Más información, menos nuclear

Las declaraciones de la Ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino, Elena Espinosa, al diario El País cerrando el debate nuclear (“No cabe más debate nuclear” titulaba el medio) ha venido precedido de la nueva estrategia de comunicación del Consejo de Seguridad Nuclear respecto a los incidentes ocurridos en las plantas españolas, de forma que lo sucedido este verano en las plantas españolas, se ha sustraido al fondo de la cuestión en la medida que tenga nivel de significación en la escala internacional o no, tenga riesgo final o no, esté controlado por los protocolos de activación de los planes de emergencias o no, funcionen los procedimientos o no, se sancione adecuadamente o no, dé resultados negativos en la población que pasa por los mecanismos de control sanitario o no. En este sentido, ha pasado en su conjunto a ser estas “típicas” serpientes de verano, que alimentan los medios de comunicación durante la canícula. Sustituyen por tanto estos incidentes a crímenes de tradición histórica como Puerto Hurraco, el asesino del naipe o los autocares despeñables. Es un ejemplo de cómo se desatan estos procesos mediáticos con mayor virulencia, cuanto mayor es la vigencia del debate nuclear (que por otra parte se pone de manifiesto en un escenario de precios del crudo por las nubes).

El Consejo de Seguridad Nuclear ya se apresurado ha hacer publico que ha cambiado los protocolos de comunicación en estos casos desde hace un año. Quiere decirse que se es más «generoso» en la difusión de estos incidentes. Y, también (véanse las últimas declaraciones de sus representantes a Informe Semanal) que las centrales nucleares españolas no están funcionando peor que en tiempos pasados. Al mismo tiempo, el Ministro de Industria, en un ejercicio de autoridad, reúne a los Consejeros Delegados de las empresas titulares de las plantas para requerirles más inversiones en las instalaciones. Por tanto, se da un ejemplo muy negativo a un sector en el cual la información y la transparencia se vuelve en su contra, en lugar de ser la garantía de que contamos con sistemas de seguridad, emergencia y supervisión, serios y rigurosos no amarillistas.

En paralelo, el histriónico Informe de Costes y Precios de la CNE habla de la “renta nuclear” como si las instalaciones nucleares no hubieran hecho más inversiones desde su puesta en funcionamiento. Y, todo el mundo confunde la moratoria nuclear española (derivada del desajuste entre las previsiones de demanda energética y la necesidad de abortar la construcción de nuevas centrales iniciadas) con la postura de otros países de no construir nuevas instalaciones (postura revisitada como ya ha ocurrido en el caso del Reino Unido, recientemente). Demasiados oportunismos y comportamientos políticos en forma de movimiento circular y espasmódico de los gallos sin cabeza, no propio de un país civilizado y occidental. Un debate articulado a través de varios atavismos.

Asimismo desde la propia Unión Europea se incide en el mayor peso futuro en el mix de generación tanto de las renovables como de la nuclear, siendo conscientes que el mix más eficiente es diversificado a la vista para evitar la concentración de riesgos. No consiste en poner en contradicción a unas tecnologías con otras. De hecho, ya empiezan a existir posturas de sectores ecologistas “clásicos” favorables a la energía nuclear para garantizar los compromisos en materias de reducción de emisiones, donde además, por cierto no podemos presentar un balance edificante (fruto también del diseño de Planes Nacionales de Asignación, pensados de aquella manera que mantienen el peso de los combustibles fósiles para evitar otros efectos políticos y penalizan tecnologías más limpias).

En el fondo lo que subyace es la necesidad de compatibilizar crecimiento medioambientalmente sostenible, con la sostenbilidad de la factura energética y la seguridad de suministro Por tanto, parece que el debate nuclear, muy a pesar de los cierres en falso que pretendemos en nuestro país, sigue abierto, tanto en España como en Europa.

Y de plano que estas propuestas de abortar este debate (siempre es malo abortar cualquier debate) seguramente que son baldías, por la propia fuerza de la realidad y de los hechos. En todo caso, sería además el debate que pudo haber sido y no fue, porque nunca hubo tal debate. Como cuando no se debatía sobre la palabra crisis por mucho que también lo dijera el Presidente del Gobierno. O, si esa es la forma en que una sociedad debate algo, mejor apaga y vámonos. El verdadero debate nuclear estriba en un debate de fondo y de más amplio calado, sin estridencias, sobre cómo cumplir con el crecimiento de la demanda de producción de electricidad del país, como hacerla compatible con unos precios de la energía razonables en función de ese mix de generación futuro. Ese debate, no está cerrado, ni mucho menos.

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