La subida de tarifas y la demagogia

La subida del 11 % que propone la Comisión Nacional de Energía en las tarifas integrales para el tercer trimestre de 2008 y que tanto revuelo ha generado, antes, durante y después de su proceso en este organismo regulador. Revuelo ocasionado fundamentalmente por que en los ultimos años, las tarifas eléctricas han sido el ultimo reducto de un sistema económico franquista: una visión intervenida del Estado, que impidiese que los consumidores de forma progresiva y anticipada asumieran los precios reales del servicio que utilizan.

Para ser lo más didácticos posibles, hay que recordar que el precio de la energía eléctrica, está formado por el coste de generación (determinado, en términos de precios en un mercado liberalizado, mediante oferta y demanda), transporte y distribución y otros conceptos menores como la moratoria nuclear, las cuantías dirigidas al pago de los gastos de los organismos reguladores, etc… Salvo la generación (que como hemos dicho es resultado de las fuerzas del mercado), el resto de conceptos está regulado y fijado por imperativo legal, por lo que sólo puede ser variable en la evolución de la tarifa lo que nos cuesta producir la energía (es por eso por lo que nadie discute lo que ‘cobra’ Red Eléctrica de España en su actividad de transporte en régimen de monopolio). Es decir, lo único que puede variar es el coste de generación de la misma.

Se produce déficit tarifario cuando la tarifa eléctrica cobrada a los consumidores es insuficiente (en la medida que está fijada por el gobierno, está topada) para acometer todos los costes de una forma aditiva (por suma de todos los costes parciales). Y, eso ocurre por la propia evolución de los precios de la generación eléctrica. Cuándo esa diferencia se calculaba a final de año, se identificaba un déficit tarifario ex post. Ahora, que desde el primer momento del año, se sabe a conciencia que la tarifa será insuficiente, se fija una tarifa artificialmente baja, ese déficit es ex ante (es decir que pagamos en el coche la entrada y las letras). Lo que si es claro es que las empresas eléctricas perciben en todo momento, la resultante de los precios de generación eléctrica y la cobran. Por tanto, siempre cobran la energía entregada en el mercado, al precio de mercado. Esta decisión tarifaria no afecta, por tanto, a sus ingresos.

¿Y, de qué dependen los precios de la generación en una sociedad avanzada y occidental? De la evolución del mercado eléctrico en un contexto generalizado de funcionamiento, libre y no intervenido. En este sentido, nuestro mercado, plenamente homologable con los de nuestro alrededor, ha recogido la evolución general en materia de coste de generación de la electricidad, con comportamientos semajantes a lo que ha pasado en el resto de países europeos. Las causas de la evolución creciente de los precios, las encontramos en el crecimiento de la demanda y en la oferta, con la elevación de los costes de materias primas (combustibles).

En este sentido, la subida que ha propuesto en esta primera ocasión de sus recién estrenadas funciones, la CNE sirve simplemente para equilibrar la diferencia de lo que ha subido la luz en el mercado de generación eléctrica desde principios de año (ultima vez que se fijó la tarifa) hasta ahora, descontando el denominado déficit tarifario ex ante (parte de la tarifa que decidimos ya en enero no pagar en el momento en que se produce para postergarla catorce años más tarde: las “letras”). Quiere decirse que: a) el gobierno fijó una tarifa insuficiente para pagar los costes; b) esa insuficiencia era financiada; c) la evolución de los costes (como ha pasado en toda Europa ha sido mayor que la esperada; d) por tanto, esa insuficiencia era nuevametne insuficiente e) hay que subir la tarifa eléctrica para compensar esa segunda insuficiencia y dejarla nivelada con lo que ha pasado este año.

Pero, el desfase tarifario acumulado a 31 de diciembre de 2007, un montante de considerables proporciones, persiste, no hay reducción del mismo, con esta medida. Un volumen amasado concienzudamente en estos años por falta de capacidad política y de sentido económico de mercado. Y, está muy por encima de esta cuantía del 11 %. En ese sentido no se ha recortado nada. Hay estimaciones que lo cifran casi en un 40 %. Con lo cuál, esta subida del 11% (que hace poner el grito en el cielo a los consumidores, como es razonable), por una parte no es habitual en el comportamiento de nuestra Administración por su falta de tradición, pero por otra, por su cuantía, no viene a aliviar el problema de fondo. Lógicamente, hay un escenario peor, el de no hacer nada o seguir anclados en el IPC.

En paralelo, en un país con poca tradición de mercado y mucha de intervención, se ha desatado (desde no se sabe que instancias) una campaña paralela para satanizar a las empresas eléctricas con la subida de las tarifas, haciendolas culpables. Y, así lo recogen, opinadores en sus columnas, más o menos bienintencionadas (pero desinformadas) y muchos particpantes en tertulias, un oficio español puramente. Incluso hay desbocados que han dicho que se sube la tarifa para pagar las nucleares (¿?). No hay responsables de no haber dosificado a tiempo por el terror atávico a la pérdida de votos o a sacar la tarifa del debate partidista. La teoría es que las eléctricas ‘se forran’.

En todo ello, en esta campaña, ha venido hasta providencialmente para sus impulsores, la presentación de resultados de las empresas del primer trimestre a la que estamos asistiendo (obligación, por otra parte de las sociedades mercantiles). Y, esto incluso desde alguno de los prebostes del sector energético y miembros de las ‘minorias creativas’ se haga de forma intencional, sin separar si esos resultados se producen en España, o fuera, si se genera inversión o si no. Les da igual en su demagogia y en su cruzada (el peso de los resultados de las eléctricas españolas es creciente en el exterior, frente a la actividad en nuestro mercado interior, sometidas al acoso regulatorio).

Porque estamos ante dos situaciones que parecen paradójicas, pero que no lo son: primera, que las eléctricas tengan beneficios (en su mayor parte fuera de España), que inviertan, estén bien gestionadas, sean empresas que garanticen un servicio de calidad. Son empresas y se deben comportar como empresas.

Segunda cuestión: que la subida de tarifas aprobada, en realidad, no afecta a los ingresos de las empresas eléctricas, es decir no tienen más beneficios, contrariamente a las informaciones tendenciosas e interesadas. Sólo sirve para reducir la deuda tarifaria de los consumidores con el sistema eléctrico (y sus intereses futuros) que se va financiando fruto de una tarifa insuficiente. Sólo sirve para que el déficit tarifario sea menor. Y por ello, esa tarifa, cuando se eleva, sirve para que el consumidor sepa lo que gasta, conozca lo que cuesta y no decida bajo la ilusión monetaria de un regulador paternalista, de forma que no genere más consumo a las empresas eléctricas (engañado por una señal de precios falsa), sea ineficiente en su consumo (económica y medioambientalmente) y genere una carga adicional: los intereses financieros. Por tanto, la subida de tarifas iría contra los intereses de las propias eléctricas (debe incidir en la reducción del consumo, disminuiría la demanda), pero evitaría las trapisondas regulatorias y los intervencionismos trasnochados, como tentación de reguladores poco ortodoxos.

Queda por analizar el resto de conclusiones que el organismo de Maite Costa profiere en su inquietante nota de prensa. Veremos.

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