Bienvenido, Medgaz

Entra en funcionamiento el gaseoducto Megdaz y, además, ayer conocíamos el nombramiento de Fernando Maravall como Presidente de esta sociedad. Con estos dos hechos, se produce el pistoletazo de salida por parte de las empresas titulares de este gaseoducto, Sonatrach y Cepsa, que dan un paso al frente anunciando oficialmente la entrada en operación del gasoducto y el nacimiento de un competidor relevante con Gas Natural Fenosa en este mercado, con una importante y creciente capacidad de suministro en las actividades liberalizadas de aprovisionamiento y comercialización de gas. De hecho, Gas Natural, tras la adquisición de Unión Fenosa, vio notablemente reforzada su posición en estas dos actividades en las que se incorpora este nuevo competidor.

Si cabe leer entre líneas o hacer una lectura intencional del hecho, el nombramiento de Maravall (ex máxima autoridad energética, vicepresidente de exploración y producción de Cepsa, y hombre de reconocido prestigio y capacidad intelectual) anuncia que la apuesta competitiva de Medgaz en el sector de gas natural va muy en serio.

El hecho de que en una actividad haya competidores relevantes en liza, es siempre positivo y más todavía si la tensión competitiva puede repercutir en el incremento de la oferta y en tendencias a la bajada de precios. España, que hoy cuenta con uno de los mejores sistemas gasistas del mundo, se encuentra ahora con dos formidables empresas que van abrir un nuevo escenario de competencia.

Por tanto, se trata de una buena noticia para el sector gasista en España que incrementará su competencia con la presencia de un nuevo operador y, nunca mejor dicho, abre la espita a un mercado más competitivo, que permita que se trasladen las bajadas en el precio del gas natural conforme a la evolución internacional de este hidrocarburo, además de que también se trasladen a la producción de energía eléctrica, mediante las tecnologías de ciclos combinados.

Por tanto, cabe saludar a Medgaz y darle la bienvenida a nuestro mercado, con Maravall al frente.

Los ejes del tercer paquete

En este sentido, el denominado tercer paquete de mercado interior está compuesto por tres reglamentos (Reglamento (CE) Nº 713/2009, Reglamento (CE) Nº 714/2009 y Reglamento (CE) Nº 715/2009 y dos directivas (Directiva 2009/72/CE y Directiva 2009/73/CE). En el caso de los reglamentos, la base jurídica es el artículo 95 del anterior Tratado, TUE, mientras que en el caso de las Directivas se trata de los artículos 47(2), 55 y 95 TUE.

Sin conocer todavía el contenido de ese anteproyecto de ley que remite el Gobierno, dicho paquete incide a nivel europeo en avanzar en el modelo de separación de las funciones de operación de sistema y de transporte hacia el denominado ISO, aunque se permitan modelos alternativos, tomando en consideración las distintas velocidades existentes hoy en Europa en la liberalización de los sectores energéticos. Además, este paquete normativo promueve la integración de los distintos mercados internos de los estados miembros, la coordinación de las operaciones de transporte a nivel transfronterizo y refuerza el papel de los órganos reguladores y su independencia.
Por tanto, y de facto, la parte más importante de ese paquete se refiere a la organización de la actividad de transporte y operación del sistema.

El texto establece, no obstante, que los Estados miembros podrán escoger entre tres modelos diferentes que permitirán separar el transporte y la generación tanto del gas como de la electricidad: primero, la separación total de la propiedad; segundo, el «gestor de red independiente» (ISO en sus siglas en inglés) y tercero, el «gestor de transporte independiente» (ITO o TSO en sus siglas en inglés).

Francia y Alemania fueron las promotoras de esta triple elección que persigue evitar que las empresas se vean obligadas a vender sus activos de transporte, sobre todo teniendo en cuenta la actual ubicación de esta actividad en las grandes eléctricas nacionales de sus respectivos países, lo que significa, en la actualidad, un salto de enorme distancia con la realidad. Precisamente, el primer modelo obliga a las empresas integradas verticalmente a vender sus activos para garantizar la separación total de la generación y el transporte. En este caso, una empresa generadora de gas o electricidad no podrá poseer la parte mayoritaria de un operador de transporte.

Como alternativas a la separación de la propiedad se presentan las opciones ISO e ITO-TSO. El modelo ISO permite a las empresas integradas verticalmente mantener la propiedad de sus activos, aunque un gestor de red independiente se ocupará del transporte. En cuanto al modelo ITO-ISO, las empresas integradas verticalmente también pueden mantener la propiedad, siempre que se garantice la separación efectiva de intereses, con normas, equipamiento, personal e identidades distintos para cada uno de los departamentos encargados de la gestión de redes.

Este mecanismo introduce un «órgano de vigilancia», compuesto por representantes de la empresa energética, otros accionistas y miembros del gestor de red de transporte. Dicho órgano tomará decisiones «que pueden tener repercusiones significativas en el valor de los activos de los accionistas del gestor de transporte», como la aprobación del plan financiero anual. También se establecerá un programa de cumplimiento para evitar conductas discriminatorias y habrá un encargado de supervisar este programa. Las personas responsables de la gestión no podrán estar relacionadas con la empresa integrada verticalmente durante los tres años antes, o los cuatro años después de su nombramiento.

– Certificaciones de terceros países

En caso de que un propietario de transporte controlado por un tercer país solicite una certificación para operar en la Unión Europea, el organismo regulador decidirá si concede esa certificación siempre y cuando la empresa cumpla la normativa comunitaria y no se ponga en peligro la seguridad del suministro energético del Estado miembro y de la Comunidad.

