“Entre competencia con supervisión, o intervención, mejor siempre competencia”.

PREGUNTA.- Sobre las cuestiones más recientes que en el ámbito energético, referidas a la competencia, se apunta hacia la concertación de precios de carburantes en determinados ámbitos geográficos, o incluso las acusaciones veladas de concertación en el mercado eléctrico, sobre todo en algunos mercados de restricciones, como el mercado de desvíos. ¿Qué valoración hace usted al respecto de esta cuestión?

RESPUESTA.- Sobre esta cuestión se discute desde hace tiempo. Se sospecha acerca de posibles actuaciones anticompetitivas. Pero las sospechas no sirven. Lo que debe hacerse es acreditar, lo que no es fácil. En los medios de comunicación aparecen periódicamente noticias acerca de concertaciones de precios. Veremos lo que dirán, en su momento, los Tribunales.

También es verdad que se ha hablado de imperfecciones o de conductas colusivas en algún mercado mayorista de electricidad. Es en estos casos cuando deben intervenir los órganos supervisores, la CNC y la CNE: cuando hay sospecha o evidencia de conductas colusivas debe intervenirse inmediatamente y con contundencia. Pero hasta que no haya sentencias definitivas debemos guiarnos por la prudencia y no emitir juicios de valor.

PREGUNTA.- Los expertos en competencia opinan que hay dos formas de articular el funcionamiento de un mercado. Una es un mercado con reglas claras y mecanismos de supervisión muy eficientes, que detecten estas situaciones. La otra consiste en aceptar que existen estos problemas en los mercados y, por tanto, se decida introducir restricciones, es decir intervención. Si tuviéramos que elegir una de las dos alternativas, ¿cuál defiende Vd.?

RESPUESTA.- Me quedo con la competencia. Competir supone estar en presencia de mercados transparentes en que los diversos operadores económicos confrontan sus intereses y sus habilidades respectivas sobre la base de la eficiencia. Esto es lo mejor que le puede ocurrir al consumidor. Los consumidores están muy satisfechos de lo que ha ocurrido en los mercados de las telecomunicaciones o del transporte aéreo. Si en estos momentos se les plantease la posibilidad de que hubiera otra vez tarifas reguladas en el transporte aéreo, sin descuentos, preferirían la situación actual. Sucedería lo mismo en el caso de las telecomunicaciones.

En mercados de características similares a los mercados energéticos, cuando ha tenido lugar la liberalización e introducción efectiva de la competencia, los resultados han sido positivos para los clientes y para los mercados. Los únicos perjudicados han sido los operadores ineficientes. Y esto es bueno.

En otros mercados, como el de la distribución de carburantes, la competencia es reducida. Sin embargo, se cuenta con alguna excepción, como las gasolineras ubicadas en grandes superficies. Este pequeño oasis de competencia refleja que hay margen para bajar los precios. Al consumidor no le produce ninguna insatisfacción la existencia de descuentos. Cuando hay margen para competir, lo mejor es hacerlo. Con competencia se gana en eficiencia y gana el consumidor. Nadie duda que Telefónica es más eficiente hoy que hace veinte años, cuando no había competencia.

PREGUNTA.- Como Vd. sabe, el sector eléctrico actualmente está en una situación de tarifa topada, que impide el proceso de comercialización. Es necesario asistir a un proceso de liberalización completa de la tarifa, que se tiene que completar para la tarifa de alta tensión en el mes de junio, para las empresas, fundamentalmente, y el año que viene para los consumidores residenciales. Parece que existe la tentación de que la tarifa de último recurso pueda ser lo suficientemente baja como para reproducir incluso el esquema actual. ¿Cómo valora la existencia de este tipo de tarifa y cuáles son los pasos que hay que dar?

RESPUESTA.- La tarifa topada da tranquilidad al consumidor pero es una tranquilidad aparente. Al final todo se paga. O se paga directamente en función del consumo o se paga a través de compensaciones posteriores. Ante esta situación no hay nada mejor que la transparencia. Pagar a través de tarifas es transparente; cada uno sabe lo que está pagando. Pagar indirectamente introduce opacidad desde la perspectiva del consumidor. Y la opacidad beneficia a unos y perjudica a otros. El consumidor quiere transparencia.

Aceptando la posibilidad de períodos de transición, introduzcase competencia y déjese que el mercado fije los precios en competencia. Esta es la condición necesaria. No podemos creer en una competencia parcial; creer que el mercado funciona para unas cosas y no funciona para otras. Este criterio siempre da malos resultados. Si se acepta el mercado debe aceptarse con todas las consecuencias. Y la competencia debe extenderse a todos los mercados: desde las tiendas de farmacia hasta el mercado del tabaco, por poner sólo dos ejemplos.

PREGUNTA.- Las tarifas energéticas para grandes consumidores empresariales. Hay quien sostiene que existe un subsidio cruzado entre las tarifas que pagan los consumidores y las tarifas que pagan los consumidores empresariales, como la G4.

RESPUESTA.- En su día, el Tribunal de Defensa de la Competencia propuso que la G4 fuera eliminada. En realidad, se trata de un subsidio cruzado que beneficia a unas empresas en detrimento de otras empresas o de los consumidores. De nuevo cabe afirmar que la transparencia es el mejor instrumento para asignar mejor los recursos. La G4 puede esconder ineficiencias que deberían desvelarse.

El asunto afecta a un conjunto de países. En estos casos la UE debería ser más ágil. De la misma forma que sigue sin resolverse el asunto de las importaciones paralelas de medicamentos hay muchos aspectos del mercado de la energía que quedan por resolver; entre ellos el planteamiento general y decidido de un mercado europeo de la energía. En ocasiones las autoridades comunitarias no son eficientes.

Hay áreas donde puede producirse energía a un coste más razonable y otras donde es más difícil. Por tanto, con un mercado único se podrían dar grandes pasos en relación con un bien básico como la energía. Califico a la energía como un bien básico porque, directa o indirectamente, se utiliza en todas las actividades. Lo que ocurre en el mercado energético repercute sobre todas las actividades. Por tanto, tiene todo el sentido incrementar la eficiencia en este sector. Y la eficiencia exige competencia. Quien no tiene competencia se adormece. Vive en el paraíso de la “vida tranquila”.

PREGUNTA.- El kilovatio tiene un precio indiferenciado, aunque se producen con tecnologías diferentes con precios diferentes. No se puede distinguir el kilovatio que llega en un momento determinado, pero los costes de cada uno de los agentes son muy dispares.

RESPUESTA.- Las ayudas públicas que disfrazan los costes reales de la energía deberían eliminarse o hacerlas transparentes. Con transparencia, la discusión sobre la energía nuclear, por ejemplo, discurriría por otros derroteros. En muchos casos existen costes disfrazados, subvencionados u ocultos, que los operadores económicos conocen perfectamente pero no los conoce el consumidor. Se paga la electricidad según el recibo, pero hay otros costes que no se conocen pues se pagan a través de subvenciones. Es necesario que se haga la luz sobre estas cuestiones.

El criterio debe ser la transparencia para que el ciudadano sepa lo que están pagando realmente. Ese es el gran problema de determinados tipos de ayudas públicas: hacen opaco lo que debería ser transparente. A veces se tiene la percepción de que algo es barato cuando en realidad no lo es. El asunto es tan complejo que, por ese mismo motivo, el debate queda reducido a cenáculos de expertos. Si se hiciera una encuesta entre los ciudadanos preguntando qué opinan sobre este tipo de cuestiones, la respuesta más abundante sería el “no sabe, no contesta”. Esto no es bueno para el mercado. Cuando la respuesta es ésta, refleja que el mercado no funciona. Y es misión de las autoridades hacer que el mercado funcione.

PREGUNTA.- Hablemos del contexto europeo. Recientemente hemos recibido un importante varapalo derivado de la denominada Ley Rato, el hecho de que existan limitaciones a que empresas públicas de otros países quisieran participar en nuestro mercado adquiriendo empresas que ya estuvieran privatizadas de sectores en los que nosotros hubiéramos hecho ese proceso de liberalización. Por otro lado, se está manteniendo una simetría en los comportamientos de los sectores públicos y de los sectores energéticos de países como Francia, Italia, Alemania… ¿Cómo valora esa sentencia en esta situación asimétrica?

RESPUESTA.- Personalmente, no la comparto. Los torneos deben apoyarse en el principio de igualdad de armas. Por ejemplo, ¿Qué ocurriría si IBERDROLA anunciara que quiere hacer una OPA sobre Electricité de France? La respuesta inmediata sería: “no puede” porque se trata de una empresa pública. Pero en cambio, la empresa pública sí puede adquirir una empresa privada, incluso de otro país, con todo un arsenal de ayudas públicas. Esto no es un combate en igualdad de condiciones. Por tanto, no debería aceptarse. Y si se acepta, refleja que el árbitro no es imparcial.

En Inglaterra, por ejemplo, se ha aceptado el principio de que “mientras funcione la competencia, no importa que la empresa sea pública o privada”. Este principio incluye una asimetría que, es inaceptable pues va contra la propia esencia del mercado. No entiendo por qué los británicos, a mi juicio, han hecho dejación de los principios inspiradores de la competencia.

Los mercados deben funcionar de acuerdo con las propias reglas del mercado. Esta es la cuestión fundamental que debería haberse tomado en consideración. Lo que no debería existir son las empresas públicas. Lo que deberían hacer nuestros vecinos del norte es privatizar. Les ha faltado coraje para enfrentarse con los sindicatos y con aquellos que tienen intereses directos en las empresas públicas.

Por lo tanto, el primer paso debe ser privatizar; el segundo, preparar el torneo con igualdad de armas y, el tercero, asegurar que la competencia con igualdad de armas sea la que ilustre el funcionamiento de los mercados y sus resultados.

PREGUNTA: ¿Cómo valora las subastas de capacidad como herramienta para la reducción del poder de mercado en el sector energético? ¿Cómo valora la fijación de un porcentaje de poder de mercado como referente máximo de participación en el mercado eléctrico?

RESPUESTA.- En la actualidad el grado de concentración y de poder real de mercado está disminuyendo por varios motivos: desde los nuevos operadores a las energías renovables. En mi opinión, las subastas son un artilugio sutil para reducir la cuota real de mercado sin que ninguna empresa tenga que desconcentrar su actividad o vender activos. Es lo que buscaba el Libro Blanco de José Ignacio Pérez Arriaga.

Volvamos al principio de nuestra entrevista. La cuestión fundamental no son las cuotas de mercado. Sirven para dar una idea del poder de mercado. Pero el poder de mercado depende de otras cuestiones, como las barreras de entrada y las barreras administrativas. Con cuotas de mercado bajas y con barreras administrativas muy altas se tiene mucho poder de mercado. Y con cuotas de mercado muy elevadas pero con ausencia total de barreras, el poder de mercado se reduce. La noción de poder de mercado es compleja. Depende del tipo de producto, de su elasticidad, de la fuerza de quien compra. Esto, por ejemplo, se ve muy claro en las empresas automovilísticas: muchas empresas suministradoras tienen cuotas de mercado muy altas pero las relaciones contractuales hacen que el poder de mercado recaiga en el fabricante.

La cuota de mercado es un indicador; pero sólo un indicador. Hay que introducirse en el mercado y en sus entrañas para ver si funciona de forma competitiva. Me interesan mucho más aquellas cuestiones que tienen que ver con la competencia efectiva y con las barreras de entrada -sobre todo las administrativas- que con la cuota. Decir que un 10% supone que un operador es dominante está muy bien como elemento orientador, pero ninguna decisión puede tomarse exclusivamente sobre la base de este argumento.

PREGUNTA.- ¿Hasta cuándo es razonable utilizar la fórmula de las subastas de energía?

RESPUESTA.- Cuando el mercado deja de funcionar y se interpone un regulador, un interventor, surge el riesgo de discrecionalidad. No hay principios universales, válidos en todo tiempo y lugar. Lo que hoy es positivo, mañana puede parecer de otra forma. Si partimos de la desconfianza no llegaremos nunca a buen puerto. Hay que tener órganos reguladores fuertes que sean realmente independientes y que tomen sus decisiones con criterios exclusivamente técnicos. Si se equivocan, ya serán criticados pero si utilizan esos elementos como referencia, el margen de error es muy reducido. Quienes trabajan en los órganos reguladores sólo deberían entrar en contacto con los regulados colegialmente. Tampoco deberían hablar con el poder ejecutivo si no es de forma colegiada. Y si hacen daño deberían indemnizar.

En relación con los mercados energéticos, se trata de mercados muy complejos en los que los distintos actores se están moviendo continuamente. Si lo que se hace es fijar un algoritmo, los operadores actuaron en consecuencia; no es difícil. Cualquier operador económico dedica mucho tiempo a conocer el funcionamiento de su mercado. Cada uno quiere ser mejor que su competidor y querría prescindir de su competidor. Lo que ocurre es que el competidor piensa lo mismo. Ahí es donde está la grandeza del mercado; intentando hacer las cosas mejor que el competidor se gana en eficiencia y en competitividad. Al final, resultan ganadores las empresas eficientes y los consumidores. Por eso creo que muchas de las interferencias públicas no conducen necesariamente a buenos o a mejores resultados. La energía tiene espacios abrigados de la competencia y, posiblemente, una buena parte de los consumidores prefiere esta situación a una situación alternativa. Aunque les perjudique. No lo comprendo, pero las cosas como son y no como quisiéramos que fueran.

