Alsina al consejero y sus grullas, lo que desenmascara a la vez un perfil muy político/politizado de la oposición al ATC que va a ejercer el nuevo gobierno regional de forma indisimulada. Narbona gana la partida en el PSOE.

A todo ello, Villar de Cañas, en medio de este conflicto entre Administraciones, teme que el proyecto se escape, con el empleo y desarrollo asociado al ATC, mientras recibe de su consejero autonómico, recién estrenado, promesas a cambio de la instalación del estilo de las mismas banalidades insustanciales e inconcreciones que prometió Zapatero para promover en su momento el cierre de Garoña una mañana de julio, con un argumentario menos improvisado, alejado de esquematismos y más elaborado desde la comunicación política.

La guerra ha comenzado.

El CSN concede la autorización previa a las obras del ATC de Villar de Cañas

EFE / Europa Press.- El pleno del Consejo de Seguridad Nuclear aprobó, «con límites y condiciones», conceder la autorización previa de las obras de construcción del Almacén Temporal Centralizado (ATC) de combustible nuclear gastado y residuos radioactivos de alta actividad en la localidad de Villar de Cañas (Cuenca), por cuatro votos a favor y uno en contra de la consejera Cristina Narbona. Por ello informará favorablemente remitiendo al Ministerio de Industria, Energía y Turismo el informe preceptivo y vinculante. Corresponde en consecuencia al Ministerio otorgar la correspondiente autorización administrativa.

Con este permiso, solicitado por Enresa el 14 de enero, el mayor órgano regulador de la seguridad nuclear en España da el visto bueno al emplazamiento del ATC, a pesar de que aún está pendiente de recibir varios informes requeridos a la citada empresa pública de residuos, como es el caso de uno sobre la hidrogeología de la zona. Esta autorización previa permite iniciar las obras externas o complementarias a los terrenos donde se asentará la instalación, como por ejemplo las vías de acceso a la zona donde se ubicarán los principales edificios del ATC, y para continuar con el proceso reglamentario de la autorización de construcción de la instalación.

El CSN recuerda que, conforme a lo establecido en el Reglamento de Instalaciones Nucleares y Radiactivas, la autorización previa es «un reconocimiento oficial» del objetivo propuesto para la instalación y de la idoneidad del emplazamiento elegido. La evaluación técnica órgano regulador concluye que, desde el punto de vista de la seguridad, el emplazamiento propuesto «no presenta fenómenos excluyentes«. Afirma también que el objetivo del ATC, «está justificado y las necesidades a cubrir quedan debidamente argumentadas» de acuerdo con el Sexto Plan General de Residuos Radiactivos.

El Consejo reconoce que «las características del emplazamiento, aspectos geológicos, geotécnicos, hidrogeológicos y de estabilidad del terreno, condicionan el diseño del ATC y los fenómenos asociados a las características del terreno recomiendan complementar la seguridad intrínseca del diseño«. Adicionalmente, y al objeto de garantizar que las condiciones de seguridad nuclear se mantienen a lo largo de la vida de la instalación, desde el inicio incluso de las propias actividades de excavación, el CSN requiere «el seguimiento de las condiciones y fenómenos del emplazamiento, mediante la aplicación de planes de medidas complementarias, compensatorias y de vigilancia».

El pleno del CSN ha acordado emitir un informe preceptivo estableciendo los límites y condiciones relativos a la seguridad nuclear y protección radiológica relacionados con esta etapa del proceso, dando cumplimiento a los requisitos básicos de seguridad nuclear en instalaciones nucleares que recoge la Instrucción del Consejo IS-29. El pleno del CSN está compuesto por dos consejeros a propuesta del PP, dos a propuesta del PSOE y uno de CiU. La consejera propuesta por el PSOE, Cristina Narbona, registrará un voto particular explicando su voto negativo a la autorización previa a las obras del ATC, según fuentes del organismo regulador.

Sin embargo, aunque este sería el primer paso necesario, aún quedaría pendiente que el CSN se pronuncie sobre la autorización de construcción del ATC y, posteriormente, sobre la licencia de explotación. La edificación propiamente dicha del almacén va aparejada a la autorización de construcción. La solicitud de autorización previa y de construcción del ATC fue presentada por Enresa al departamento de Industria en enero de 2014. El Consejo de Ministros, en una de sus primeras reuniones desde la formación de Gobierno presidido por Mariano Rajoy, acordó designar a Villar de Cañas como emplazamiento del ATC y su centro tecnológico asociado. Ecologistas y geólogos han criticado la elección de esta ubicación.

 

El PSOE en su laberinto negacionista renovable

La política renovable está causando estragos importantes en las formaciones políticas españolas. Por una parte, el PP está siendo hostigado  por parte de los afectados por la reducción de la retribución de las instalaciones renovables, operada en el marco de la reforma eléctrica. Su consecuencia principal está siendo que en las capas intermedias del denominado capitalismo popular de propietarios de huertos solares se ha desatado una formidable campaña contra los populares en varias regiones del país, afectando a parte de su electorado “natural”.

Por otra parte, la actual dirección del PSOE está azuzando el fuego con el tema renovable; en parte por la búsqueda de réditos electorales, en parte por el propio zarandeo y desmembración de sus posiciones en materia de energía que sufre internamente: ora antinuclear, ora renovables con retribución a todo trapo, ora procarbón. De hecho, recientemente Cristina Narbona afirmaba que el Gobierno de Zapatero se había equivocado en su segunda legislatura con el recorte de las primas a las renovables. Omitía, en esa misma intervención, cualquier referencia al descontrol y a los sistemas de incentivos que empujaron la burbuja renovable mientras ella ocupaba su puesto en el Consejo de Ministros.