– Consumidores

El tercer paquete pretende reforzar los derechos de los consumidores, que podrán cambiar de suministrador de gas o electricidad en un plazo máximo de tres semanas sin ningún tipo de gastos. Asimismo, tendrán derecho a recibir los extractos de cuentas en un plazo de seis semanas desde el cambio de suministrador y podrán optar a una indemnización en caso de que no se cumplan los niveles de calidad estipulados en el contrato.

Las nuevas normas también prevén que en 2020 se equipe al menos al ochenta por ciento de los consumidores con contadores inteligentes.

Por otro lado, los Estados miembros garantizarán la existencia de un mecanismo independiente, como un Defensor del Pueblo para la Energía o un órgano de los consumidores, encargado de tramitar las reclamaciones y la resolución extrajudicial de conflictos. Finalmente, los consumidores podrán acceder a la información sobre sus derechos en las facturas y las páginas web de las empresas.

– Servicio universal de electricidad garantizado

La nueva legislación obligará a los países de la UE a garantizar el servicio universal a los consumidores individuales y, si es necesario, a las pequeñas empresas (de menos de 50 empleados y con un beneficio anual inferior a 10 millones de euros). Estos consumidores tendrán derecho a que se les distribuya electricidad a un precio razonable, transparente, no discriminatorio y fácilmente comparable.

– Protección de los clientes vulnerables

Los países garantizarán una protección adecuada de los clientes vulnerables, entre ellos los que sufren la pobreza energética, y se prohibirá la desconexión de dichos clientes en periodos críticos. Además, se establecerán Planes de Acción Nacionales sobre Energía para luchar contra la pobreza energética.

– Otras medidas: independencia de los reguladores de la energía

Ya se ha creado, como se establecía en el tercer paquete, la Agencia de Cooperación de los Reguladores de la Energía que establecerá líneas generales de actuación no vinculantes y se refuerzan las funciones de los organismos independientes nacionales.

España, durante todo el proceso de elaboración y aprobación del tercer paquete, fue una firme defensora del desarrollo mercado interior y hubiera deseado mayor ambición incluso en el acuerdo final respecto a la separación completa de transporte y operación. No en vano, el avance en la separación de actividades de nuestro país en este campo lleva varios cuerpos de ventaja sobre el resto de países de la Unión Europea. En conjunto, la aplicación plena de las disposiciones contenidas en este tercer paquete debe servir para aumentar la competitividad en los sistemas eléctrico y gasista, el desarrollo de infraestructuras, penetración de renovables y refuerzo de la seguridad de suministro.

¿Quién tiene interés en elevar las previsiones de demanda?

Más allá del acierto o error en estas estimaciones (que confirmará el tiempo), las previsiones no son pacíficas y son utilizadas con distintas finalidades. Por eso hay que preguntarse las consecuencias de que los datos reales y efectivos, mes tras mes, no confirmen estas estimaciones. De hecho, ayer se conocía que la demanda eléctrica habría sufrido una caída hasta el mes de abril un 1,6%, lo que significa que es necesario aventurar que el resto del año debe tener unos incrementos de demanda a tasas galopantes para alcanzar ese 2% de final de año. Todo ello unido a la teoría de los brotes verdes y combinado con una utilización más eficiente de los recursos que hacen los agentes económicos.

En ese contexto, se producen dos comportamientos inversores contrapuestos. El primero, el de las empresas, que ajustan sus programas de inversión en nueva capacidad a lo estrictamente necesario y a terminar las instalaciones en marcha, conscientes del exceso de capacidad y asumiendo las consecuencias de decisiones pasadas de inversión.

El segundo, el de los operadores de transporte (y todavía de sistema), notablemente más expansivos (Luis Atienza y Antoni Llardén confiaban la recuperación de la economía al keynesianismo de sus inversiones en aquel famoso encuentro en el IESE de hace unos meses), dado que toda nueva inversión (necesaria o no) tiene su recompensa retributiva, vía las tarifas de acceso, que más que eso, es un acceso a la tarifa. Los accionistas y fondos de inversión agradecen este «convoluto» y los incrementos en los resultados del ejercicio. Y, se mantienen las previsiones de inversión contra viento y marea.

Se impone, por tanto, el ajuste y la vuelta al realismo, para no continuar en la crisis de sobreinversión en la que estamos instalados. El Gobierno debe, por tanto, meditar y medir en su planificación energética las necesidades inversoras y su retorno, que pagarán los consumidores en las tarifas de acceso, como costes regulados.

Tócala otra vez, Sam

A la hora de conformar un modelo en el sector eléctrico moderno, coherente con una economía de mercado, nuestro país ha tenido una lacra: la existencia de un colectivo extraordinariamente virulento e inadaptado a la liberalización y los mercados en la electricidad. Son los retroprogresivos, quienes han venido apareciendo en nuestra publicación de manera habitual, de una forma u otra en sus invectivas antimercado o antiliberalización, pero que nunca había contando con un artículo descriptivo general de su posición, naturaleza y taxonomía.

A simple vista sus argumentos son de indudable atractivo, aunque enormemente falaces y buscando una mixtura temática que permita cierto juego trilero y de prestidigitación argumental. Se trata, en su mecánica, de aplicar el modelo del Marco Legal Estable al funcionamiento de mercado y exagerar y distorsionar argumentalmente sus consecuencias, construyendo conclusiones deletéreas para el mercado. Desde una posición liberal y de mercados, ese es el juego lógico utilizado.

