El gas natural licuado y las energías renovables presiden las relaciones comerciales entre España y Japón

En el año 2000 «pescados, crustáceos y moluscos» y «minerales, escorias y cenizas» suponían la primera y tercera mayor partida exportadora y casi un tercio, el 28,4% del total de las mercancías remitidas a Japón, según datos facilitados por ICEX España Exportación e Inversiones y la Secretaría de Estado de Comercio. El cambio de tendencia queda reflejado en las cifras del año pasado, cuando combustibles procesados, principalmente el gas natural licuado, y productos farmacéuticos ocuparon los dos mayores apartados y contabilizaron un 35% del total.

La exportación de gas natural licuado a Japón, que ha aumentado enormemente tras el accidente de Fukushima, resalta especialmente la alta capacidad tecnológica y de infraestructura adquirida en España para operar con buques metaneros desde las terminales de regasificación, lo que permite que el gas descargado y almacenado se pueda reexportar. «Es importante ver cómo cambia el patrón de comercio, cómo se valoran bienes y empresas españolas en Japón, y como el diseño, la innovación, el contenido tecnológico de estos productos se aprecia mucho», apunta María del Coriseo González-Izquierdo, consejera económica y comercial de la embajada de España en Japón.

De los datos se desprende que, además del contenido de estos intercambios, su volumen tiende además a equipararse en los últimos 10 años, ya que en 2014 España registró con la tercera economía del mundo una balanza comercial equilibrada por primera vez desde que existen datos. Las exportaciones de España a Japón, su segundo mayor mercado en Asia después de China, alcanzaron los 2.625 millones de euros, un 25% más comparado con 2012, mientras que las japonesas totalizaron 2.646 millones de euros. En 2004, el valor de las exportaciones españolas a Japón era un 20% en comparación con el volumen que exportaba Japón a España.

En los últimos años se ha producido además un desembarco importante en Japón de compañías españolas de infraestructura para energías renovables, principalmente solar fotovoltaica. Esto responde a la introducción, poco más de un año después del accidente de Fukushima, del llamado feed-in tariff, que obliga a las eléctricas niponas a adquirir toda la electricidad generada en el país a partir de renovables a precios preestablecidos. De este modo, grupos como Gestamp o el conglomerado European Clean Energies han emprendido proyectos para levantar varias plantas en diversos puntos del archipiélago nipón.

Otro dato son las inversiones de varios grupos nipones. Por ejemplo, Mitsui acaba de adquirir un 25% de GRI, una filial de Gonvarri especializada en la fabricación de torres y bridas para el sector eólico, mientras que Solar Frontier se hizo en marzo con la unidad de energía solar de Gestamp en Estados Unidos. También hay en marcha colaboraciones punteras como la de Gas Natural Fenosa y Toshiba, que prueban una nueva tecnología para mejorar el suministro y la eficiencia eléctrica en una subestación de Alcalá de Henares, o la de Nissan y Endesa, que estudian desarrollar comercialmente un sistema para que coches eléctricos puedan proveer energía a la red.

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