El sexto sentido

Los protagonistas de ‘El sexto sentido’ (película dirigida por el director M. Night Shyamalan, denominada como ‘thriller psicológico’) están muertos y ellos no lo saben. Esa es la característica de los personajes que habitan en la película y que hablan con su protagonista infantil. Y, por ello, se dedican a dar sustos permanentes a los protagonistas, en una situación tan angustiosa. Con “El sexto sentido” comenzó una especie de ‘revival’ del cine de fantasmas, figuras que pertenecen a un tiempo ya pasado y que aparecen en el presente. De hecho, hasta el cantante Michael Jackson ha revivido el éxito de su video musical “Thriller”, que trataba de ‘zombies’. De todas formas, los más deliciosos fantasmas son los de Wenceslao Fernández Flórez en “El bosque animado”, como es Fiz de Cotovelos, castigado a estar muerto en vida hasta que cumpla sus promesas. Primera idea, los fantasmas están de moda.

La semana pasada hacíamos alusión a la denominada minoría creativa, los denominados retroprogresivos, un conjunto de intelectuales de la energía procedentes del antiguo régimen cuyos postulados: precios regulados, precios por tecnologías y basados en costes reconocidos (lo que a su vez genera más coste, y más precio, y más coste y más precio…) más una tasa de beneficio considerada justa por el Gran Hermano, planificación, optimización en ‘do mayor’ y ‘eficiencia’ de cartas marcadas de antemano. Este colectivo tiene gran cercanía a los modelos monopolísticos (y, consecuentemente, al poder) para completar el modelo de autodeclaración de forma redonda: es decir que la declaración de costes sea por el método Juan Palomo. Suelen sentir sintonía por monopolios de otros países, antes que por empresas nacionales a las que atormentan. Por ello, al proceder del pasado (el intervencionismo, el control estatal y la regulación de rentas a lo ‘progre’) y mostrarse, con sus posturas anacrónicas, dentro de un sector con un modelo liberalizado mucho más actual, se puede decir que tienen un componente turbio en sus apariciones, incluso de otras variantes de las películas de almas que no pueden descansar en paz, las películas de vampiros.

Por tanto, podemos colegir que una forma de permanecer en un determinado entorno es la presencia aletargada, fantasmagórica. Quizá el sexto sentido, es el de estar atentos y agazapados, para aprovechar la entrada de una nueva Administración, que tiene un contexto de crisis económica, un problema grave en el armario (el déficit tarifario) y dificultades claras para enfocar y abordar los muchos problemas recibidos y necesidad de asesoramiento ‘experto’ y revivir el fantasma del intervencionismo. Incluso hay un representante de alguna empresa que también lleva su sábana y perturba la paz sectorial.

Y, al mismo tiempo, también surge el componente terrorífico, el de amenazar con el crujir de dientes y arrastrar de cadenas: meter sustos a las eléctricas, a los consumidores y al propio Gobierno que hasta desde los grandes consumidores que hablan de paro y ‘competitividad’ basada en precios sin competencia, de no poder vivir sin los subsidios cruzados (‘precios competitivos) para evitar hacer el ajuste de precios y de eficiencia energética que precisa nuestro país y adecuarse a un contexto de precios altos de la energía.

También, dentro del capítulo de los finados y aparecidos, está a su manera, el Secretario General de Energía anterior, Ignasi Nieto, que sigue apareciendo con todo su equipo en la web del Ministerio en las áreas ubicadas en el lateral derecho del ‘site’. Por otra parte, se conocen nuevos nombres (corporeidades o sombras) para el puesto de Director General de Energía: en primer lugar, el de Juan Temboury, Director de Energía de PRAXAIR EUROPA (se le reconoce vinculado a Jorge Fabra) y José Manuel Revuelta, actual Director de Regulación y Competencia de la CNE. Se unen a otros dos nombres que ya sonaron en su momento, el de Milagros Avedillo, ex Oficina Económica del Presidente del Gobierno y el de Natalia Fabra, docente de la Universidad Carlos III, colaboradora habitual de la CNE e hija del propio consejero antes mencionado. Se trata de otro tipo de presencia latente, pero al fin y al cabo, presencia en forma de sombra, hasta que no se culmine la «separación del servicio» del actual responsable.

Otra presencia es la de medio consejo de Administración de la CNE, la mitad esperando el pasaporte (y preparando su futuro, algunos incluso en la órbita del propio organismo), y la propia presidenta, Maite Costa, que reapareció hace una semana en Gerona, fresca como una rosa, tras el escándalo interno y externo formado por un Informe adosado sobre costes y precios en el mercado eléctrico, resucitando el modelo de costes reconocidos por tecnología y agravios comparativos (realizado y dirigido de forma no presencial, es decir, fantasmal, a través de un no ponente). Son los fantasmas del segundo y tercer párrafo que también arrastran sus cadenas por los pasillos del organismo.

Una de las novedades de las nuevas películas de fantasmas, es cuando los protagonistas del film, en apariencia vivos, descubren que están muertos y que son espíritus. Por ello, hasta que haya nuevas manifestaciones y la vista de los problemas irresolutos y acumulados en el sector energético, los escasos signos de movimiento para acometerlo desde el nuevo equipo, parece que vivimos la situación de ‘Los Otros’, pero sin Nicole Kidman. Los fantasmas ya son todos.

Dicho así, el sexto sentido es sobrevivir.

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