Sólo así se puede yuxtaponer intelectualmente e interesadamente mezclar moratoria nuclear con CTC’s o la energía hidráulica recurriendo permanente a Franco (evidentemente, todos estos «teóricos» ya no son jóvenes airados, aunque un día si lo fueran). Además, para ello todo vale, incluso abjurar de la contabilidad, de la existencia del déficit tarifario, así como de renegar de conceptos económicos y financieros, como inversión, amortización, costes de mantenimiento, etc… Al mismo tiempo, confunden deliberadamente los problemas para no tratar por separado las tarifas de acceso del precio de la electricidad en el mercado de generación, sus componentes y su dinámica respectiva.

El punto de partida de esa tolerancia recurrente ante estos argumentos es la falta de convicción en la capacidad del mercado para que los agentes desarrollen comportamientos competitivos y favorezcan una espiral de inversión, reducción de costes, eficiencias conjuntas y mejoras en los precios. Dicha falta de convicción en los mercados, en un país con poca tradición de conocimiento económico y menos de liberalización, encuentra un excipiente un caldo de cultivo que va más allá de las ideologías en términos de izquierda o derecha (cuya tradición en teoría debería ser en mayor medida liberal, aunque ahí pueden ver ustedes la convicción liberal en los mercados de la electricidad de Cristóbal Montoro o Álvaro Nadal).

Para ello, sus estrategias suelen ser varias. La primera es negar la organización empresarial del sector para sugerir la existencia de «entes» obligados a hacer lo que se les mande en lugar de empresas. La segunda es denostar el mercado eléctrico español, jibarizándolo pese a que ofrece un dinamismo y unos precios mucho más bajos que los del resto de Europa. La tercera es la proposición de un modelo que se base en determinar unos costes y aplicar una retribución a los mismos, incentivando la ineficiencia de los agentes, bajo la coartada de regular a los que supuestamente tienen menores costes porque tienen mayores beneficios, y eso no se puede consentir. A esto le denominan «windfall profits» (algo que además que en terminología regulatoria no es correcto). La verdad, es que le hacen el gran favor al gran público al «interpretar» de forma demagógica y por aprovechamiento de la realidad términos como el mencionado).

La solución a todo, por tanto, es la intervención total: la determinación administrativa de los costes de generación y la fijación del beneficio retribuido por tecnología. En la misma línea, proponen la fijación de impuestos a las tecnologías a su juicio «no friendly» o la adicción de los costes para reducir su competitividad y su capacidad de conseguir precios de mercado más baratos. Por tanto, su preocupación jamás es el precio de la electricidad que pagan los ciudadanos, sino la justicia redistributiva por tecnologías, al parecer un bien superior en sí mismo. De hecho, nunca reconocen el efecto en el precio medio del mercado que haya tecnologías más baratas que otras, algo que si podrían comprobar.

Son argumentos claramente de corte «soviético» y de economía planificada. En definitiva, se resumen en que el aparato productivo es un brazo del político sujeto a sus decisiones discrecionales. Por tanto, no son pronucleares o antinucleares, o prorenovables o antirrenovables, sino todo lo contrario con una asombrosa capacidad camaleónica. Y, la forma de articular esto, es la fijación de unos precios que supongan el reconocimiento de los costes de la actividad, más un beneficio «justo» decidido por una autoridad discrecionalmente, es decir, la plena intervención de la actividad.

Sus argumentos suelen hacerse públicos periódicamente y sin rubor a través de varios canales informativos e institucionales. Entre los canales informativos se encuentran las crónicas de los periodistas Jesús Mota y Carmen Monforte, en «El País» y «Cinco Días» respectivamente. En la parte institucional, el núcleo duro se halla en la Comisión Nacional de Energía, ubicándose la reserva intelectual que dio lugar al Informe de Costes y Precios, cuya autoría pertenece al actual consejero Jorge Fabra. Desde el punto de vista académico, dichos postulados son desarrollados también por su hija Natalia Fabra, continuadora leal de los argumentos de su progenitor.

Y tampoco hay mucho más, porque tampoco hay que sobredimensionar su número de favorables (existen próximos también del mismo corte generacional apostados en distintas instancias del sector eléctrico), aunque sí su influencia y la reivindicación de su papel en los procesos políticos y mediáticos, amén de presentar sus posiciones y asertos de forma «amarilla» y «escandalosa» en la mejor tradición de la propaganda trotskista y mítines univesitarios.

¿Cuál es la razón por la que al sector eléctrico le ha caído esta maldición? Porque, evidentemente, nadie se imagina a unos señores calculando la amortización de la fibra óptica en el caso de las telecomunicaciones y proponiendo fijar un beneficio, que además determine el coste del bucle de abonado y la tasa de interconexión. Y eso es así, aunque las comparativas en el ranking de precios de las telecomunicaciones en España con respecto a Europa sea acreditativo de mucha menos competencia real que en los precios de la electricidad.

Dicho sea este preámbulo para advertir que desde hace unas semanas que se está produciendo una ofensiva de este sector retroprogresivo de la energía en España. En dicha pléyade, se pueden inscribir, distintos artículos, con distintos enfoques y con distintas autorías. Por orden de aparición se pueden enunciar, en primer lugar, el artículo de Jorge Fabra, consejero de la Comisión Nacional de Energía, publicó, en la Revista del Colegio de Economistas «Sostenibilidad económica y sostenibilidad medioambiental ¿son compatibles en el sector eléctrico?«. A continuación, en el Diario El País, se publicó un artículo de Jesús Mota titulado «El yugo de la tarifa eléctrica«. Y, finalmente, el pasado domingo con un artículo titulado «Argumentos para un debate nuclear y energético» con autoría del Ex Secretario General de Energía, Martín Gallego Málaga.

