Previo Gobierno en energía

Del mismo modo que se ha puesto de moda en las retrasmisiones futbolísticas hacer un balance de cómo llegan los contendientes al día en que se produce el encuentro, podríamos utilizar el símil y decir que nos encontramos en “Previo Gobierno”. Parece que no más allá de mañana esta situación caracterizada por la interinidad relativa quedará resuelta. El comienzo de esta legislatura está siendo diferente, incluso para los mecanismos de renovación del gobierno. Acostumbrados a la estrategia de filtración dosificada, casi destilación, de los componentes en los gabinetes anteriores de Zapatero (y de sus sustituciones), la ultima semana ha estado presidida por el hermetismo.

La expectación es grande. ¿De qué color será el cuaderno del Presidente? Y la espera ha convertido, las filtraciones y posibilidades conocidas en este período, casi en especulaciones. Las principales quinielas y diatribas, han dejado en el ámbito de la energía dos candidatos, David Vegara y con menos intensidad el ex Ministro Luis Atienza. Lo que si parece descartado es la continuidad de Joan Clos, según todas las fuentes consultadas. La segunda cuestión estriba en si la energía, dentro de un modelo necesario de coordinación de la política económica, dados los tiempos que han comenzado y se avecinan, se deja campar a sus anchas (como en esta legislatura pasada), se coordina desde dentro del Ministerio de Economía integrada en su estructura, o al menos, el Ministerio de Industria, se sincroniza y tiene una plena sintonía con la política económica evitando la zozobra en que acaban estos cuatro años.

Se impone control y que se ate en corto, sin escándalos y sin personalismos tan acentuados como los que hemos vivido, con una acción mucho más gestora: tarifas, prospectiva energética, reordenación empresarial del sector, déficit, recuperación de la seguridad jurídica e impulso inversor de las empresas… son retos de futuro para el nuevo gobierno. También entra en juego el ministrable Miguel Sebastián que recogería en una cartera de nueva creación, una escisión de la parte más empresarial de Industria, la innovación, el desarrollo y la tecnología.

Una cuestión muy importante son las personas. Quién y cómo seguirá al frente de la acción de la política energética del Gobierno. Lo primero porque tendría la misión de arreglar los platos rotos de estos últimos cuatro años (con mascletá de cierre en el ultimo año y medio). Lo segundo porque debería ajustar su actividad a un nuevo escenario en el que se dedique a aspectos más estratégicos y globales, frente a la tendencia a influir en la retribución, y en aspectos más ordenancistas, verdadera cruz que acaba cegando al que se pone por delante (“mandar”, claro). Por eso, la resistencia a entregar las tarifas al regulador independiente (junto con su carácter de sustitutivo del pollo y del butano en el presunto control de precios), al que se mantiene en su jardín de infancia de fruslerías regulatorias (por eso y por la propia coartada del estado del regulador independiente, señalado desde muchos frentes que ahora no vienen al caso).

Bien es cierto que el actual Secretario General de Energía se sigue postulando, con fuerte convicción, en su continuidad, sobre la base del salvoconducto de los apoyos políticos del PSC. Pero, bien es cierto que el reparto de pesos políticos del PSC en el Gobierno, puede que se resuelva en otras posiciones según las informaciones aparecidas. Y, al mismo tiempo, el nuevo Ministro entrante pueda encontrar, si lo considera, alternativas bien en el propio PSC o en otros ámbitos territoriales del Partido Socialista (que tampoco ven con buenos ojos esa autodesignación o predestinación calvinista, incluso dentro de la propias familias socialistas catalanas a la vista de los resultados). O, incluso, como ha ocurrido en algunos Ejecutivos, se pueda acabar buscando técnicos solventes afines, pero sin carné. Que el Ministro entrante se deje constreñir en sus cien días primeros en su toma de decisiones, está por ver, sobre todo si se mantiene el grado de controversia y de conflicto en el que acabó el ultimo partido. Otra alternativa posible es postergar este cambio a dentro de un año. En todo caso, parece ser tiempo de prudencia y no de malas noticias: ni los incidentes en Barcelona, ni la presentación del incremento de emisiones en sector eléctrico recién publicadas, han dejado entrever estos posicionamientos en términos públicos, lo que también se entiende en clave política.

De lo que salga de ese cuaderno del Presidente también influirá en las prioridades de la denominada acción de gobierno, que no sólo se quedan en la conformación de su gabinete y de los Ministerios. Tiene que resolverse varias interinidades. La renovación de la Comisión Nacional de Energía (¿sólo cambio de consejeros salientes, solución quirúrgica de cara a lo que se avecina, cambio de funciones para adecuarla a lo exigido por la Comisión Europea, lo que requiere reforzar al organismo y darle mayor independencia, capacidad y perfiles en su composición, modificación de la modificación de la función 14?). Y, todo ello en el marco de la crisis en otros órganos colegiados del Estado, como ya han apuntado otros analistas, Tribunal Constitucional y Consejo General de Poder Judicial.

Parece que volvemos a las viejas máximas de la información. Todos en sus posiciones. Escenario abierto con restricciones. Algunos nervios. Vuelven a tener valor las exclusivas. ¿Habrá ‘sorpasso’?

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