Dominique de Riberolles afirma que establecer objetivos independientes para la obligación de biocarburantes no responde al objetivo de reducir la dependencia energética

La Asociación de Operadores Petrolíferos presentó ayer el informe que ha elaborado con la colaboración técnica de la consultora Deloitte sobre la introducción de biocarburantes y los requerimientos necesarios en materia de eficiencia, seguridad y sostenibilidad.

Existen dos variantes de biocarburantes. La alternativa «ecológica» a la gasolina -el bioetanol-, y la alternativa, también «ecológica», al diésel -el biodiésel (entrecomillamos el término ecológica porque, aunque tienen ventajas reconocidas frente a los combustibles fósiles, también existen inconvenientes y problemas por resolver)-. En España se producen ambos biocarburantes, pero debido, por un lado, al volumen de producción de cada tipo, y por otro, a la tipología del parque automovilístico español, se exporta un volumen importante de bioetanol, mientras que se importa aún mayor cantidad de biodiésel.

La fiscalidad favorece, desde hace años, al diésel frente a la gasolina, y eso ha desequilibrado la balanza fuertemente en favor de los vehículos diésel. Por tanto, el combustible más demandado en España en la actualidad es el diésel, y su sustituto natural, el biodiésel, no se produce en suficiente cantidad como para satisfacer el volumen de demanda que equivaldría a un porcentaje menor al 5%. Con el bioetanol ocurre lo contrario: se produce mucho más bioetanol en España del que se consume, por lo que la mayor parte de la producción se exporta.

El presidente de la AOP, Dominique de Riberolles, apuntó con el dedo a esta situación y, por ello, se mostró en contra de que la Administración fije unos objetivos idénticos para el biodiésel y el bioetanol. De Riberolles expuso que debe existir flexibilidad para que, mientras se cumpla el porcentaje del 5,83% de biocarburantes en conjunto, los operadores tengan plena libertad para elegir qué biocarburante desean producir en función de su rentabilidad. Así, el presidente de la Asociación de Operadores Petrolíferos defendió un sistema flexible y de mercado, que permita producir cada uno de los biocarburantes por criterios únicos de mercado y no por obligación regulatoria, que lo único que haría, en su opinión, es distorsionar el mercado.

El presidente de la AOP recordó en este sentido que uno de los objetivos de la política de biocarburantes es reducir la dependencia del exterior en hidrocarburos líquidos en transporte, y señaló que, con porcentajes idénticos para bioetanol y biodiésel, esta dependencia no se reduciría. Además señaló que esta forma de establecer objetivos es ineficiente, al no tener en cuenta las características del mercado.

Además, Dominique De Riberolles defendió el uso del biodiésel por sus ventajas frente al bioetanol. Por una parte, por su poder calorífico, que es mayor que el del bioetanol. Por otra, por las emisiones de CO2, que se reducen más en el caso del biodiésel frente al equivalente fósil que en el caso de la gasolina (en emisiones de gases de efecto invernadero -GEI- por kilómetro, la gasolina emite 183 g/km frente a 125 del bioetanol; en el caso del biodiésel, la reducción es prácticamente del 50%, 84g/km en el biodiésel frente a 164 g/km del diésel). La otra razón que esgrimió Riberolles para defender la producción libre es que el consumo de energía es mayor para producir una unidad de etanol que una de biodiésel.

Tras su intervención, De Riberolles contestó a las preguntas de los periodistas.

Sobre la posible relación entre el cultivo de biocarburantes y la subida de los precios de los alimentos, De Riberolles señaló que el porcentaje de cultivo dedicado a su producción es mínimo, y que ese porcentaje, en sí, no justifica una subida de precios. No obstante, señaló, hay factores, como la especulación que provocan las previsiones sobre biocarburantes, que sí terminan por repercutir en los precios de la alimentación. Por otro lado, apuntó al papel de países como China, o India, donde la economía, y por tanto los hábitos alimentarios, están cambiando, y eso hace que la demanda aumente, elevando por tanto los precios finales.

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