En esta ofensiva, hay algunos matices, aunque el «deja vu» y los argumentos y retórica de los setenta sigue vigente y la intensidad con la que un modelo liberalizado se examina desde los paradigmas y criterios del modelo intervencionista, lo que además provoca que se tome el rábano por los hojas: desviando la atención sobre los problemas regulatorios derivados de las decisiones políticas pasadas y continuadas de no subida de los precios de la electricidad (el déficit tarifario) y el incremento galopante de las primas de la renovables en una política expansiva que todo el mundo reconoce como excesiva. De esta manera, desaparece cualquier reflexión sobre las tarifas de acceso y su evolución (es lo bueno de los costes reconocidos y discrecionales), además de carecer de discurso económico, cayendo en el disimulo y la ocultación, sobre los costes de las mismas y sus componentes (primas en 6.200 millones de euros, pago del déficit tarifario derivado de decisiones políticas de aplazamiento de la subida de precios y resto de costes regulados).

La segunda es una novedad estriba en los argumentos en la búsqueda de alianza con las tecnologías renovables, en una especie de «si estrangulamos el coste de la generación» y exprimimos los márgenes de las tecnologías, malogrando el funcionamiento del mercado, encontraremos más espacio retributivo para continuar para las subvenciones discrecionales por tecnología y esquema de generación de lucro que ha dado lugar a la llamada burbuja renovable. En todo caso, es un matrimonio muy peligroso, para el sistema eléctrico, para las propias renovables y para la economía española. Indudablemente, lo que si hay que reconocerles es la capacidad de encontrar el argumento justicialista, demagógico o atractivo para el gran público dado que se han uncido al carro de las críticas a lo nuclear con el accidente de Fukushima con inusitada rapidez.

En días sucesivos comentaremos cada uno de los artículos. Mañana, empezamos fuerte, el artículo de Jesús Mota. En suma, lo mismo de siempre, los mismos de siempre.

Las dudas sobre el aumento de la demanda frenan la escalada de precios del crudo

Aunque las importantes depreciaciones sufridas las dos primeras jornadas de cotizaciones fueron compensadas al final de la semana con ganancias, finalmente los precios del crudo perdieron unos 3 dólares por barril respecto a la semana anterior.

Así, el Brent europeo cotizó el viernes a 123,45 dólares por barril en el Intercontinental Exchange Futures (ICE), un 2,5 por ciento menos que hace una semana. Por su parte, el barril de crudo Texas, de referencia en Estados Unidos, se pagó al final de la semana a 109,66 dólares, un 2,7 por debajo de la cotización de hace siete días.

Aunque siguen los combates en Libia entre las tropas de Muamar el Gafadi y los rebeldes, el anuncio el pasado domingo de que el líder libio aceptaba un plan de paz de la Unión Africana contribuyó el lunes a rebajar la preocupación por el descenso de la oferta de «oro en negro» en el país norteafricano.

Pero la noticia que más influyó en la marcada bajada de los precios a principios de semana se produjo en el extremo de la demanda, al rebajar el Fondo Monetario Internacional en dos décimas, hasta el 2,8 por ciento, su previsión de crecimiento del PIB de Estados Unidos.

A las dudas sobre el ritmo de crecimiento económico y de consumo de crudo del mayor consumidor se sumó al fortalecimiento del dólar ante otras divisas, algo que suele presionar a la baja los precios del petróleo.

Esa tendencia a la baja continuó el martes, con un nuevo mazazo, esta vez por parte de la Agencia Internacional de la Energía, que advirtió de que la escalada de precios del petróleo ha empezado a causar los primeros efectos sobre la demanda mundial, cuyo crecimiento se ha ralentizado en los dos primeros meses del año.

El miedo a la disminución de la demanda energética influyó en el descenso de los precios de esta jornada, tras el que también estuvieron la recomendación del banco estadounidense Goldman Sachs a sus clientes de que se deshagan de contratos de petróleo porque «va a vivir una bajada sustancial».

Por otro lado, la Organización de Países Exportadores de Petróleo indicó en su informe mensual que la producción de crudo de sus países miembros bajó un 2 por ciento en marzo, debido a la interrupción de los suministros de Libia, compensados parcialmente con una mayor extracción en Arabia Saudí y otros socios del grupo.

Las pérdidas acumuladas durante las dos primeras jornadas de cotización comenzaron a recuperarse a partir del miércoles. Ese día, el Departamento de Energía de Estados Unidos anunció que las reservas de gasolina en el país bajaron en 7 millones de barriles (un 3,2 por ciento) respecto a la semana pasada.

Ese descenso, mucho mayor del esperado por los analistas, indica un aumento del consumo de este derivado del petróleo.

El viernes, la publicación de una encuesta sobre el aumento de la confianza de los consumidores en la evolución de la economía y de su situación financiera y datos sobre el encarecimiento del coste de la vida inyectaron optimismo en los mercados sobre la situación económica en Estados Unidos.

A este dato se sumó el facilitado por la Reserva Federal que mostró que en marzo la producción industrial de EEUU creció un 0,8 por ciento en la quinta ganancia mensual consecutiva.