Hace seis meses el propio Pedro Sánchez se conminaba, en esa especie de rueda de promesas electorales devastadoras en las que se enreda quién está en la oposición, a reimplantar las primas a las energías renovables, concretamente en un encuentro con productores fotovoltaicos en el feudo popular de la Región de Murcia, estableciendo así un puente emocional entre el pasado y el presente, incidiendo en el modelo de generación de burbujas, ilusión monetaria y fiebre del oro. Política de decir a cada uno lo que quiere escuchar en cada mitin.

En todo caso, con estos titulares se produce la entrada en el charco del PSOE, haciéndole el juego al PP respecto a sus críticas sobre la gestión de las renovables llevada a cabo por los socialistas, de despilfarro y burbuja renovable. Todo ello agravado por la inanidad de la propuesta realizada porque en el fondo todo el mundo sabe que ya nada será igual en el desarrollo renovable español futuro.

Quizá, bajo un atisbo de responsabilidad, lo que se tenga que plantear quien aspira a formar Gobierno no es tanto la reinstauración de un sistema retributivo endiablado, generador de burbujas, sino cómo acometer los reveses judiciales que se van a derivar de los cambios regulatorios realizados en la retribución de las mismas, operadas por cierto con altas dosis de riesgo regulatorio, inseguridad jurídica y poco diálogo con los agentes económicos de todos los sectores concernidos.

Por eso no es de extrañar cuando Felipe González se remueve actualmente desde sus posiciones de retaguardia del partido, cuando advierte del negacionismo socialista del pasado en su ejercicio de acción de Gobierno así como del adanismo de la actual dirección del partido y su desconexión con una visión de Gobierno, de Estado y de país. Algo que en energía empieza a ser altamente inquietante.

Narbona dice que el Gobierno de Zapatero se equivocó en 2010 al realizar el «primer ataque» a la retribución de la fotovoltaica

Así lo señaló durante la inauguración de la VI Asamblea General de la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier), en la que trasladó el compromiso del PSOE de derogar la reforma energética del Gobierno de Mariano Rajoy si ganan las elecciones.

No obstante, reconoció ante los productores fotovoltaicos que el Gobierno socialista cometió un «error» y se equivocó en 2010 al decidir atribuir a la retribución de renovables un «efecto perverso» en términos económicos.

«Se podía haber hecho frente con otra situación, sin consecuencias dramáticos que esa medida de 2010 (recorte a la retribución de instalaciones fotovoltaicas) comenzó a comportar y que no han hecho más que empeorar», apuntó.

En todo caso, el Tribunal Supremo avaló la normativa aprobada en 2010 por el Gobierno español, con Miguel Sebastián como ministro de Industria, por la que se recortaba la retribución de las plantas solares fotovoltaicas, y que suponía limitar el número de horas anuales de producción con derecho a prima.

De esta forma, Narbona abogó por hacer «justicia» con las empresas y ciudadanos que invirtieron en renovables bajo un marco regulatorio y ahora «tienen deudas que no pueden afrontar» por los cambios normativos.

A pesar de que valoró que España está «muy bien posicionada» de cara al impulso europeo a las energías renovables para convertirse en líder mundial en la materia, sin embargo reprobó que el país esté sufriendo una situación de «máxima vulnerabilidad».

Además, criticó la «confusión» generada por el Gobierno sobre el déficit de tarifa y defendió que «no es verdad» que el alto precio de la electricidad se deba a la presencia de renovables en el mix energético español.

La exministra socialista, quien lamentó que se haya «satanizado» a las renovables en los últimos años, sostuvo que cada vez se acerca «más rápido» el momento en el que el conjunto de renovables será «competitivo» con la utilización de convencionales.

En esta línea, Narbona trasladó durante la asamblea el compromiso del PSOE de «revertir esta situación» que ha provocado que la imagen de España en materia de renovables haya caído «drásticamente» en el exterior ante los «numerosísimos» litigios internacionales del Gobierno.

Así, opinó que se producirá una «necesaria transición» del modelo energético y dijo esperar que tras las elecciones de noviembre los procesos de elaboración de normas sean «mucho más transparentes y mucho más participativos» para los sujetos implicados.

«El cambio social se va a traducir en un cambio político» que a la postre «exigirá a los grandes partidos que las normas no se hagan en un despacho, sino que haya la máxima participación de los afectados», agregó.

A este respecto, abogó porque los políticos «seamos capaces de rendir cuentas ante los ciudadanos de cuál es el resultado efectivo de las leyes, algo a lo que no estamos acostumbrados en nuestro país» y sobre lo que «vamos con retraso».

De esta forma, sostuvo que «gobierne quien gobierne» habrá «una ciudadanía más consciente, informada, exigente, con la que tendrá que lidiar, dar más explicaciones y evitar generar incertidumbres desde punto de vista regulatorio».

Ante esta ciudadanía «cada vez más exigente y más cabreada» por la «falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace», el próximo Gobierno tendrá que «explicar muy bien» si no cumple una promesa, a pesar de que «hay veces que uno quiere hacer cosas pero luego hay otras que lo impiden», añadió.