La Unión Europea ultima el acuerdo que orientará las políticas energéticas de los Estados miembro hasta 2030
Los líderes europeos se comprometieron a lograr en esta cumbre un consenso sobre el paquete de políticas energéticas y climáticas para 2030, que incluye metas sobre la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2), para fomentar las renovables y para mejorar la eficiencia energética. Pese a la tibieza de la propuesta original de la Comisión Europea, los países están encontrando dificultades para lograr un consenso, aunque la sensación es que sí se conseguirá, coincidieron fuentes comunitarias y diplomáticas pero las negociaciones se presumen difíciles.
La Unión Europea pretende así dar seguimiento al triple objetivo que se fijó para 2020 (20% de recorte de emisiones, 20% de renovables, y 20% de ahorro energético), mantener su liderazgo mundial en la lucha contra el cambio climático y sentar las bases para un acuerdo internacional en 2015. También abordarán la situación en Ucrania, aunque de momento, ningún Estado aboga por eliminar las sanciones contra Rusia ni por aumentarlas. En cuanto a las negociaciones, Polonia, Portugal y, en menor medida, España se encuentran entre los países que más reservas mantienen, según informaron fuentes diplomáticas.
Un nuevo invitado al debate es el objetivo de interconexiones eléctricas, un tema que hasta ahora no figuraba entre los más destacados del paquete energético, pero que es muy sensible para España y Portugal. Ambos países lamentan su falta de conexiones con una reticente Francia, una situación que convierte a la Península Ibérica en una «isla» energética ya que el ratio de interconexión es tan sólo del 1,2%, frente al objetivo del 10% que la Unión Europea se marcó ya en 2002. Fuentes diplomáticas indicaron que España estaría dispuesta a aceptar un objetivo no vinculante del 15% para las interconexiones.
Según estas mismas fuentes europeas, España «no está en la necesidad de vetar» el paquete ya que valora la mención incluida sobre las interconexiones en las conclusiones a que la Comisión Europea se implicará más en cuanto a fomentar su desarrollo. Portugal, uno de los países líderes en energías renovables en la Unión Europea, mantiene una «posición muy fuerte» sobre las interconexiones y defiende como una línea roja la inclusión de un objetivo vinculante del 15% de la potencia instalada, planteamiento que choca con Francia, que rechaza cualquier meta obligatoria.
Aumentando las interconexiones, España podría hacer llegar al resto de Europa cualquier superávit de energía producida con renovables o parte del gas natural que importa de Argelia y reducir así la dependencia europea respecto al gas ruso. En este sentido, confía en obtener financiación del nuevo plan de inversiones de 300.000 millones de euros que prepara el presidente electo de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker. El nuevo comisario español, Miguel Arias Cañete, se ocupará precisamente de la cartera de Energía y Cambio Climático.
Respecto al objetivo de reducción de emisiones, los países comunitarios prevén respaldar una disminución de un 40% respecto a los niveles de 1990, con permiso de Polonia, debido a su dependencia del carbón, una de las fuentes energéticas más contaminantes, pero que parece dispuesta a levantar su tradicional bloqueo en cuestiones climáticas a cambio de asegurarse el respaldo financiero para modernizarse y de que se mantengan el reparto de permisos de emisión gratuitos a la industria más allá de 2020. De hecho, el borrador de conclusiones prevé crear un fondo, que se financiará con entre el 1% y el 2% de los ingresos generados por las subastas de permisos de emisión, que se utilizará para modernizar los sistemas energéticos en los Estados miembros más pobres.
Otro país que podría plantear problemas en las negociaciones es Reino Unido, que apoya el recorte del 40% en las emisiones de CO2, pero no quiere que se fijen metas nacionales de renovables ni de ahorro energético. Sostiene que cada Estado miembro debe tener flexibilidad para optar por su propia combinación energética, dando prioridad por ejemplo a la energía nuclear o al gas no convencional.
En cuanto a las renovables, los Veintiocho acordarán que sean la fuente de «al menos» un 27% de la energía que se utilice en 2030, según un borrador. La meta será de obligado cumplimiento, pero los países no tendrán que cumplir objetivos nacionales, sino que se evaluará su cumplimiento haciendo una media con todos los socios europeos, de manera que unos podrán compensar a otros. Finalmente, el objetivo de eficiencia energética se situará en pedir un ahorro del 30% para 2030, pero solo de manera «indicativa», lo que significa que no será de obligado cumplimiento.
Fuentes diplomáticas señalaron que en una reunión preparatoria celebrada el martes los países no lograron cerrar un acuerdo, pero sí se «acercaron las posiciones», y los contactos se han intensificado al máximo. La tibieza de los objetivos, duramente criticada por organizaciones como Greenpeace, contrasta con la ambición manifestada por los Estados miembros y Bruselas de crear una Unión Energética europea tras el estallido de la crisis entre Ucrania y Rusia. «Un recordatorio a los líderes europeos: nada se vuelve más fácil posponiéndolo, nada se vuelve más barato», advirtió al respecto la comisaria saliente de Acción por el Clima, Connie Hedegaard, en un mensaje en Twitter.




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