Esos datos impulsaron el interés de los inversores por compras de petróleo, ya que buenas perspectivas sobre la marcha de la economía van aparejadas a un aumento del consumo de crudo.

El petróleo no da tregua y cierra en máximos no vistos desde agosto de 2008 por los combates en Libia

Libia, socio de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), sigue sumida en enfrentamientos armados entre los rebeldes y las tropas leales al coronel Muamar el Gadafi, con el peligro de que la guerra civil se enquiste al estabilizarse los frentes.

Los analistas de la británica KBC Energy Economics recordaron que aunque Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait aumentaron su producción para compensar la pérdida de las exportaciones libias, los precios no han bajado porque lo que preocupa a los mercados es el grado de estabilidad de los productores más grandes de la OPEP.

Ni siquiera la subida de tipos en la eurozona, con la posibilidad de que afecte al consumo de energía, atemperó el temor a las consecuencias de una carestía de combustible por la oleada de revueltas populares en Oriente Medio.

Además, la tensión geopolítica se extendió a otro importante país petrolero como Nigeria, donde se produjo un atentado que dejó ocho muertos en vísperas de los comicios legislativos.

Los máximos del euro frente al «billete verde», que se cambiaba el viernes a 1,44 dólares, también empujaron al alza el valor del «oro negro», que en Nueva York alcanzó el viernes los 112,79 dólares, después de subir un 4,5% respecto a la semana anterior.

En Europa, el Brent no le fue a la zaga y en Londres cerró el viernes en 126,65 dólares, una cifra que no se veía desde agosto de 2008, después de apuntarse un incremento semanal de más del 6%.

En el primer trimestre del año se produjo un encarecimiento récord del precio de las principales marcas de crudo, entre un 16 y un 23%, y algunos analistas ya apuntan que posiblemente el precio medio para todo 2010 se sitúe sobre los 125 dólares.

Esa cifra sería un 25% superior al valor promedio del crudo en 2008, cuando el petróleo tocó su máximo histórico de 147 dólares antes de desplomarse tras la quiebra del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers.

El mismo Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzó esta semana el mensaje de que el mundo debía prepararse para una etapa de escasez de petróleo y de precios altos, sin descartar volver al récord de 147 dólares de julio de 2008.

Si las tensiones se agudizan, ya sea a raíz de una mayor demanda o por alteraciones por el lado de la oferta, podrían producirse subidas adicionales de los precios como ocurrió en el periodo 2007-2008, advirtió el FMI.

La cuestión es que con una situación económica débil en la mayoría de los países industrializados, los elevados precios del crudo pueden ser un duro golpe para la recuperación.

Para los analistas de la consultora de energía vienesa JBC, la política de bajos tipos de interés de las principales economías tiene como consecuencia que ingentes cantidades de capital se dirijan a las materias primas, consideradas un refugio frente a la incertidumbre económica actual.

«Esto conduce no sólo a subidas de precios récord en combustibles y alimentos, sino que también eleva enormemente los costos de otras materias primas, amenazando de forma clara la situación económica», subrayaron los analista de JBC.

La cuestión de fondo es que ya sea por razones geopolíticas o especulativas, o por ambas combinadas, la actual escalada de crudo no tiene visos de acabar.

Ante esta situación, algunos responsables políticos, como el secretario de Energía de EEUU, Steven Chu, subrayó esta semana desde Abu Dabi que los actuales precios suponen una «gran preocupación».

Por su parte, el actual presidente de la OPEP, el ministro iraní del Petróleo, Masud Mir-Kazemi, reiteró que no convocará una reunión extraordinaria de la OPEP antes del encuentro previsto en junio.

Cadena de favores

Recomendación para el fin semana, para aquéllos que no lo hayan podido ver. Intenten ver “Cadena de favores”, una película en la que un niño imagina un curioso sistema para mejorar el mundo; hacer favores incluso antes de que los devuelvan. Es decir: no devolver favores, sino pagarlos por adelantado, y no necesariamente a quien te los hizo a ti. Para sorpresa de todos, esta desinteresada propuesta causa furor entre la gente. Este fue el modelo de generación de plusvalía en las promociones de energía solar fotovoltaica

Aunque hubiera podido parecer que la cuestión relativa a la modificación de los parámetros que determinan la retribución y las primas a las instalaciones fotovoltaicas podría haber estado resuelta tras el ‘continuum’ de votaciones en las Cámaras, como venimos informando en Energía Diario, esto no es así. Volvemos a estar en una negociación abierta, mejor dicho, reabierta, cuya palanca, cuyo estilete de reapertura son ahora las presiones del grupo parlamentario catalán de CiU, dado que en un primer momento, Industria había cerrado las presiones de las Comunidades Autónomas socialistas con mucho interés en este sector como Castilla La Mancha, Andalucía y Extremadura.

En primer lugar, hay que señalar que el ajuste que introdujo el Real Decreto Ley, primeramente, es muy moderado. Tan moderado, que los estudios de rentabilidad de las instalaciones afectadas aumentan ligeramente la misma aplicando lo establecido por el 14/2010, dado que la limitación de horas en los parámetros implantada es sólo para dos años y el aumento la vida útil en tres, descendiendo los costes variables y su amortización, produciendo mayor efectos generosos en la matemática financiera.

