¿Quiere usar eficientemente la energía en su vivienda? Sepa cómo

Más del 40% del consumo total de energía en España se produce en las viviendas, pero ahorrar energía no tiene por qué significar una disminución de la calidad de vida. Al contrario, supone mantener una calidad de vida a través de un uso racional de la energía y un alto nivel de eficiencia energética. Es decir, es posible aumentar el nivel de confort en los hogares sin despilfarrar energía, y con medidas muy simples.

La orientación de una vivienda juega un papel fundamental en su climatización. Si está orientada hacia el sur, recibirá sol todo el día, mientras que si está orientada al norte, ocurrirá al contrario. En caso de estar orientada hacia el este, la vivienda recibirá el sol de la mañana, y si está orientada hacia el oeste, el de la tarde.

Aprovechamiento pasivo de la energía solar

Usar la energía solar de forma pasiva puede ahorrar alrededor del 50% en calefacción. En este sentido, conviene tener en cuenta que las paredes y suelos de una vivienda se asemejan en comportamiento al de una esponja: si reciben calor, lo absorben y acumulan, y en cuanto el aporte de calor desaparece, devuelven el calor acumulado.

Por tanto, en verano el objetivo es evitar la absorción de calor en la vivienda, y eliminar el calor cuando sea posible. Existen dos formas de hacerlo.

En primer lugar, evitando o reduciendo la radiación solar. Existen para ello elementos fijos de la construcción, como marquesinas y voladizos, que reducen la entrada de sol directo en la vivienda por las ventanas en verano y la maximizan en invierno. También existen elementos móviles como persianas, toldos, contraventanas, lamas, cortinas, etcétera, siempre exteriores. Las persianas no conviene bajarlas totalmente: dejando unas rendijas permitimos que el aire caliente salga fuera y que entre luz natural.

El segundo elemento que juega un papel fundamental en una adecuada climatización de la vivienda en verano es la ventilación. Existen varios modos de ventilación: cruzada, simple y el denominado «efecto chimenea». La ventilación cruzada (mucho más efectiva que la simple) se produce al abrir una ventana y una puerta, o dos ventanas que no estén en la misma pared. Así, el aire entra por una apertura, cruza la habitación, o la vivienda, y sale por otra. La ventilación simple es la que se produce al abrir una ventana o hueco por el que el aire entra y sale. El efecto chimenea se basa en que el aire caliente, al pesar menos, sube, y mediante ventilación puede ser evacuado por aperturas en la parte superior de las habitaciones. Se aconseja, en verano, abrir las ventanas durante la noche y cerrarlas durante el día.

En invierno, el objetivo es absorber y acumular el máximo posible de calor, evitando que el calor acumulado se pierda.

Se puede hacer de dos maneras. La captación solar, por un lado, que consiste en permitir la entrada de luz directa del sol evitando cualquier tipo de protección. En el caso de disponer de galerías acristaladas, o dobles ventanas, deben permanecer cerradas, para producir el efecto invernadero y acumular el calor dentro de la casa. Es conveniente tener las cortinas totalmente abiertas para que entre la mayor cantidad posible de luz.

La segunda forma consiste en aislar bien y ventilar lo mínimo posible, además de evitar las pérdidas de energía a través de paredes o ventanas. En este sentido juegan un papel especial factores como el aislamiento en la fachada. Las carpinterías también son un punto de atención, ya que el 40% de pérdida de calor se producr por las ventanas y cristaleras. Es conveniente que sean estancas (no permitan flujos de aire), y con acristalamiento doble (una doble ventana ahorra un 30%). En cuanto a las ventanas que no reciban radiación solar en todo el día, deberían protegerse con contraventanas o persianas, que producen un efecto aislante. La ventilación sigue siendo necesaria, pero con 10 minutos suele bastar para renovar el aire de una habitación.

Calefacción y refrigeración

El Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) desaconseja el uso de la calefacción eléctrica, excepto la bomba de calor. Además, defiende los sistemas de calefacción centralizada frente a la individual, que tiene la ventaja de ser más económica pero tiene un menor control, mientras que la individualizada es más cara, pero también permite un mayor control. En todo caso, el aprovechamiento óptimo se produce mediante un sistema de calefacción centralizada con un control individualizado del consumo. Si se va a estar fuera más de un día, conviene apagar la calefacción. Por último, conviene recordar que la temperatura óptima para la vivienda en invierno es de entre 20 y 22ºC, y abusar de la calefacción puede ser perjudicial para la salud.

En el caso de la refrigeración, casi todos los sistemas dependen de energía eléctrica. Se debe buscar una temperatura no menor de 24ªC, pues las diferencias de temperatura con el exterior de más de 12ªC no son aconsejables in por motivos de salud ni energética o económicamente. Por debajo de 25ªC, cada grado menos consume un 8% más.

Iluminación

La iluminación natural supone un coste cero, y por ello es aconsejable aprovecharla al máximo y evitar el uso indiscriminado de la luz artificial. Las bombillas más eficientes son las de bajo consumo, y aunque más caras, se amortizan a medio plazo y al exigir menos energía, contaminan menos. Para leer o trabajar se aconseja iluminación próxima y focal, ya que es mucho más efectiva que la luz general para el mismo propósito.

Energías renovables

La aplicación más extendida de energías renovables es la colocación de paneles solares en la cubierta (tejado) de la vivienda. La energía solar puede captarse mediante paneles solares fotovoltaicos (convierten la energía solar en electricidad) o mediante captadores solares térmicos, que calientan el agua, bien para su uso como agua caliente sanitaria o como calefacción.

Si se hace una instalación adecuada, los captadores solares y los paneles fotovoltaicos pueden amortizarse en poco tiempo mediante el ahorro del gasto. Hoy existen subvenciones en forma de primas para la energía solar fotovoltaica que hacen muy atractiva su instalación. Puede informarse en su Comunidad Autónoma.

Por otra parte, las calderas de carbón se pueden adaptar fácilmente para el uso de biomasa como combustible, reduciendo la emisión de elementos contaminantes.

Agua caliente

La producción más eficiente de agua caliente es mediante aquella energía que proporcione calor directamente, sin recurrir a su transformación previa bajo forma de electricidad. Es decir, el agua calentada por captadores solares, gas natural o gasóleo, reduce el gasto energético en hasta dos veces y media. La temperatura más adecuada es de unos 40 grados.

En lo referente al gasto de agua, conviene sustituir el baño por la ducha, lo que permite ahorrar hasta 100 litros. En el mercado existen duchas de bajo consumo que gastan la mitad de agua, y por tanto, de energía.

Electrodomésticos

Los electrodomésticos llevan una etiqueta de clasificación del consumo, siendo la clasificación «A» la más eficiente. Permite un consumo de energía de un 55% menos que el de un electrodoméstico de gama media.

El 90% de la electricidad consumida en lavadoras y lavavajillas es para calentar el agua. Se recomienda que, en la medida de lo posible, se utilicen programas económicos y de agua fría, además de intentar conectar la tubería de agua caliente al lavavajillas y a la lavadora.

En la cocina, una olla rápida ahorra tiempo y consume la mitad de energía. En general, una vez comenzada la cocción, el fuego se debe bajar al mínimo. Por otra parte, el fondo de los recipientes debe ser mayor que el fuego y siempre se deben tapar (eso permite un 20% de ahorro energético). El sistema de placas vitrocerámicas es mucho menos eficiente en uso energético que el gas.

Consejos para la calefacción

El IDAE, Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía, ha identificado diez pautas de conducta para ayudarnos a evitar un consumo innecesario de la energía, lo cual tiene un doble efecto: ahorro para el bolsillo y menores repercusiones para el medio ambiente.

Abra las ventanas el tiempo necesario para ventilar las habitaciones (unos 10 minutos bastan).

Apague la calefacción por la noche y no la encienda por la mañana hasta que la casa esté ventilada y se hayan cerrado las ventanas.

Cierre los radiadores que no necesite para mantener el bienestar en la casa. Si va a permanecer fuera de casa más de un día, apague completamente la calefacción.

Instale burletes y adhesivos en puertas y ventanas: evitar un flujo de aire puede ahorrar entre un 5 y un 10% de energía.

Las ventanas dobles, o el doble acristalamiento, ahorran un 20% de energía; el 40% de las pérdidas se produce por ventanas y cristales.

Instale válvular termostáticas (termostatos) en los radiadores, o un regulador para la caldera.

Mantenga la temperatura entre los 20ºC y los 22ºC.

No abuse de la calefacción: las diferencias bruscas de temperatura entre interior y exterior no son buenas para la salud. Además, cada incremento de un grado en la temperatura consume entre un 5 y un 7% más.

Para dormir, una temperatura de entre 15 y 17ºC es suficiente, aunque los niños y las personas mayores podrían necesitar un poco más de calor.

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