«La Comisión Nacional de Energía es muy independiente, pero carece de poder ejecutivo»

PREGUNTA.- Es usted uno de los expertos españoles con mayor reconocimiento en el plano internacional. De hecho, es actualmente miembro del órgano regulador irlandés ¿Podría describirnos como funciona este mercado? ¿Cuál es el papel de este órgano y como está configurado?

RESPUESTA.- Cada una de las entidades –por una parte, Irlanda del Sur y por otra, Irlanda del Norte- ha querido formar un mercado eléctrico común, con una comisión reguladora propia y con tres consejeros cada una. Para los aspectos relacionados con ese mercado común se ha creado una comisión conjunta que tiene poder sobre ambas comisiones reguladoras, de forma que lo que decida esa comisión tiene que ser puesto en práctica por los dos reguladores.

Por otro lado, yo he sido nombrado como séptimo miembro independiente, también con un voto (cada una de las otras dos partes tiene un voto). La idea de este tercer voto es que permita avanzar en una u otra dirección en caso de que no haya consenso.

Lo más característico de esta comisión, a diferencia de la española, y también de otras, es que tiene un gran poder ejecutivo. Tiene una serie de competencias que ejerce y nadie, salvo los tribunales ordinarios, puede interferir en sus decisiones. Por ello, las decisiones que toma este órgano regulador son finales a todos los efectos.

PREGUNTA.- ¿Cómo valora su papel en la conformación de este organismo?

RESPUESTA.- El mercado único eléctrico irlandés empezó el 1 de noviembre pasado, y esta comisión empezó a funcionar poco después, por lo que hemos tenido muy pocas reuniones y es difícil valorar la experiencia. Creo que existe un espíritu muy constructivo. Mi labor ha sido sencilla, pues en la mayoría de los casos ha habido consenso. Puede que yo traiga ideas nuevas, pero tiendo a coincidir con la buena regulación que hasta ahora han estado haciendo.

PREGUNTA.- Vd. ha formado parte del Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía. En relación con los comentarios sobre la capacidad ejecutiva de la comisión irlandesa, ¿cree que el órgano regulador cuenta con la independencia necesaria para ejercer adecuadamente sus funciones?

RESPUESTA.- Es necesario distinguir entre ser poderoso y ser independiente. La comisión reguladora española es muy independiente, si la comparamos con las de otros países, en las que se puede encontrar a miembros del Gobierno. Éste no es el caso. En España, la Comisión puede opinar con libertad.

El problema es el escaso poder ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía. Su trabajo consiste, casi siempre, en informar sobre propuestas, órdenes ministeriales, leyes o reales decretos que propone el Ministerio. También tiene poder de propuesta, pero que esa propuesta se lleve a término depende del Ministerio. Además, Industria tiene capacidad para revocar cualquiera de las decisiones que tome la Comisión, o de no hacer caso a sus propuestas.

Mi experiencia en la Comisión fue de disfrutar de una verdadera independencia en el trabajo, y esta Comisión puede hacer exactamente lo mismo. Sin embargo, frente a otras comisiones europeas, o mundiales, es de las menos ejecutivas.

PREGUNTA.- ¿Le parece lógico que el Ministerio de Industria pueda optar por acatar o no las recomendaciones de la CNE, relegando a la Comisión al papel de mero organismo consultivo?

RESPUESTA.- Una comisión reguladora, debería tener unas responsabilidades delimitadas, pero ejercerlas con un carácter finalista. Es lo que ocurre con la comisión reguladora irlandesa.

PREGUNTA.- ¿Cuáles son las peculiaridades del sistema regulatorio español en lo referente al mercado eléctrico? ¿Cuáles son sus puntos débiles y cuáles los puntos fuertes?

RESPUESTA.- Existe un buen diseño de base. La Ley Eléctrica es de las mejores que se han puesto en marcha, pero se ha aplicado en un mercado que no tiene una estructura adecuada, pues aquí existe un elevado grado de concentración. Se quiere hacer un mercado competitivo, pero los agentes son demasiado grandes para el tamaño de nuestro mercado eléctrico (que, debido a la falta de capacidad de interconexión con Europa, se limita al mercado ibérico). Por tanto, nos hemos encontrado con el problema de que es necesario supervisar esa liberalización o mitigar ese poder de mercado. Existe un problema regulatorio de fondo.

Por otra parte, tenemos un buen mix tecnológico. Por el momento, las inversiones han sido suficientes. Tenemos un futuro interesante que tendremos que ver cómo resolver con la pretendida introducción masiva de energías renovables. Y como punto negativo, yo diría, una intervención ex post muy fuerte por parte del Gobierno, que podría entenderse en cierta medida como justificación de esa necesidad de mitigación. Pero se ha implantado de forma desafortunada al establecer, por ejemplo, la tarifa de espaldas al mercado.

PREGUNTA.- ¿Qué examen puede hacerse a esta regulación desde el punto de vista de los movimientos empresariales intracomunitarios que han tenido lugar y los que se vislumbran como posibles?

RESPUESTA.- Según se estableció nuestra Ley Eléctrica, y las privatizaciones que se hicieron con las empresas que todavía no lo eran, estamos abiertos a comprar y a ser comprados. Las dos cosas han ocurrido. Creo que eso sería perfecto en un contexto europeo y mundial si hubiera simetría con los demás países. El problema es que no la hay, y eso es lo que nos pone en una situación de injusta desventaja.

PREGUNTA.- ¿Cómo valora el grado de liberalización del mercado eléctrico español? Existen voces a favor de una mayor liberalización, pero también hay quien aboga por un modelo más intervencionista. ¿Cree que es uno de los más liberalizados de Europa?

RESPUESTA.- Yo diría que, de acuerdo con nuestra Ley Eléctrica, lo es. Hemos optado por ese modelo. En el seno de las directivas europeas caben diferentes niveles de liberalización, y nosotros hemos optado por uno bastante elevado, pero es algo que hay que hacer bien y con cuidado. No podemos pasar de un modelo tradicional a un modelo de corte liberalizado y quedarnos a medio camino en algunas de las medidas.

PREGUNTA.- ¿Cuál es su opinión sobre la tarifa eléctrica y sobre la existencia de un déficit tarifario acumulado de las proporciones en las que nos vamos a situar a finales de 2008 -más de 19.000 millones de euros-?

RESPUESTA.- Es muy elevada, aunque espero que no lleguemos a esa cantidad. En mi opinión, la tarifa tal como está establecida es un error. Uno de los dos lemas fundamentales del Libro Blanco es que se debe de dejar total libertad al mercado. El otro, que la tarifa no se fija, sino que se calcula.

Es necesario eliminar ese déficit lo antes posible, y trasladar los precios y los costes a la tarifa. Pronto no podrá haber, ni en España ni en el resto de la UE, más que una tarifa por defecto, fundamentalmente para pequeños consumidores. Pero es posible que haya muchos consumidores que la utilicen, por lo que una parte de la energía se venderá a ese precio.

Es fundamental que se pague el precio real de las cosas. Además, en el caso de la tarifa, si no se paga ese precio, lo que se hace es posponer el pago. El déficit provocado por esa política ya alcanza los 300 euros por persona. Por un lado hablamos de ahorro y eficiencia energética, y por otro, promovemos el despilfarro a través de una tarifa artificial y excesivamente baja. Esa situación debe resolverse cuanto antes.

PREGUNTA.- Entiendo que tampoco está de acuerdo con una tarifa de último recurso, en línea con los argumentos que plantea.

RESPUESTA.- Cuando hay suficiente competencia en el mercado minorista, nadie puede abusar, porque los clientes tienen posibilidad de marcharse. Pero en estas circunstancias no se paga mucho por la electricidad –alrededor de euro y medio diario por una familia típica de cuatro miembros-. No existen incentivos para buscar otras opciones y por eso es bueno que exista una tarifa.

Si existe una tarifa, debe estar bien calculada, reflejar todos los costes y, desde luego, ser más alta de lo que es, y dejar un cierto hueco a los comercializadores. La tarifa no debe estar en condición de competir de forma ilegítima con el mercado.

No estoy en contra de una tarifa por defecto si ésta está correctamente calculada. Pero sí en contra de la actual tarifa por defecto.

(Segunda parte de la entrevista, el próximo lunes)

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