Por otra parte, hay que recordar que los estudios de rentabilidad de esta tecnología tenían previsiones de límites de retribución, aunque finalmente no se aplicaron en el R.D. 661/2007, verdadero origen de todo este desaguisado. En todo caso, parece que es posible que pueda suceder la paradoja de que un supuesto recorte, a largo plazo, suponga una destrucción creativa.

Si a estos pseudoajustes se añade el hecho (reconocido en privado) de la existencia de un número importante de instalaciones que no estaban completamente montadas en el momento de su acta de puesta en funcionamiento –algo que aunque legal y técnicamente no es posible, en la realidad sí ha pasado- y cuya inversión se ha ido efectuando con posterioridad, las rentabilidades aumentan notablemente, dado que se han beneficiado de la caída de los costes de inversión por la mejora en la tecnología. Así, estudios efectuados sobre instalaciones reales elevan y revelan que estas rentabilidades, en esos casos, están por encima del 14%.

Sin contar, además, con el problema de las repotenciaciones, que en muchas Comunidades Autónomas se han tratado como modificaciones menores y que Industria quiere abortar, requiriendo a las Comunidades Autónomas información obligatoria de las mismas en la Orden Ministerial de tarifas para que sean comunicados al Ministerio (las repotenciaciones suponen la instalación de más placas en una instalación o de placas de mayor potencia en sustitución de las antiguas, beneficiándose de las condiciones retributivas que tuvieron en el momento de su acceso a la misma).

En todo caso, a la vista de todo este Patio de Monipodio, estas son rentabilidades a las que hoy, en el sector energético, no se asoma en sus distintas actividades y tecnologías por ninguna vía. Mientras la retórica que rodea a esta negociación es enormemente agresiva y desproporcionada.

Y, lo que vuelve a poner de manifiesto esta situación son los efectos del modelo de promoción y el escandallo (en algún caso, también el escándalo) que han supuesto las promociones de instalaciones de energía solar fotovoltaica en nuestro país, unido a la cantidad de agentes involucrados en sus trámites, configurando una larga cadena de favores, cuyo problema es que no se pueden devolver, en cuanto el retorno de la inversión se alargue en el tiempo o se aplace un poco, aunque sea de forma muy moderada.

Proyectos que han ido a acabar como activo financiero para entidades que adquirieron y financiaron estos proyectos y que incluso se han llegado a ofertar como rentas cuasi vitalicias, retribuidas en la banca privada. Dichos proyectos llegaron a las mismas después de un intenso flujo intermedio de permisos, accesos, etc…, que distribuyó concienzudamente la ganancia del plan, en un negocio que era de rentas seguras y sustanciosas. Ha aparecido, por tanto, un tipo de rentista que está al final de esta cadena y que opera con márgenes de rentabilidad reales muy estrechos y consumidos por esta cadena de favores y su apalancamiento como último eslabón.

Además, en paralelo, hay un movimiento al que se ha unido, últimamente, el Defensor del Pueblo pidiendo más energía fotovoltaica en el futuro. Es dudoso saber si el Defensor del Pueblo tiene entre su misión constitucional opinar sobre esas cosas. Eso nos llevaría a plantearnos su opinión sobre cuánta nueva potencia solar y de otras tecnologías se necesitaría. Pero si cada MW/h de fotovoltaica tuvo una retribución en 2010 de 470€, habrá que pensarse cuánta, en qué condiciones y si lo paga la tarifa, se puede seguir implantado en el futuro. Eso y la manera de achicar y recortar esa cadena de favores.

Energía Diario sube un 30% su audiencia en 2011 y ya es el diario online energético más leído

Energía Diario ha aumentado su audiencia en un 30% entre enero y marzo de este año, superando los 60.000 usuarios mensuales, cuyas visitas proceden tanto de España, como de la Unión Europea, especialmente, desde la City y Bruselas. En términos interanuales este crecimiento se cifra en el 45%.

Además, dicho crecimiento se concentra en todas las franjas diarias y en los fines de semana. En este período, Energía Diario también ha escalado en el Page Rank según las mediciones de este indicador y de Google Analytics.

Energía Diario es, en la actualidad, el primer medio on line especializado en energía, actualizado diariamente, dirigido a una audiencia del sector desde una perspectiva global, tanto técnica como para profesionales de los ámbitos informativo, económico, regulatorios, financieros, empresariales, medio ambientales y de la Administración.

Energía Diario ha querido aprovechar estas sinergias, de forma, que desde el mes de febrero, se ha trabajado en el relanzamiento de la publicación con nuevos contenidos.

Así, mañana se podrán comprobar las importantes novedades que contiene nuestro nuevo site, que afectan tanto a su «look and feel» como a las secciones e información. Energía Diario se refuerza con nuevas secciones, comentarios editoriales por tecnologías y actualización de información financiera sectorial. Y, también habrá más humor diariamente, con nuestra sección «Energía Diario Today«.

Por otra parte, Energía Diario también aborda el desarrollo de la web 2.0 y las redes sociales, integrándose con Twitter y, posteriormente, también con Facebook. Durante los meses de abril y mayo, se incorporarán más novedades a la oferta informativa de Energía Diario que iremos desvelando paulatinamente.

Y mañana, para celebrarlo, habrá sorpresa.

¿Quién paga las renovables?

La primera, de utilización frecuente y fácil, se emplea ante el desconocimiento generalizado, como si fuera gratuito y no hubiera ciudadanos y consumidores detrás. La segunda, entra dentro de la sorpresa e indignación cuando hay subidas «controladas y tímidas» de la electricidad y, consecuentemente, aparece la incomprensión del hecho real del déficit tarifario.

