China dice no amenazar al planeta, pero seguirá dependiendo del carbón

China, segundo consumidor de energía del mundo por detrás de EEUU, anunció que su consumo no supone una amenaza para el resto del planeta, pero seguirá dependiendo en gran medida del carbón, su principal contaminante.

En un documento publicado por el Consejo de Estado (ejecutivo) titulado «Condiciones y políticas energéticas de China«, la mayor economía emergente del mundo asegura: «China no ha sido, es ni será una amenaza para la seguridad energética mundial».

El documento presenta la situación actual del consumo energético chino, autosuficiente en un 90 por ciento, según el ejecutivo, pero de cuyo aumento se ha culpado a una tercera parte de la subida del precio del crudo en los mercados internacionales en los últimos meses.

La producción de energía de 2006 en China fue equivalente a 2.210 millones de toneladas de carbón estándar, lo que la sitúa en el segundo puesto del ránking mundial; pero su consumo fue también el segundo del mundo, equivalente a 2.460 millones de toneladas de carbón, en una balanza deficitaria. Aunque la dependencia china de este combustible ha decrecido desde el 72,2 por ciento de 1980 hasta el 69,4 de 2006, el documento reconoce que esta dependencia seguirá siendo alta y añadirá presión al medio ambiente.

«El carbón es el principal combustible consumido en China, y esta estructura energética permanecerá invariable por un largo periodo. Los métodos anticuados de producción han intensificado la presión en el medio ambiente, y es la principal causa de polución en China, así como de gases invernaderos» junto con el parque automovilístico. En este sentido, Pekín promoverá una producción hullera más limpia y eficiente para reducir su dependencia del petróleo.

En las conclusiones del documento, el Gobierno chino reitera que su consumo energético es todavía bajo en proporción con su población (la mayor del mundo con 1.300 millones de habitantes), ya que su consumo per cápita es todavía «tres cuartos de la media mundial».

Pekín insta en el papel a resolver las disputas por los recursos energéticos en los países productores a través del diálogo. El déficit energético chino ha obligado al gigante asiático a pactar con regímenes denostados como el iraní o el sudanés, mientras que mantiene disputas con Japón y Vietnam por recursos limítrofes.

La dependencia china del petróleo convierte al país en uno de los principales compradores de última hora, con un fuerte impacto en el precio del crudo; en este sentido Pekín se compromete en el papel publicado a entablar acuerdos a largo plazo con las petroleras extranjeras.

El gobierno liberalizará el sistema nacional de precios del combustible, que mantiene por debajo del precio internacional, y se compromete a promover las energías renovables y limpias, la tecnología y la protección al medio ambiente, según el documento de 44 páginas.

Sin embargo, Pekín no se vincula a ninguna de las exigencias occidentales para que reduzca sus emisiones, ya que la cuarta economía mundial por PIB se considera un país en desarrollo que aún lucha contra la pobreza y culpa a los países ricos del calentamiento global.

Según cifras publicadas, el uso de energías renovables y nuclear combinadas ascendió desde el 4 por ciento en 1980 hasta el 7,2 del año pasado.

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