Las viejas ideas sobre energía del nuevo secretario general del PSOE

La elección de Pedro Sánchez como nuevo secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha tenido consecuencias instantáneas desde el punto de vista de la energía y, en concreto, del sector eléctrico. De hecho, durante el proceso de primarias se había desgranado el contenido ideológico en lo que se refiere a energía de Pedro Sánchez y el resto de candidatos, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. La verdad es que la pugna electoral no daba mucha cancha a la especulación, ni mucho lugar a la diferencia.

Según se recogía ayer en Vozpopuli, la posición de Sánchez se alinearía con las facciones más antiguas y tradicionalistas del PSOE en materia de energía, hoy cauterizada por la vieja guardia y por los antiguos altos cargos del partido: Jorge Fabra, Luis Atienza, Cristina Narbona, Hugo Morán y los influyentes «ex» del entorno de REE durante los gobiernos socialistas, con propensión a la determinación de rentas reguladas por tecnologías, modelo que tanto ha hecho por nuestras burbujas y del que no hace ni atisbo de revisión o de autocrítica.

En resumen, esta «nueva» posición de Sánchez consistiría en un progresivo abandono de la energía nuclear, un «no» a las prospecciones petrolíferas, una planificación centralizada y la intervención y/o posición contraria al mercado eléctrico. La diferencia entonces con el programa electoral de Podemos o de Izquierda Unida sería mínima, casi de matiz, y, los tres candidatos en liza mostraban casi una identidad de programa energético en lo que a electricidad se refiere.

Ayer, además, el PSOE presentó a la mesa del Congreso una proposición no de ley para debatir el futuro de la energía nuclear en España, con un enfoque apriorístico respecto a la misma. Esto es, en términos de oposición. Por tanto, los primeros pasos del nuevo y telegénico Pedro Sánchez confirman la vigencia de las viejas ideas en materia de energía. Además, con estos pasos se oculta el debate existente en esta materia en el seno del PSOE, saliendo ganadoras las posiciones más caducas, anticuadas, intervencionistas y antimercado del pensamiento izquierdista español rescatadas para el combate antisistema contra Podemos.

Probablemente, desde el punto de vista de renovación real del discurso, de su modernización, habría sido más productivo que volver a los tópicos e ideologizar el debate partiendo de sacar el mismo de lo nuclear, enfocar una revisión de política energética desde una posición global, económica, conjunta, atendiendo a los compromisos internacionales, a los vectores económicos, medioambientales y competitivos, incluso con atención a experiencias como la norteamericana en esta materia, en lo que se refiere al «mix» energético.

El hecho es que la energía es un asunto idóneo para escenificar una «izquierdización» del PSOE para luchar contra Podemos como sangría de votos. Una posición contraria a lo nuclear, a las empresas y todo lo enumerado anteriormente es una munición de batalla básica en el manual del progresismo «old fashioned» español, lo que evidencia también la dificultad para salirse del «frame» hacia posiciones no dogmáticas o, directamente, evitar los prejuicios.

Pero, puestos nuevamente en la utilización política de la energía para el beneficio de la hoja de ruta del nuevo y joven secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, abrazando las viejas ideas y dogmas, nos lleva a la maldición que le ha caído al sector energético desde la política en nuestro país, en el sentido de que cada cambio en la política supone empezar de cero incluso en la toma de conciencia de los problemas que nos atañen.

¿Qué es lo que ha elegido el PSOE entonces? Nada nuevo, lo mismo de siempre.

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