No news, good news

Uno de los adagios propios de la prensa norteamericana es el que afirma “No news, good news”, es decir, es buena noticia que no haya noticias. La semana pasada el Ministro de Industria, Miguel Sebastián, aseveró que no iba a subir la luz en lo que restaba de año y que los precios del gas bajarían. Cuestión previa: razonablemente, es una “buena noticia” que los precios de la energía se moderen y bajen, tanto para los consumidores como para el conjunto de la economía española, especialmente intensiva en el uso de la energía.

La segunda cuestión previa es que parece que los efectos de la crisis se están dejando notar en la demanda de electricidad, junto a la bajada de los precios del gas y del petróleo, lo que da un respiro (un fuerte respiro) y bastante oxígeno a los precios de la energía. En todo caso, todas estas cuestiones tienen un carácter más o menos coyuntural, con independencia de lo que dure la coyuntura y las razones estructurales que explican la misma.

Quiere decirse, por tanto, que esta situación es variable en el tiempo y, con más o menos probabilidad, puede modificarse. La evolución de los precios de la electricidad, consecuente en el mercado mayorista, tiene una fuerte caída con respecto a lo que se estaba registrando el año pasado. Por tanto, puede ser que ese déficit oculto de la tarifa de este año se pueda amortiguar y que acabemos un año limpio de polvo y paja en la liquidación de la factura eléctrica. Sería una buena noticia.

Pero esto tiene sus matices. El aviso o la noticia de que no habrá subidas de la electricidad puede ser prematuro en la medida que todavía hay mucho período del año pendiente y, si bien esto se puede asegurar para ésta y seguramente la siguiente revisión trimestral de la tarifa, puede ser que el medio plazo no permita hacer aseveraciones tan firmes como esta. Recordemos lo que se dice en los anuncios de determinados productos financieros: “rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras”. Algo parecido puede pasar en los precios de la electricidad.

Es lógico que desde el punto de vista de la política y del gobierno del país exista un cierto nivel de ansiedad respecto de ofrecer buenas noticias a esa masa ingente de ciudadanos sometidos continuamente a procesos electorales y demoscopias, pero también es cierto que el mejor trabajo que queda pendiente de realizar en el ámbito de los precios de la electricidad es conseguir la comprensión pública y social de que los precios de la electricidad se vinculan a condiciones de oferta y demanda y su correlación se saca del debate político y de la controversia partidista. Probablemente este sea el mejor momento.

En ese sentido, la mejor noticia para los precios es que no haya noticia. En el largo plazo, que se actúe para bajar el precio de la energía con un mix que reduzca la dependencia exterior, garantice el suministro y sea eficiente. La mejor noticia para todos es que se trabaje activamente en este proceso de conocimiento económico de la sociedad española.

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