«Es inevitable que los biocombustibles influyan en los precios de los alimentos»

«No estoy diciendo que los biocarburantes no tengan futuro. Pero hay que trabajar mucho en ello». Así se expresó ayer José Luis Díaz Fernández, ex presidente de compañías como Campsa o Repsol Petróleo y Consejero de Petronor y de CLH, cuando habló de los biocombustibles como una opción de futuro.

En el seminario sobre la Energía y el Cambio Climático, unas jornadas que durante la mañana de ayer jueves, y hoy, viernes, se celebran en el Congreso de los Diputados para analizar la situación y los retos energéticos en España, la UE y el Mundo, Díaz Fernández explicó que «los biocombustibles tienen muchas ventajas, que todos conocemos, pero también tienen una serie de inconvenientes, que no son mínimos, y que es importante conocer.

En concreto, se refirió a los costes de producción. Señaló que para obtener una tonelada de bioetanol es preciso el uso de 5,4 toneladas de cereales, y para obtener una tonelada de biodiésel hacen falta 3 toneladas de productos como la colza, el girasol, o la soja. «El coste de la materia prima es superior al de la propia gasolina o el gasóleo».

El consejero de CLH señaló, por otra parte, que el ciclo de vida de los biocarburantes también produce emisiones contaminantes, aunque en el caso del bioetanol la reducción es de un 31% menos que la gasolina, y en el caso del biodiésel, de un 53% menos con respecto al combustible fósil.

Sobre uno de los argumentos más repetidos recientemente, el encarecimiento de los alimentos como consecuencia de la competencia en el mercado del biodiésel, Fernández explicó que, «aunque la producción agrícola dedicada a biocombustible sea marginal, las cantidades marginales influyen en la formación de precios y sí termina influyendo».

Por otra parte, señaló, «la producción de biocarburantes no puede evitar la tentación de deforestar para cultivar; sabemos que eso se está produciendo, y además, se ha comprobado que el impacto de las deforestaciones -como eliminación de un elemento absorbente de CO2- es mayor que el impacto que tiene la emisión de CO2 del transporte».

Fernández hizo alusión al informe elaborado por la OCDE, titulado «Biocarburantes: ¿es peor el remedio que la enfermedad?», y recordó la conclusión del informe: «el potencial de las actuales» -y resaltó actuales- «tecnologías de producción de bioetanol y biodiésel para hacer una contribución de importancia a las demandas energéticas del transporte sin comprometer los precios de los alimentos, es muy limitada».

En este sentido, Fernández defendió la necesidad de hacer fuertes inversiones en materia de I+D en el sector de los biocombustibles porque, en su opinión, la segunda generación es una gran oportunidad de buscar materias primas que no interfieran en los mercados alimentarios. Así, recordó que, en el año 2006, las inversiones en I+D en energía en todo el mundo fueron la mitad que las que se registraron en 1981.

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