La caza de Manuel Conthe

A pesar de este puente lejano, la salida de Manuel Conthe de la CNMV no se ha llevado la presencia directa de este episodio en términos ‘comunicacionales’. Pero si los costes mediáticos para el Ejecutivo no se han acabado todavía, estos costes no son similares desde el punto de vista de la confianza en las instituciones económicas españolas, cuestión probablemente mucho más grave. Así este asunto se ha europeizado, tal y como informa el diario El Economista, y puede afear un poco más, si cabe, la imagen de la actual Administración española en la Comisión Europea. Por otra parte, para completar la operación, se activaron mecanismos políticos adicionales para cavar una tumba alrededor del casi ya ex presidente del regulador de los mercados, que no han tenido todos los resultados esperados a tenor de esa reverberación internacional.

En primer lugar hay que destacar que Manuel Conthe es probablemente de los pocos altos cargos de nuestra democracia que ha presentado su dimisión por motivos de conciencia. Es decir, no acuciado por un escándalo económico (por “una pillada”, vamos). Conthe ha dimitido por tener una diferente visión de la independencia del órgano regulador, diferente de la del gobierno y diferente de la de los consejeros que habían sido designados también por el mismo Ejecutivo. Y, eso lo desencadena una controversia concreta: la voluntad de Conthe y del Comité Ejecutivo de la CNMV para abrir un expediente a Enel y Acciona, por perturbar el desarrollo de la OPA de E.On a Endesa con una promesa de OPA, lo cual va contra la Ley del Mercado de Valores, y por otro lado la negativa del Consejo a llegar hasta el final en esta cuestión, no tanto por el hecho de que estas dos empresas adquiriesen acciones en el mercado tal y como se ha querido simplificar interesadamente.

Por ello, y con el fin de desactivar sus denuncias de presiones y sus recomendaciones, se ha desatado esa feroz y bochornosa caza a Manuel Conthe, instigada desde instancias partidistas y sus derivaciones mediáticas, estando el propio interesado de ‘cuerpo presente’. Derivaciones que también se manifiestan, por contraposición, en “loas” y “elevaciones” beatíficas al pasado del PCE de su sustituto y la posibilidad siempre abierta de comprarle un coche usado. A eso es a lo que se refería Conthe en su discurso como “sesgos inconscientes de nuestras conveniencias” de la solución a la española, inspirada por la intuición de Clos y las ‘orientaciones’ de la oficina económica del Gobierno y los viajes de sus inquilinatos.

Pero probablemente la caza de Conthe la inició el candidato Sebastián cuando afirmó que “Conthe no había sido una buena elección” y “que si Conthe quería meterse en política que fuese candidato”. Unas palabras pronunciadas con esa suficiencia de ser Ministro de Economía bis o mejor dicho ¿‘in pectore’? lo que permite realizar afirmaciones tan poco afortunadas. Todo lo demás, aparecido en los papeles impresos, proviene del seguimiento de las consignas y de las afinidades electivas.

Evidentemente, desde posiciones intervencionistas en la regulación, en la economía o en las empresas (sin cuestionar la cercanía o los lazos con el gobierno o el partido, de facto, de presunción o de historia), no se puede hacer un ejercicio encendido de la transparencia o de la independencia. Sobre todo, cuando es difícil que haya una valoración social positiva y generalizada de estos valores, en un modo de conjugar las relaciones económicas y políticas que resultan un excipiente en que todos los gatos son pardos. Pero tampoco puede existir un ejercicio de defensa de la libertad de mercado, y de sus consecuencias: juego limpio, reglas claras, ausencia de discrecionalidad, dejemos actuar a los actores en los mercados, ausencia de vinculación con el poder político, etc…

Por ello, sí que es importante que se avance en las tres recomendaciones que hacía en su discurso de despedida, como procede para un regulador, frente a la intención de que se convierta en un negociado: independencia del Gobierno, rendición de cuentas en el Parlamento y transparencia pública.

Sin entrar en las lecciones del discurso de Conthe, de la relación con su equipo y el Comité Ejecutivo que ha transparentado (frente a la relación con los cargos designados del Consejo), y fuera de todas estas diatribas, más o menos miserables, queda el resultado para la confianza en la economía española, para las instituciones, para la capacidad de generar confianza en nuestros mercados financieros.

Lo que está claro es que no va ser tan fácil como se pensaba pasar este episodio rápida y limpiamente sin dejar pelos en la gatera y sin que se muestren las costuras de nuestro sistema regulatorio y su relación con la política.

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