Inocentadas regulatorias

La constatación, por el casi, ya ex Presidente del Congreso, Manuel Marín, de que el Real Decreto Ley de detracción de derechos de emisión no podrá ser tramitado como proyecto de ley viene a confirmar lo que ya todos sabíamos. Que se trataba de una tomadura de pelo, en general al electorado, y a la vez una utilización torticera del Parlamento. Una ‘encerrona’ en la que el propio Partido Popular y otras formaciones políticas cayeron bajo la promesa de que este trámite permitiría suavizar esta barbarie, antes de que se corrija en los Tribunales.

Nada de eso, por tanto, una inocentada regulatoria más, que responde al ninguneo institucional al que ya estamos acostumbrados desde las instancias del Ministerio de Industria. Otro ejemplo: ayer conocíamos que las recomendaciones en materia de la retribución de los nuevos activos de transporte del gas iban a ser tenidas en cuenta formalmente. Es decir que se tramitará por Real Decreto, pero con el mismo contenido que la Orden Ministerial, a la par que se aprobaba la retribución del gas por Orden Ministerial hoy mismo. Y se manda la nota a los medios para confundir y hacer creer que se atienden los criterios de la CNE. En realidad, nada de que el Real Decreto volviera a la Comisión Nacional de Energía antes de su trámite posterior al Consejo de Estado y al Gobierno, y que atendiese al resto de criterios técnicos o metodológicos que pedía el regulador independiente: homogeneizar y sistematizar sistemas retributivos y acercarlos a los existentes en el transporte de electricidad.

En suma, se orillan estas recomendaciones y, lo que es peor, se vuelve a erosionar por la vía del ‘cumplo’ y ‘miento’ (una fórmula de caso omiso), la conformación institucional del sector energético para reforzar al Secretario General de Energía en su ejecutoria sin controles efectivos superiores y sin relación con los agentes del sector. Por ello, todo este ejercicio de trileros, evidentemente, para no modificar sus pretensiones iniciales y ‘llevarse el gato al agua’. Como en otras ocasiones, en las que, cuando la Comisión Nacional de Energía emite informes y enmiendas a la totalidad de lo que recibe de Industria, éste responde modificando ligeramente los porcentajes o ajustando los ‘puntos básicos’ de las inversiones y lo remite al BOE sin pudor. Ya pasó el año pasado con la retribución de las actividades de transporte de gas a principios de este año o con la reforma del R.D. 436/2007.

Todos estps, ejemplos en los que la Secretaria General de Energía, ejerce implacable e irremediablemente de regulador único y considera al regulador independiente como un molesto trámite que cumplir con celeridad, en una política de tierra quemada con sus posibles contrapesos. Lo que pasa es que esta consideración ya la ha extendido al Consejo de Estado, al propio Parlamento y a la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, en horas bajas dada la ausencia de una tutela efectiva del Ministerio de Economía.

Esta práctica regulatoria, basada en una concepción radical de la posesión de la verdad, de acaparar el ‘conocimiento’ de lo que hay que hacer (aunque no haya política energética), de satanizar posiciones diferentes es fuertemente abrasiva para el funcionamiento del sector. Al mismo tiempo es fuente de inseguridad jurídica y de acciones arbitrarias, en la medida de que lo que en muchos casos lo que se le reclama es mayor rigor, seguridad jurídica, estabilidad regulatoria, ajuste al modelo de liberalización de nuestro país, coherencia con las políticas medioambientales y energéticas, correlación con las directrices de la Comisión Europea, informes de impacto económico, justificación a los tratos diferenciales y a las arbitrariedades recogidas, o bien eliminación de las mismas.

Como estamos en el día de los Santos Inocentes, lo podemos calificar de inocentadas regulatorias más en el sector energético, sino fuera por su gravedad y repercusión en un sector tan importante de nuestra economía y por las consecuencias, sobre empresas, inversores y consumidores.

Como siempre, como todo el año.

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