Los cambios deben hacerse poco a poco; con tiempo. En ocasiones es necesario mucho tiempo para hacer una transición correcta. Imponer un cambio radical a veces provoca costes que pueden ser evitados cuidando la transición.

Recuerdo que bajo la presidencia de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en el Tribunal de Defensa de la Competencia nos dedicábamos a explicar sin descanso las ventajas de la competencia. Estábamos en una situación de tránsito, en la que se hablaba de introducir competencia en sectores que habían estado secularmente regulados. Pensemos en la energía, las telecomunicaciones, las funerarias, los aeropuertos, la formación, los libros, correos, el transporte, los puertos, .… Las regulaciones ineficientes sólo se puede romper con paciencia, tenacidad y tiempo.

En relación con el sector eléctrico el debate sobre los costes de transición a la competencia fue un debate agrio porque suponía un cambio en la interpretación de las condiciones de la regulación. Los operadores económicos habían tomado decisiones en un marco regulatorio que luego cambió. Si las condiciones regulatorias cambian y el cambio supone costes debe haber una compensación, lógicamente ajustada,

PREGUNTA.- Como sabe, se acaba de reformar en junio la ley del sector eléctrico, en la que se ha establecido que el operador del sistema, RED ELÉCTRICA, pase a ser monopolio en la red de transporte, de forma que las redes que tenían una función compartida en las ciudades pasan a ser redes de alta tensión. El hecho de configurar un monopolio en este sentido, ¿cómo afecta al mercado, especialmente en un momento en que la distribución resulta ser lo más descuidado regulatoriamente en el sector eléctrico?

RESPUESTA.- Tiene sentido en aquellos casos en que, inequívocamente, se dan las condiciones de monopolio natural. RED ELÉCTRICA, en este contexto, tiene que encargarse de construir redes, ponerlas en funcionamiento, mantenerlas, transportar la electricidad. Y actuar con neutralidad. Debe ser eficiente y optimizar sus resultados. En este punto termina su misión fundamental. Lo mismo es válido para ENAGAS.

Pero el principio de monopolio natural no es un principio universal. He conocido casos en que, en función de los precios, un operador manifestó su deseo de construir su propia red. El problema reside en el cálculo económico: si se demuestra que una nueva red es más eficiente que seguir en el “monopolio natural”¿para qué oponerse?. ¿Por principios?. No vale.

PREGUNTA.- Realmente, por ejemplo, lo que debería primar es un principio de cercanía del consumidor final al distribuidor, que es el que conoce las necesidades de consumo de una zona concreta, y por ello, establecen necesidades de inversión en redes para esta función…

RESPUESTA.- Tenemos que pensar en las funciones genuinas de las redes. Como vecino de Gerona he vivido los apagones. La causa ha residido en la falta de inversión, que se transformó en una barrera a la entrada. La red no había sido ni ampliada ni cuidada. La ineficiencia era la norma. Los responsables públicos tampoco fueron eficientes. Y cuando ha habido problemas no siempre hemos conocido sus causas.

En relación con el apagón que tuvo lugar en Barcelona es increíble que hubiese tanta indeterminación y tanta discusión acerca de quién fue el responsable. También en este caso ha habido ineficiencia. ¿Qué pasó realmente?.

PREGUNTA.- En su momento la Comisión Nacional de Energía, en función de la responsabilidad de los apagones, de la sucesión de acontecimientos, de los usuarios afectados y su incidencia, dictaminó una responsabilidad sobre RED ELÉCTRICA de más del 98% frente a la distribuidora (FECSA ENDESA).

RESPUESTA.- Eso quiere decir que hay elementos susceptibles de mejora. Y, más allá de otras cuestiones, cada uno tiene su propia función con sus derechos y sus obligaciones. REE tiene una función; el regulador tiene otra. También ENAGAS tiene la suya. Cada operador debe hacer lo que tiene que hacer sin caer en la tentación de ampliar innecesariamente sus funciones.

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