Parece como si existiera una corriente negacionista del déficit tarifario, negacionista de las relaciones de oferta y demanda, negacionista de los mercados, negacionista de que el precio de la electricidad es un precio, negacionista de las magnitudes económicas, de la consolidación de todos los costes que consolida la tarifa eléctrica y de la contabilidad. Esa negación de los mercados no tiene parangón con otros países de nuestro entorno occidental, que además de contar con más tradición democrática y de economía de mercado, superaron la existencia de un cuerpo intelectual marxista-trotskista y las simplificaciones ideológicas intervencionistas de 1968 con mayor madurez, al comprender mejor la realidad de los hechos económicos y la globalización. Dicha tendencia se evidencia de la forma más descarnada en el sector de la electricidad y en los medios de comunicación.

Históricamente, además, esta visión tiene raíces y anclaje en el tardofranquismo, otra forma de intervencionismo con ribetes de paternalismo político. España, un país con fuerte dependencia energética, sufre la primera crisis del petróleo en 1973, que decide no «trasladar2 a los ciudadanos, en forma de elevaciones de precios, en un momento de extrema debilidad del régimen de Franco, con el fin de evitar el efecto empobrecimiento de los ciudadanos y, sobre todo, su repercusión política. Por ello, aparece el estado protector. Desde entonces la electricidad, de una forma u otra, indebidamente tiene un carácter de precio intervenido y se convierte en una «caja negra» administrada por las autoridades. De esa convicción, y de un cierto adanismo económico, comulga el debate en el espacio público español, así como en los propios medios de comunicación, incluso de una cierta rebeldía social, política y mediática ante esta coyuntura, así como una negación obstinada de la realidad energética española.

Por ejemplo, hoy para asombro de los más ortodoxos, es frecuente entre nuestros «media económicos» autodefinidos como liberales, el hecho de reclamar que el Ministerio de Industria no suba la tarifa eléctrica, porque todo alimenta en la confrontación contra el Gobierno actual. Incluso existe una concepción fantasiosa de las relaciones causa efecto: por ejemplo, existen tensiones importantes en los mercados energéticos y en el petróleo, pero no se comprenden y aceptan sus consecuencias implícitas en términos de precios, que no se pueden trasladar sin saber misteriosamente por qué. Entre una y la otra, se sitúan los que piden más renovables, incluyendo su sistema de incentivos descomunal y, a la vez, que la electricidad no experimente subida de precios. Es un ejercicio de prestidigitación que es difícil de resolver.

Por otra parte, bien es cierto, que se está produciendo un debate, todavía con sordina, respecto a las energías renovables y de régimen especial y su coste en términos de primas. Sobre todo porque el actual sistema de primas, fruto de una mala regulación, de un mal seguimiento y de una mala supervisión, ha generado fuertes distorsiones en la que los agentes económicos han tratado lógicamente de maximizar sus beneficios y aprovechar sus resquicios. Esto sirve para una confrontación ideológica bochornosa y de componentes paranoides entre dos bandos: los primeros, los que se oponen a las tecnologías renovables «per se»; los segundos, los que defienden un modelo «latino» de subvenciones de amplio espectro, con manguerazo y de distribución de la plusvalía de la energía, incluyendo a las menesterosas Comunidades Autónomas.

Decíamos la semana pasada, que el accidente de la central nuclear de Fukushima y los denodados esfuerzos de la empresa y autoridades japonesas por su control, han sido apresuradamente utilizados para abordar un debate cuya urgencia era dudosa. El primero es la cuestión del desarrollo de nueva potencia nuclear en nuestro país (algo impensable incluso sin el accidente de Fukushima) por motivos estrictos de demanda y exceso de oferta. Segundo, la puesta en la «pole position» de otras tecnologías de generación en su sustitución y, en el caso de las renovables, con argumentos balsámicos. Lógico que esto ocurra, pero antes de decidir nada al respecto, hay que valorar qué hacemos con el exceso de capacidad existente en el parque de generación español, qué fuentes renovables tienen un desarrollo tecnológico que les permite ser más competitivas y, en conjunto, cuánta nueva capacidad es necesaria en estos momentos.

Por eso, la aparición el pasado domingo, en el Diario El País de un análisis editorial que desliga primas a las renovables del déficit, además de ser profundamente peligroso y falaz, hay que inscribirlo en todo la anterior. Así, mientras en el mismo, se hacía una defensa encendida de las tecnologías renovables (y, en consecuencia, de su vís económica, las primas), también se trataba de inocular una teoría que empieza a circular: desligar las primas a las energías renovables del déficit tarifario, llevando una afirmación a una salida de la autopista sin destino al decir: «Justamente, en España se ha venido produciendo en los últimos tiempos un debate sobre el «excesivo» coste del apoyo a las renovables, relacionándolo erróneamente con el déficit tarifario, que tiene otras causas«, de una forma críptica y misteriosa. Esto es tanto como decir que las primas no están en la tarifa. La pregunta a hacerle al editorialista es, ¿entonces, esto ahora quién lo paga? Imaginemos que le dieran la orden a la CNE de que no liquidase las primas contra la factura y las primas, ¿qué pasaría entonces?

Por eso, todo esfuerzo didáctico para comprender los flujos económicos que conforman la tarifa eléctrica y que finalmente pagan los ciudadanos en sus facturas, es poco. Evidentemente, en el déficit tarifario participan todos los componentes de la tarifa agrupados en sus dos componentes, el precio de la generación de la electricidad y las tarifas de acceso o costes regulados (primas a las renovables, pago de la deuda del déficit, retribución al transporte y distribución y resto de costes).

