Los españoles desconocen el valor real de la energía y del agua

El público español adolece de una considerable falta de información de las fuentes de energía, por lo que su conocimiento sobre su valor real es muy vago. Así se expresó ayer Víctor Pérez Díaz, Doctor en Sociología por la Universidad de Harvard, y Catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, en el marco de las Jornadas sobre Agua y Energía, organizadas en Madrid por el Club Español de la Energía.

“El problema principal de las políticas públicas de sistemas de energía y agua radica en cómo conseguir la atención del público que termine por convertirse en apoyos y críticas razonados a las políticas que puedan proponerse”, señaló Díaz, quien añadió que una opinión pública informada es necesaria para que las decisiones públicas se puedan mantener a largo plazo. “Por ello, es necesario comprender la opinión pública y conocer hasta qué punto se tiene información, o decisión y capacidad de tomar iniciativas”.

El problema español es que los ciudadanos no están informados y por ello ignoran el funcionamiento, los sistemas, el valor de la energía. Es por eso que, según Díaz, se infravaloran las redes de transporte (nadie quiere tener una cerca de su casa), se desconocen las repercusiones de nuestros hábitos y del uso tanto de energía como de agua sobre el medio ambiente, o incluso factores tan importantes como los costes y la cuantía de la energía importada. Así, no más del 5 ó del 10% de la población, explicó el sociólogo, entiende el nivel de dependencia energética de nuestro país, que ronda el 95% si se tiene en cuenta la importación de combustible para las centrales nucleares.

“La energía es un recurso relativamente escaso, y sin embargo, esto no produce consecuencias prácticas, no repercute en los costes”, explicó Díaz. Efectivamente, el precio de la electricidad en España está por debajo de su coste real, lo cual acaba derivando en un déficit tarifario que, igualmente, acaba pagando el consumidor de electricidad. Otro tanto sucede con el agua: el precio que paga un usuario es sensiblemente inferior a lo que cuesta depurar, almacenar y distribuir esa agua.

Existe confianza en los científicos, al contrario que en otros sectores, como el político, sobre lo que pueda ocurrir, señala Díaz. Sin embargo, esto desaparece cuando se trata de confiar en la ciencia para que resuelva los problemas a largo plazo.

El sociólogo denunció, por otra parte, que la confianza en el Estado y los políticos es muy escasa, y sin embargo, existe la creencia generalizada entre el público de que es responsabilidad exclusiva del Estado resolver los problemas.

Eso no obsta, explicó Díaz, para que el público, a pesar de ser desconfiado, tenga una “cierta buena voluntad abstracta”, ya que el concepto que tienen los consumidores sobre los efectos de sus actuaciones en el medio ambiente es muy difuso. Por otra parte, esa buena voluntad choca con la falta disposición del ciudadano a pagar más por el agua, o por la electricidad. Se piensa que el agua, como la electricidad, es excesivamente cara, cuando en realidad su precio es inferior a su valor. La opinión pública está dispuesta a aceptar, y pide, actuaciones medioambientales, pero eso sí, “pidiendo obras que no pague el ciudadano”. Visiones, según Díaz, muy poco realistas.

Con relación a la responsabilidad de las administraciones, Díaz explicó que los actores políticos “están dispersos, creen responder a las perspectivas políticas de sus regiones, pero las Administraciones estatales no terminan de ponerse de acuerdo.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *