¿Qué tiene que ver Leire Pajín con los órganos reguladores?

La controversia política envenenada de este verano ha traído en su guerra de guerrillas un episodio continuado que es el “caucus” que está sometiendo a la voluntariosa y juvenil Leire Pajín, responsable de la campaña electoral europea socialista, para ser investida como senadora por Valencia, planteándose el hecho de que comparezca públicamente para defender su promoción.

El hecho es que el Partido Popular parece que está haciendo de rabiar (y bien) a las huestes socialistas y, en especial, al exiguo núcleo duro director de Ferraz: Zapatero y Blanco, actual ministro de Fomento. Pajín ha sido ojito derecho de Zapatero (fue nombrada dactilarmente como Secretaria de Organización del PSOE) y Blanco (su predecesor), quien ironizó sobre la campaña electoral de su partido en los últimos comicios, se ha visto contrariado por lo correoso de la oposición efectuada a Leire Pajín. Por ello, ha tenido que salir en plan primo de Zumosol: os obviaremos/borraremos de las instituciones del Estado si nos seguís chinchando con Pajín.

El hecho es que, merced a esa fuerte renuencia, José Blanco ha amenazado con alterar el proceso previsto de renovación de determinadas instituciones del Estado donde se estaba trabajando en hallar acuerdos para su renovación, mayor independencia y despolitización, en una economía necesitada de instituciones creíbles, estabilidad regulatoria y seguridad jurídica, tras el estrepitoso fracaso de su conformación actual. Este era el caso de la Comisión Nacional de Energía (CNE). Una cuestión que es lo suficiente seria para que se estropee desde la política y se amenace con una repolitización de las instituciones por una controversia política menor.

Más contexto. Por si fuera poco, este verano está claro que no es el de las instituciones españolas y el gobierno no está especialmente fino, aunque tampoco la oposición: Fernández de la Vega, cuyos viajes son cada vez más polémicos, no puede aguantarse en Costa Rica y da un “toqueteo” transoceánico a la justicia, incluyendo la emisión de órdenes al Fiscal General del Estado. Y, para más inri, el principal partido de la oposición, el Partido Popular, se ha sumergido en un irresponsable ejercicio de agitación a cuenta de la generación de sombras de duda (y no evidencias) sobre espionaje. Y, en todo ello, ya se apunta la amenaza de la “ruptura institucional”. El cuanto peor, mejor. En medio de este fuego cruzado, se halla el funcionamiento del Estado, con una baja densidad en su calidad política y con un marco institucional envuelto en “celofán”.

Por tanto, y a quién corresponda: ¿Qué tiene que ver Leire Pajín, la “joya de la corona” del PSOE-PSPV”, y sus simplificaciones ideológicas, con los órganos e instituciones del Estado? ¿Alguien puede introducir responsabilidad en esta controversia política? ¿Qué hemos hecho los españoles para merecer esto?

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