China puede detener las emisiones sin recurrir a la energía nuclear, dice Greenpeace

China, segundo emisor mundial de CO2 y en camino de superar al líder, EEUU, podría contener sus emisiones de aquí a 2050 con una mayor apuesta por la energía solar y eólica, sin necesidad de energía nuclear ni de cortar su crecimiento económico, según un informe divulgado por Greenpeace.

Auspiciado por el Consejo Europeo de Energías Renovables (EREC, en inglés) y elaborado por unos 50 ingenieros, el documento se basa en la tecnología existente, teniendo en cuenta su costo, para diseñar un modelo de desarrollo alternativo que conseguiría para 2050 reducir en un 50 por ciento las emisiones mundiales.

«Si en el escenario normal las emisiones de CO2 de China se triplicaran de aquí a 2050, en el alternativo permanecerán estables en los niveles de 2003, de 3.300 millones de toneladas anuales. Las emisiones per cápita bajarán del 2,5 al 2,3 por ciento», dijo Sven Teske, experto en energía de Greenpeace.

Para lograrlo, se señalan dos pasos esenciales: mejorar las políticas de ahorro energético, que permitan cumplir el compromiso de reducir el consumo en un 20 por ciento en 2010 (muy lejos por el momento de ser factible), y aumentar los objetivos en energía eólica y fotovoltaica. Y sin necesidad de recurrir a la energía nuclear, que los ecologistas abogan por eliminar en todo el mundo y que China, por el contrario, potencia con el objetivo de que, en 2020, suministre el 4 por ciento de sus necesidades frente al 2 por ciento actual.

«La energía nuclear no es la solución dado que supone múltiples amenazas para la gente y al medio ambiente, durante la prospección, procesamiento y transporte del uranio, por la proliferación de armas nucleares, y el irresoluto problema de los residuos nucleares y de los accidentes», afirma el informe.

Teske subrayó que la reducción de CO2 no se haría a costa del crecimiento económico chino, sino que el modelo propuesto por los ingenieros busca la «equidad energética» entre países industrializados y en desarrollo. «Contamos con que los países en desarrollo como China, la India, los africanos y latinoamericanos dupliquen o tripliquen su demanda energética», mientras los industrializados la contienen, argumentó Teske.

En esa «revolución energética», es fundamental que el Gobierno chino adopte ciertas políticas para espolear el uso de las energías renovables, más el viento y el sol que la hidroeléctrica, con un elevado coste medioambiental y humano, añade. Por ejemplo, un sistema de precios fijos, en vez del modelo de puja que utiliza ahora y por el que concede las plantas al mejor postor, dijo Ailun Yang, responsable de energía de Greenpeace China.

Sobre el esgrimido argumento de la carestía de estas energías, Teske afirmó: «El viento no es necesariamente más caro. En áreas con condiciones favorables, como el norte de Europa o la costa china, es ya competitivo».

Los expertos chinos, sin embargo, arguyen que los costes de construcción de parques eólicos son demasiado elevados debido a los «desorbitados» precios de las importaciones.

En cuanto a la solar, «ahora sí es más cara, pero esperamos que el precio caiga en los próximos 5 a 7 años dado que la capacidad de fabricación se está multiplicando por tres», explicó Teske.

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