«La forma de equiparar el campo de juego entre energías renovables y convencionales es, o bien subvencionar a las primeras, o cargar a las segundas»

PREGUNTA.- ¿Cuál es su opinión sobre el proceso que se está llevando a nivel europeo en materia de la separación de activos de generación y transporte?

RESPUESTA.- Creo que se debe llegar hasta el final. Éste es uno de los casos en los que España puede dar ejemplo, ya que aquí se empezó muy pronto. La separación del transporte y operación del sistema se hizo no de una forma completa, pero sí antes de que empezara el proceso de liberalización, en los años 80.

Es totalmente necesario que esta separación tenga lugar. Hay distintas opciones para hacerlo, pero en todas partes debe llevarse a cabo.

PREGUNTA.- En materia de planificación de la generación ¿cuál sería un modelo sostenible económica y medioambientalmente?

RESPUESTA.- La sostenibilidad tiene tres componentes. Una económica -que yo traduciría en que hubiera seguridad de suministro a precios asequibles y a largo plazo-, que el impacto ambiental sea asumible, y un tercer componente, el acceso equitativo a la electricidad. Desde el punto de vista español está básicamente resuelto, pero no lo está a escala mundial. España debería de colaborar con los demás países en que hubiera un acceso equitativo a la electricidad, y el casi un tercio de la humanidad que todavía no dispone de ella pueda hacerlo lo antes posible.

Esta es mi concepción sobre un modelo energético sostenible, pero para ello no podemos hablar sólo de España. Problemas como el cambio climático o el acceso equitativo a la energía son problemas de escala mundial.

PREGUNTA.- ¿En este contexto, cuál es su opinión respecto a la energía nuclear? ¿Cree que debe de jugar un papel importante en el mix energético español? ¿Y las energías renovables?

RESPUESTA.- Hay una serie de tecnologías que tienen una mayor cabida si hablamos de sostenibilidad medioambiental. Todas ellas tienen sus pros y contras. La nuclear tiene algunos problemas muy serios, que hacen que bajo mi punto de vista personal deba ser relegada a la última de la lista. Lo cual no quiere decir que la excluya, porque hay otros objetivos, como el de tener energía suficiente -visto de una manera austera, tratando de ser eficientes y ahorrando energía en lo posible, pero tenemos que cubrir nuestras necesidades energéticas-. Y hay que hacerlo con las formas de energía que tenemos.

Se puede conseguir. Estamos viendo que la ampliación de nuestro parque puede hacerse con otras tecnologías, y posiblemente podamos prescindir en esta ampliación de la energía nuclear. Eso sería una buena noticia, no tanto en el plano nacional como en el internacional; creo que una proliferación de lo nuclear a escala mundial no sería buena para nuestro planeta.

Las renovables son la otra cara de la moneda. Tienen dificultades, sobre todo en lo que respecta a los problemas de intermitencia y de coste. Son problemas solucionables, aunque tampoco es obvio cómo solucionarlos, y tenemos que poner un gran esfuerzo en ellos porque son las tecnologías de futuro a largo plazo. Pero por el momento, debido a los problemas de intermitencia y de coste, es necesario graduar su nivel de penetración.

PREGUNTA.- ¿En cuánto tiempo cree que podríamos depender exclusivamente de fuentes de energía renovables, si es que se puede llegar a eso?

RESPUESTA.- Antes habría que resolver una serie de problemas. La energía solar es la que tiene un mayor potencial, pero todavía es muy cara, aunque otras energías no internalizan todos los costes medioambientales y, por tanto, están jugando con ventaja. En todo caso, aunque son energías todavía caras, tienen mucho recorrido para reducir sus costes, por lo que yo no sabría decir cuánto tiempo vamos a tardar en producir la energía fotovoltaica a una décima parte del coste que tienen hoy. Seguramente es posible, pero eso requiere avances tecnológicos, investigación y mejoras en los mecanismos de producción. Igual ocurre con las centrales termoeléctricas.

Por otro lado, debemos encontrar formas imaginativas de operar nuestros sistemas eléctricos y hacer participar a la demanda de una forma activa para reducir en lo posible el problema de la intermitencia.

Creo que el objetivo de 100% renovables no es una quimera, pero no es algo ni mucho menos obvio. Habría que apuntar hacia una gran penetración de renovables, que es algo que estamos haciendo en España, pero tener los pies en la tierra, ya que por coste y por problemas de operación, no todo es posible.

PREGUNTA.- ¿En qué medida aumenta la dependencia energética incrementar el número de centrales de ciclo combinado?

RESPUESTA.- Si por dependencia energética entendemos cuánta energía traemos del exterior para cubrir nuestras necesidades energéticas, en este momento es más del 90%. Da igual la materia prima que importemos, siempre será dependencia del exterior. Lo que realmente aumenta nuestra independencia energética son las renovables, porque sí son locales.

Estamos haciendo algo bien, y es que, además del gas que nos llega por conductos, la mayor parte, unos dos tercios, lo estamos importando en barcos metaneros que traen el gas licuado, que se gasifica posteriormente en España. Eso nos da una gran capacidad de diversificación de la procedencia, lo que es muy positivo porque no dependemos de un país concreto, así que la seguridad de suministro es mayor. Aunque depender de una sola tecnología o de un solo combustible tiene cierto peligro.

