Hiperactivismo energético

Todo ello sin constituir un avance en la articulación de una política energética consistente y propia de un país occidental-europeo, más allá de los futuribles o de la generación de expectativas, racionales o irracionales según se mire. Al mismo tiempo son cuestiones de muy largo plazo que se están tratando ad libitum, en tiempo apocalíptico, o en términos cesaristas, detrás de mí el caos o detrás de mí la salvación, con ese apresuramiento que devalúa la calidad de un posible debate económico, energético y ambiental.

En primer plano se ubica la importante polémica suscitada en el archipiélago canario respecto a las prospecciones petrolíferas que han sido autorizadas en aguas próximas a Lanzarote y Fuerteventura y que comenzarán en el próximo trimestre. Autorización derivada de un proceso que ha tensado fuertemente las relaciones entre el Gobierno de Canarias y el Gobierno central y que aún puede acarrear un referéndum insular convocado por el presidente Paulino Rivero, que ya ha indicado que será en noviembre. Sería el segundo referéndum de una Comunidad Autónoma española previsto para ese mes.

Una segunda cuestión también correlacionada con la obtención de fuentes de energía primaria, en este caso más vinculada al gas, se refiere al impulso y regulación del fracking, fuertemente contestado por cuestiones medioambientales. Del mismo modo, en el caso del aprovisionamiento gasista, la forma de presentar la alternativa española a los eventuales problemas de suministro derivados de las relaciones de Rusia con Europa, dando salida a la capacidad de regasificación y a los contratos de suministro, es una opción que, sin ser descabellada, no deja de ser una solución de largo plazo y con más agentes internacionales en liza que los que maneja mentalmente el Gobierno en su visión salazarista, urgida por los calendarios electorales.

A rebufo de esta situación, se puede presenciar en los medios de comunicación la correa de transmisión de esta visión. Así, TVE elabora un reportaje en su programa Comando Actualidad al respecto de la búsqueda de mayor oferta de energía primaria de varios tipos en el que se reúnen conjuntamente, de forma agarbanzada y a velocidad de cámara en hombro, cuestiones que van desde las exploraciones de petróleo en Canarias, al fracking, a la biomasa, a la generación distribuida y al autoconsumo eléctrico; todo ello en el mismo saco. El programa casi termina con una especie de sensación de estado de “fiebre del oro” respecto a la búsqueda de fuentes de energía en nuestro país.

En todo caso, el impulso a este proceso cuenta con la promoción y animosidad casi telúrica del propio Gobierno a través del ministro de Industria, José Manuel Soria, quién ha abanderado intensamente todas las cuestiones que tienen que ver con estos procesos extractivos o prospectivos con el sustento político del mantra de la “independencia energética”, del que se parece inferir que cualquier inversión, por cara que sea, está justificada frente a una gestión eficiente del suministro o de la generación mediante las tecnologías preexistentes.

Probablemente haya que regresar de este calentón veraniego para volver al aquí y al ahora de la realidad de la sociedad española en 2014, con su oferta, su demanda, sus distintas formas de suministro, aprovisionamiento y sus previsiones. Como punto de partida estribaría la necesidad de una política energética global y de los sectores energéticos, incluyendo su contribución al medioambiente, planteada de una forma realista, atendiendo a las circunstancias de oferta y demanda propias, los contratos de aprovisionamiento, integración e interconexiones con el exterior, exceso de capacidad del actual mix de generación eléctrico, muy diversificado y, a la vez, muy limpio, tanto en términos de fuentes de energía primaria como consumida.

Y, por otro lado, también es necesario trasparentar los debates económicos y de mercado respecto de los modelos de gobernanza sectorial, de tarifas y precios, de fiscalidad ambiental y de liberalización sectorial en términos de competitividad y eficiencia energética, a la par que de integración en los objetivos de energía y medioambiente a nivel europeo que, por otra parte, actualmente están en fase de discusión y en los que España parte con delantera. En ese contexto, diferente al de otros países, es en el que habría que encajar toda iniciativa, con todos sus plazos y prevenciones respecto a sus potenciales resultados sin que luego aparezcan medidas sucesivas cruzadas para su compensación.

Teniendo en cuenta todas estas restricciones, se puede desarrollar un debate serio, experto, sobre todo en lo económico, con perspectiva e informado al respecto, que trascienda de lo ideológico, de lo dogmático y de las pretensiones e intereses más o menos oportunistas de cada momento. Es dudoso que un debate de estas características se pueda producir en nuestro país ahora. En primer lugar, por el propio acontecer político y electoral que lo circunda; en segundo lugar, por la propensión a la inversión desbocada; y en tercer lugar, por sus propios y actuales protagonistas y su incapacidad para el debate, la reflexión y el diálogo.

Todo sea por no quedarnos en la gestión de las expectativas o de las supuestas emociones.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *