El tuning de Benach, la CNE de Maite Costa y el homenaje a Pedro Meroño

El escándalo del tuneo del coche (un Audi A8 cuyas modificaciones –tuneo en el argot- suponen más de 20.000 euros al erario del ciudadano catalán, incluyendo televisión, reposapies, mesita, etc…) del presidente del Parlamento Catalán, Ernest Benach ha inundado estos días la prensa en sus páginas de política, con fuertes y justificadas críticas. Ayer mismo, uno de lo subdirectores de La Vanguardia, Enric Juliana dedicaba un magnífico artículo de opinión sobre esta noticia (‘L’encongiment casolà’, escribía Gaziel) , que cae en el peor momento político y para las economías domésticas de nuestro país. Benach no lo entiende, al parecer, y se reafirma en su actuación, pese a que compañeros suyos de viajes en cercanías aparecen en los medios de comunicación recordándole un pasado no muy lejano. La cosa se ha planteado en un ejercicio suicida de defensa del catalanismo y lo que es evidente es que hacer pasar el sentimiento nacionalista por la rueda del molino del A8 no puede traerle nada bueno, ni a él, ni a su formación política, Esquerra Republicana. Un dislate.

Y esto viene al caso porque venimos retransmitiendo como situaciones semejantes se vienen produciendo en la Comisión Nacional de Energía desde que accedió a su presidencia Maite Costa, en lo que se refiere al protocolo, el mobiliario, la edificabilidad, las prestaciones en especie, a los viajes y la tendencia enormente activa a la organización de saraos de la que ha conferido al organismo desde su nombramiento.

Desde la adquisición de un edificio (bautizado ya a nivel interno como ‘el Senado’, para oprobio de unos y otros) , la sustitución en dos ocasiones, en estos tres años del mobiliario del despacho presidencial, la adquisición de vehículos para todo el equipo de directivos y la contratación de sus plazas de aparcamiento (algo inaudito en los órganos reguladores españoles), los gastos de las delegaciones del organismo a las actividades en América Latina (incluyendo algún alquiler muy particular de vehículos), el coste de cada uno de los libros y la remuneración a sus colaboradores, la organización de un programa de eventos amplio y vasto, siempre complementado de caterings y canapés, que ya son famosos en la capital de España.

El hecho es que estos mismos días parece que se ha dado una vuelta de tuerca más en las jornadas organizadas en memoria de Pedro Meroño (anterior presidente de la Comisión Nacional de Energía y recientemente fallecido). Coincide además que era un hombre de una austeridad conocida y pública, por lo que parece que la peor forma de recordarle ha sido uno de estos eventos, en los que parece que el ‘catering’ (¡ay, los catering de la CNE!) fue el protagonista. Al parecer, el servicio solicitado por el organismo estaba sobredimensionado (casi 200 personas) para la asistencia final (entre 60 y 70, una constante también en los actos que convoca el organismo, la reducida asistencia final a los mismos con excepciones) y la comida, abundante, empezó a sobrar. Las cifras que han llegado a la redacción de Energía Diario del coste de este ágape nos hacen ser prudentes para no reproducirlas, pero no son razonables.

El caso, es que la vista de la abundancia del ágape y la ausencia de asistentes para el mismo, se “convidó” a las jornadas al personal del organismo a compartir la convocatoria y el alboroque, lo que supone un nuevo paso más en el comportamiento displicente del organismo con su propio equipo profesional. Al descuido económico le sigue el comportamiento interno, también con un cierto tufo patético, lo que en algunos profesionales ha despertado también su propio sentido del pudor.

Retornando a Enric Juliana, se puede decir que en estos tiempos de severa crisis, se ha abierto un filón: los gastos de representación y protocolo de los cargos públicos, que van a ser sometidos a un contínuo y exhaustivo escrutinio. Como en los casos de Pérez Touriño o la inauguración del Teatro del Canal de Esperanza Aguirre. Máxime cuando, además, en el Ministerio de Industria, su actual titular le envuelve la imagen de un comportamiento muy austero, especialmente necesario en estos tiempos. Como señala este periodista, es un momento en que los símbolos del poder, la ejecutoria de la Administración, debe estar en relación con la realidad social

Sería un error atribuir esta actuación a cualquiera de los elementos que constituyen la condición de la presidenta del organismo: mujer, catalana o sus adscripciones políticas a tal o cual familia socialista… porque simplemente se trata de analizar la forma en la que cada uno ejerce la función, que debe tener su ética y su estética. Si no, a lo mejor el homenaje a Pedro Meroño, es un homenaje a otro u a otros.

No obstante, no está mal recordar el final del artículo de Enric Juliana, una cita del periodista Agustí Calvet, en la que se entiende todo. «Vivien obcecats per la pròpia megalomania verbal, convençuts d’una imàginària força catalana i d’una feblesa, més imàginària, encara, de l’enemic ancestral. Ignoraven, en absolut, els altres pobles peninsulars, en funció dels quals havia depès sempre i dependria en el futur la vida de Catalunya. Eren ja l’encongiment casolà, la manca de lucidesa, la realitat deformada i la follia col•lectiva que ens havia de perdre».

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