PREGUNTA.- ¿Cómo ve el apoyo que el Estado brinda a las energías renovables? Desde algunos sectores, este apoyo se considera una mera equiparación de oportunidades ante el hecho de que otras tecnologías no internalizan costes como los de las emisiones de CO2. ¿Cree que esta compensación económica es excesiva, o insuficiente? ¿Cuánto tiempo cree que las energías renovables seguirán necesitando subvenciones para continuar su desarrollo?

RESPUESTA.- Las energías convencionales tienen unos costes implícitos de impacto medioambiental que no están recogidos en el precio de la electricidad, por tanto gozan de una ventaja con respecto a las renovables, que también tienen algunos de estos costes, pero bastante menores. La forma de equiparar el campo de juego es, o bien subvencionar a unas energías, o bien cargar a las segundas. Es la opción por la que se ha optado, por ser la más sencilla.

Por otro lado, las renovables cuentan con tecnologías con niveles de maduración muy distintos. No es lo mismo la energía eólica, que ya cuenta con mucho tiempo y experiencia, y se ha conseguido reducir sus costes hasta el punto de que sea competitiva con las energías convencionales, o energías bastante novedosas, y mucho menos maduras, como la fotovoltaica o la solar termoeléctrica. Hay muy pocas centrales de este tipo en el mundo, de un tamaño industrial, y todavía tienen un gran recorrido. Si no se ayuda a estas energías de una forma especial, no se podrían desarrollar. Igual que se ayudó en su momento a las tecnologías de carbón, o a la nuclear, para que salieran adelante y se hiciera toda la investigación y el desarrollo que necesitaban. Sin gastarse tontamente el dinero, hay que apoyar a estas tecnologías renovables menos maduras con un volumen suficiente como para que sean capaces de despegar, pero tampoco poniendo una gran cantidad de dinero para que estas tecnologías simplemente aumenten en volumen y enriquezcan a sus promotores.

Habría que pensar si los emplazamientos más adecuados para las tecnologías fotovoltaicas son las huertas solares, donde son fácilmente reemplazables por otras tecnologías, o debieran instalarse en lugares del mundo donde no hay otras posibilidades de conseguir electricidad.

PREGUNTA.- ¿Qué piensa de los mecanismos de asignación de derechos de emisión, tal como se han planteado en el Plan Nacional de Asignaciones? ¿Considera que pueden reducir, con ese diseño, de forma efectiva las emisiones de gases de efecto invernadero que se vierten a la atmósfera?

RESPUESTA.- Creo que se ha reconocido ampliamente que hubo un error en la directiva que creó el dinamismo del mercado de derechos de emisión en el sentido de que al sector eléctrico se le dieron gratuitamente unos derechos. Cuando el coste adicional que suponía para el sector tener que adquirir estos derechos se podría conseguir perfectamente, o en buena parte, con un incremento del precio de la electricidad, al internalizar en el precio de la energía el de la tonelada de CO2.

También hay que tener en cuenta que el que los derechos se den gratuitamente o no, no influye -o no debería influir si se hace bien- en las decisiones de las empresas en la dirección de unas tecnologías más limpias.

Son dos temas separados. La asignación de los derechos es un tema de equidad, de compensar o no a las empresas. Por otra parte, el que el precio de la tonelada de CO2 sea más alto o más bajo hará que unas tecnologías predominen sobre otras. Y es un efecto de eficiencia distinto del anterior. Creo que hay que separar los dos terrenos.

La otra cuestión es que el reparto de derechos pueda hacerse mal, y si se hace que este reparto dependa de cuánto se ha emitido muy recientemente, se anime a las compañías a seguir emitiendo porque van a recibir derechos en función de sus emisiones previas. Eso está mal hecho, así como el hacer depender los derechos que se reciban a que una empresa vaya a cerrar o no sus centrales.

PREGUNTA.- ¿Cuál es su opinión sobre la detracción del coste de los derechos de emisión? ¿Cree que es adecuado el mecanismo de detraer los costes a todas las compañías, independientemente de que hayan recibido o no esos derechos en un primer momento y de que usen tecnologías contaminantes o no?

RESPUESTA.- No hay una forma perfecta de arreglar el desaguisado. Una vez cometido el error, es muy difícil volver a la situación anterior.

Pero hay que tener en cuenta dos efectos distintos. Uno, que a una tecnología como el carbón se le hayan dado unos derechos, y además esa tecnología esté ganando el coste que tendrían esos derechos con un mayor precio de la electricidad. Si, según ese caso, está recibiendo una compensación doble, parece razonable que una de ellas se elimine.

Por otra parte, tecnologías como la nuclear o la hidráulica, que se construyeron en momentos en que no se consideraban posibles problemas de cambio climático o de emisiones de CO2, y cuyo desarrollo futuro no depende del CO2, reciben unas compensaciones denominadas windfall profits, que creo que no están justificadas.

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