Neuronas espejo

Desde la salida del anterior director gerente, Pablo Fernández, hasta la afrenta para los concurrentes a su sustitución o el cumplimiento de los requisitos formales de la convocatoria fueron casi transparentes y de forma que se airearon muy claramente las anomalías en el mismo.

En aquel momento, la opción Fernández Segura, como hombre para organizar la ‘intendencia’ (desde los teléfonos móviles y los coches a los canapés) del organismo, despertaba un número importante de suspicacias, en quien veía al anterior secretario general de Energía y miembro del ala más ideológica de este sector en una posición que no se correspondía con el “potencial” desde el punto de vista regulatorio que tenía el recién nombrado. Su nombramiento, además, era una verdadera provocación para el Partido Popular de cara a la nueva etapa, de forma que sólo queda la solución más catárquica para el organismo que preside Alberto Lafuente.

Una segunda teoría apuntaba a la búsqueda de una solución que permitiera a Fernández Segura, tras la dinamitación del organismo que efectuará irremediablemente el Partido Popular, incluyendo un Expediente de Regulación de Empleo Institucional, conseguir beneficiarse de las condiciones de extinción de su contrato en atención a los servicios prestados. Dicha operación se efectuó con un Partido Socialista Obrero Español en pleno tobogán de bajada, con la aquiescencia de la oficina de administración de colocaciones, con un personaje clave, el del ex Consejero de la CNE, Jaime González, como un gozne en todas estas instancias.

Las dos posibilidades eran complementarias: por un lado, incorporar un alter ego regulatorio que tuviera ascendente sobre el Presidente de la Comisión Nacional de Energía y la concesión de” beneficios caídos del cielo” al secretario general de Energía para su retiro posterior. Según las informaciones internas del equipo directivo se confirma que la primera de las hipótesis se ha concretado, de forma que Fernández Segura es como el Barça, “més que un Director Gerente” y que interviene en los asuntos regulatorios, con influencia sobre el Presidente y con mando sobre el equipo directivo, yendo sus funciones mucho más allá de lo previsto inicialmente.

En esta posición, presta un apoyo específico al presidente del organismo, Alberto Lafuente, quien ha optado por un ‘low profile’ público. Quizá por eso ayer aparecía en la prensa el dispendio del organismo con el edificio adquirido para eventos en la época de Maite Costa, sin utilidad, ni funcionalidad, como ya informó en su momento Energía Diario.

Y la realidad es que, según los consultados, Fernández Segura, en el plano interno, también comparte con Lafuente sus modales. Los dos comparten neuronas espejo. Y los dos compartirán retiro.

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