En la actualidad, con la bajada de los precios de la electricidad en el mercado de generación, estamos en una situación en la que el déficit de tarifa se ha ido concentrando en los costes regulados o tarifas de acceso, fruto fundamentalmente de decisiones políticas y administrativas: las del retraso del pago de la tarifa eléctrica, generadora de aplazamientos e intereses y, las relativas a las primas, generadoras de transferencias y subvenciones.

En estos momentos, estos costes regulados han ido creciendo con el tiempo y tomando proporciones mucho mayores en la tarifa, convirtiéndose en un Leviatán que nadie de la visión estatalista y repartidora de subvenciones cuestiona. Lo que es paradójico es esa comprensión y condescendencia, frente al cuestionamiento de los procesos de mercado, aunque resulten precios mucho más bajos en generación que los resultantes del primado. Incluso las propias asociaciones de consumidores viven presas de esta paradoja en sus críticas a la factura eléctrica, de forma que no hablan jamás de los costes regulados. En todo caso, cada vez que se hace una afirmación en indefinido (lo paga la tarifa o lo paga el sistema) quiere decirse que lo paga la factura, lo pagan los ciudadanos, los consumidores y se incluye en el déficit tarifario. ¿Quién paga, por tanto, las primas a las renovables, incluidas en esas tarifas de acceso?

Coda. Las energías renovables son necesarias en nuestro mix de generación. La pregunta es qué tipo, a qué ritmo, cuándo y a qué precio, con qué desarrollo previsto. Para ello es necesario un debate en el que se transparenten perfectamente sus costes, su financiación, el efecto en la factura que pagan los ciudadanos y la necesidad de nueva potencia en las previsiones de demanda del parque de generación español, para conseguir un mix económica y medioambientalmente sostenible. Sólo así, no estaremos presentes ante un debate trilero, oportunista, demagógico y emotivo, con muchos intereses bastardos, trufándolo, pero hurtando de la realidad a la sociedad.

Las crisis de Libia y Portugal zarandean los precios del crudo, que acabaron al alza

Así, a las iniciales subidas de los precios, empujados por la ola de levantamientos populares en países musulmanes, sucedieron caídas generalizadas ante la evolución de la crisis financiera en Portugal y la amenaza de que el país tenga que recurrir a un rescate.

Finalmente, el crudo de tipo Texas cerró la sesión del viernes en la Bolsa Mercantil de Nueva York a 105,4 dólares por barril, un 4,3 por ciento por encima de la última cotización de la semana pasada.

Respecto al Brent europeo, la evolución intersemanal fue más moderada y el precio marcado el viernes en el Intercontinental Exchange Futures de Londres fue de 113,93 dólares, un 1,45 por ciento más que la semana anterior.

El comienzo de la semana estuvo marcado por una tendencia al alza, en reacción al inicio de los ataques de fuerzas occidentales contra las tropas del líder libio Muamar el Gadafi

El temor a que los enfrentamientos corten los suministros de crudo libio pesó mucho más que los llamamientos a la calma por parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

El lunes, los ministros de Petróleo de Venezuela y Kuwait, Rafael Ramírez y Ahmad al-Abdullah al-Amad al-Sabah respectivamente, descartaron que sea preciso convocar una reunión de emergencia del grupo para debatir un cambio en sus actuales niveles de bombeo.

El martes, tanto el crudo Brent de referencia en Europa como el Texas estadounidense siguieron encareciéndose, al tiempo que aumentaba la tensión y las protestas antigubernamentales en Yemen.

Así, ni siquiera el anuncio por parte de Irak de un plan para aumentar la producción de petróleo conjuró el miedo a una caída del suministro desde el norte de Africa y Oriente Medio.

Esa tendencia al alza se vio moderada por el anuncio el miércoles de que la semana pasada se produjo un aumento de las reservas de crudo en los Estados Unidos, una noticia que suele relacionarse con un bajo consumo de crudo y normalmente empuja los precios a la baja. De hecho, esa noticia provocó incluso una leve caída del precio del Brent europeo.

Una depreciación que se generalizó el jueves, cuando el foco de atención de los mercados se trasladó a Portugal, donde el rechazo del Parlamento a un plan de austeridad económica del Gobierno precipitó la dimisión del primer ministro, José Sócrates.

Esta crisis reavivó las preocupaciones sobre el endeudamiento de las economías europeas y su influencia en la recuperación económica, lo que hizo que las noticias sobre la inestabilidad en Oriente Medio, impulsoras las últimas semanas de los precios del crudo, pasaran a un segundo plano.

Una ralentización de la recuperación económica en Europa podría hacer menguar la demanda de crudo y por lo tanto rebajar su precio. Un escenario parecido al que se teme podría darse en Japón si se prolonga la emergencia nuclear en el país.

En la evolución del precio al final de la semana pesaron también los datos contradictorios sobre la marcha de la economía de Estados Unidos, el mayor consumidor de «oro negro».

Así, el dato de que el producto interior bruto de EEUU creció un 2,9 por ciento en 2010, y un 3,1 por ciento durante el último trimestre, contrastó con una encuesta que muestra que la confianza de los consumidores estadounidense en la evolución de la economía y su situación financiera cayó en marzo hasta su nivel más bajo desde noviembre de 2009.