Soria tiene que elegir costes políticos

Los últimos acontecimientos del sector energético, y más concretamente en el sector eléctrico y petrolífero, no tienen una lectura única, sobre todo desde la perspectiva de la política autonómica en la comunidad canaria, algo de enorme interés para el actual ministro de Industria, Energía y Turismo, que dedica al menos un día de la semana de su apretada agenda al archipiélago.

Uno de los riesgos más relevantes de la andadura en la capital para José Manuel Soria es la propia autonomía de acción del departamento que dirige, Industria, frente a Moncloa y concretamente frente a la Oficina Económica del Presidente. Hasta el momento, la autonomía de Soria en Industria está cuestionada para definir y fijar un modelo propio, una hoja de ruta y una propuesta autónoma para resolver el problema del déficit tarifario.

Dicha propuesta pasa, sin duda, por un proceso de negociación abierto con los operadores que permita ganar legitimidad al ministro Soria y ejercer sus capacidades. Ese es quizá el proceso que, en mayor medida, viene cortocircuitado desde el hogar de Rajoy. Bien es cierto que Soria ha heredado uno de los problemas más graves de la economía española que es el déficit tarifario y de más difícil resolución. Y que los condicionamientos fijados desde la Moncloa en el escenario perjudican notablemente la capacidad de acción del minsitro, además de la indolencia ante los costes sobre la economía española, las empresas, el sector, las instituciones económicas y, sobre todo, la seguridad jurídica y la percepción de los mercados financieros internacionales, en que se ha adentrado la Moncloa, con Nadal a la cabeza, y un modelo de resolución de corte político que ya inquieta a los perfiles más técnicos y económicos del Ejecutivo.

Soria, que ya es consciente del problema, de las limitaciones y de sus implicaciones, vive montado encima del tigre. En ese nudo gordiano, la dificultad de conformar un equipo solvente, potente y contundente con capacidad y peso político es uno de los mayores problemas que tiene el actual ministro y que lastra sus posibilidades, colocando plomo en las alas.

También Soria se resiente, dada esta debilidad, de un conjunto importante de elementos tributarios de la Oficina Económica del Presidente en la Moncloa y del Ministerio de Hacienda. Los artífices de la victoria-derrota andaluza insisten en la medicina, en la influencia en el gobierno y esto puede tener consecuencias letales en la política autonómica. Soria, a su vez, empieza a ser víctima del propio hermetismo impuesto en el proceso de resolución del déficit tarifario. Así, la primera fase para la reducción de los costes de suministro eléctrico, el plan Ponds en 7 días tiene el sello de Moncloa y elementos envenenados para el ministro.

Esto está acarreando serios problemas para el titular de Industria que tiene entre sus objetivos ser Presidente de Canarias, como es vox populi en los ambientes políticos. Pero alguna de las decisiones que tiene atribuidas, como la de recortar la retribución a la actividad de distribución, tiene efectos fuertemente negativos para el archipiélago, en la medida en que todavía no se recupera de una separación a lo bestia de las redes de transporte y distribución entre Red Eléctrica y Endesa, algo que se puede volver en su contra. El Ejecutivo de Paulino Rivero puede encontrar un punto débil en esta decisión, más allá de la polémica de las prospecciones de petróleo, polémica mucho más artificial, por otra parte. El deterioro del servicio eléctrico que pueden percibir los canarios no tiene elementos compensadores de los supuestos problemas ecológicos que siempre tienen su compensación en la posibilidad o ilusión de riqueza colectiva en tiempos de crisis y desempleo que tiene el «oro negro» a cuenta de las prospecciones auspiciadas por el Ministro.

Pero no todo son malas noticias ni riesgos a Soria en su capacidad de ganar autonomía en el Ejecutivo. Primero, hay una ventaja, que es el margen de actuación que Rajoy proporciona a sus ministros. Rajoy no es Zapatero, evidentemente, lo cual es un punto favorable para el canario. Además, la relación, por motivos personales, entre Rajoy y Soria es muy estrecha.

Segundo, Nadal no es Sebastián, aunque en los círculos populares tienen muy identificados y atribuidos sus patinazos en línea con las ocurrencias del anterior ministro y predecesor en el cargo de Director de la Oficina Económica del Presidente. Por otra parte, y a pesar de todo, Rajoy no depende de él en la misma medida que Zapatero dependió de Sebastián. El contrapeso de Luis de Guindos, ministro de Economía y figura emergente del ejecutivo, puede salvar esta situación.

Y, tercero, no por evidente, no menos importante: Soria no es Sebastián, en la medida que el olfato político y el encanto del canario es mucho mayor que la impericia del malogrado candidato a Alcalde de Madrid. Si Sebastián intentó propulsarse de la política local a la nacional, Soria busca lo contrario: dar el salto de la política nacional a la autonómica.

Lo que sí es razonable es que el ministro empiece a elegir qué costes políticos asume en lugar de que se los impongan. Seguro que ya sabe. Está pasando. Lo está viendo.

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