La Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa condena el empleo de la energía como arma política

La Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), cuya XVI sesión anual acoge Ucrania, instó a sus miembros a no utilizar la cooperación energética como arma política.

La exigencia viene formulada en un proyecto de resolución del Comité General para Asuntos Políticos y de Seguridad de la Asamblea que presentó en la reunión en Kiev el diputado danés Kristian Pihl Lorentzen.

«La Asamblea condena cualquier intento de los estados miembros de la OSCE de utilizar los asuntos energéticos como instrumentos de presión política», señala el documento en alusión en particular a Rusia, que en dos casos cortó suministros a Ucrania y Bielorrusia.

Lorentzen señaló en su intervención que la seguridad energética se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de todos los gobiernos de la zona OSCE y en un problema de seguridad vinculado a la «gran política». También instó a los 56 países miembros de la OSCE a firmar la Carta Energética de 1994, que está llamada a regular el tránsito de los hidrocarburos y las inversiones en el sector y crear condiciones competitivas para compañías independientes y extranjeras.

Actualmente, siguen sin firmar ese documento Andorra, Mónaco y Serbia, mientras Rusia y Noruega lo han suscrito pero se niegan a ratificarlo.

El parlamentario subrayó que el tema energético es y debe seguir siendo un asunto prioritario para la OSCE y su Asamblea, con el fin de «garantizar a todos los países suministros predecibles, seguros, económicamente aceptables y comercialmente fundamentados».

También recordó que, conforme los pronósticos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el consumo total de energía en el mundo para 2030 aumentará un 60 por ciento con respecto a 2002, fundamentalmente a costa de combustibles fósiles. Agregó que la dependencia de la importación de carburantes aumenta en la mayoría de países, y si la Unión Europea en 20 ó 30 años no eleva la competitividad de su propio sector, tendrá que importar el 70% de sus necesidades de energía, frente al 50% actual.

Lorentzen destacó que las principales reservas mundiales de hidrocarburos se concentran en unos pocos países y que la mitad del gas que consume la Unión Europea lo suministran solo tres países: Rusia, Noruega y Argelia.

De mantenerse las tendencias actuales, la parte del gas importado en el total del consumo europeo aumentará hasta el 80% en los próximos 25 años, subrayó.

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