El fotógrafo del pánico

Se trata de un hecho que, además, fue recogido con cierto alborozo por los colectivos antinucleares, que ven en los mismos una refutación argumental definitiva. La utilización del pánico como herramienta de comunicación. Desde la quiebra de las finanzas públicas de Castilla-La Mancha a la crisis del pepino. Algo que empieza a ser una constante.

Vayamos por partes. La decisión de trasladar el cierre de actividad de la central de Santa María de Garoña a 2013 fue bastante anterior, en todo caso, al accidente nuclear de Fukushima y, evidentemente, no estaba presente ni en las versiones más delirantes de los argumentarios de la Fundación Ideas, expuestos una mañana soleada en Galapagar por el Presidente del Gobierno. Y, por supuesto, tampoco estaba incluido en la exposición de motivos de la orden ministerial que establecía el cierre en ese espacio temporal anómalo e indefinido a la luz de los informes existentes.

Ha tenido que venir uno de los mayores terremotos de la historia y un tsunami después (junto con bastantes errores de emplazamiento y gestión de la seguridad de la propia central con una acumulación de riesgos muy particular) a proporcionar nuevos argumentos en el ínterin, que se alinearan con el cierre decretado de Garoña. Todos los argumentos que abocan al pánico colectivo siempre son infalibles para provocar alarma social y justificar las decisiones que sean precisas.
Todos pensábamos que lo que realmente se dilucidaba en este conflicto jurídico era el papel de los órganos de seguridad nuclear (en este caso del Consejo de Seguridad Nuclear), la fiabilidad de sus procedimientos, sus instrumentos y, a resultas del mismo, el ajuste a derecho de la decisión tomada por el Ejecutivo en lo que se refiere a la renovación de la central y su operativa.
Y, por ello, de lo que se trataría es de determinar las consecuencias económicas para el Estado de una decisión así, con el margen de discrecionalidad que acumula la misma.

Es, por tanto, razonable, y forma parte de la lógica jurídica, que los argumentos e informes periciales para cuantificar el daño económico, lucro cesante e inversiones pendientes de amortización sean cuestionados por las partes. Seguramente es ese el terreno en el que habrá que jugar. De hecho, el concepto de perjuicio empresarial, social y comarcal está más que claro. Y el efecto que conlleva en términos de elevación de precios en el mercado de generación, también.

En todo caso, si los argumentos se expresan en estos términos, tal y como se recogía en los medios, es decir, por la eventualidad de la responsabilidad del Estado ante un accidente nuclear, dicha cuestión va mucho más allá de los procedimientos y mecanismos de seguridad. Supone ir más allá del propio caso de la renovación de la planta de Santa María de Garoña, ocurrida en un momento político diferente al actual. Lo que se está debatiendo, así expresado, es otra cosa, por la vía de un procedimiento jurídico y los argumentos empleados en esa defensa. Se está tratando el debate nuclear global en nuestro país de forma encubierta, puesto que este argumento es generalista. Si no es así, entonces es que, probablemente, Garoña, una central con una cultura de seguridad nuclear ejemplar, inversiones,…, le ha cogido un argumento, lejano y descontextualizado. Más razonable sería esperar al proceso de comprobación de la seguridad y de los test de las centrales nucleares instados por la Unión Europea, en lugar de apoyarse en los argumentos finiseculares y apocalípticos, y replantearse la decisión sobre la planta de Santa María de Garoña en ese escenario.

Se debe evitar coger el rábano por las hojas, por muy atractivo que sea el rábano para sus intereses. Y, por eso, apelar a Fukushima es más un ejercicio de apoyarse en la catástrofe que de iluminarse en sus aprendizajes. Y, por si fuera poco, comprobemos las enseñanzas de la crisis del pepino: más que un problema de la seguridad alimentaria de nuestras hortalizas, los daños para nuestros intereses en realidad han venido de la reacción de las autoridades alemanas y de la utilización indebida de la alarma social y del pánico.

La CNE analiza la transposición del tercer paquete energético de la Unión Europea

La CNE celebra esta mañana una sesión adicional a la convocatoria ordinaria de los jueves de su Consejo de Administración con el objetivo de analizar los dos anteproyectos de ley remitidos por el Ministerio de Industria, que ya fueron aprobados por el Consejo de Ministros el pasado 6 de mayo, y que transponen y adaptan la normativa española a las directivas comunitarias del que se conoce como tercer paquete legislativo del sector energético, que recoge las modificaciones en las leyes del sector eléctrico y del sector de hidrocarburos. Un paquete cuyo sentido es, sobre todo, avanzar en un mercado único de la energía.

El ponente en la reforma de la Ley 54/1997 de 27 de Noviembre del Sector Eléctrico será el consejero Jaime González González.

Dentro de los puntos más fuertes a tratar, se encuentra la separación jurídica del operador de transporte y de sistema en el sector eléctrico, actividades que actualmente desarrolla Red Eléctrica de España (REE).

Asimismo, el anteproyecto de ley que modifica la Ley del Sector Eléctrico incorpora al ordenamiento jurídico español las previsiones contenidas en la directiva sobre normas comunes para el Mercado Interior de la Electricidad, de 2009. Dichas previsiones están centradas, fundamentalmente, en el refuerzo de las competencias y funciones de la autoridad reguladora, la CNE, así como de su independencia. En concreto, la normativa refuerza su papel en materia de tarifas de acceso.

Del mismo modo, se incluyen medidas relacionadas con la protección al consumidor, tales como el establecimiento de puntos de contacto únicos de información a los consumidores o la incorporación del concepto de «consumidor vulnerable». No obstante, el Gobierno aún no ha establecido qué criterios se utilizarán para determinar la renta ni los umbrales de ingresos por debajo de los cuales se considerará vulnerable al consumidor.

De hecho, Industria sostiene que este concepto de consumidor vulnerable «no excluye en modo alguno el ámbito contemplado en el bono social, sino que incluso lo refuerza o amplía». El bono social «no va a cambiar» con la transposición de la directiva, sólo se usa otra terminología», según afirmaron desde el ministerio.

La reforma también introduce proyectos experimentales de generación por bombeo, en referencia a los almacenamientos.

Por otra parte, el ponente de la reforma de la Ley 34/1998 de 7 de octubre del Sector de Hidrocarburos, será el consejero Luis Albentosa Puche. Dicho anteproyecto, tiene por objeto fundamental trasladar al ordenamiento jurídico español las especificaciones contempladas en la Directiva del Mercado Interior de Gas, de 2009.

Los principales puntos que transpondrá el anteproyecto de ley son la definición de «cliente vulnerable» o la introducción del bono social en el caso del butano, así como la separación jurídica y funcional del operador de transporte y sistema en el sector gasista, en torno a las actividades de producción y suministro, que ya había quedado resuelta recientemente a través de una enmienda introducida en el Senado por el grupo parlamentario del PNV.

Industria ya aseguró que contempla un mecanismo, posiblemente un bono social, para la tarifa de gas en el que se creen condiciones más favorables para el suministro energético a los consumidores más vulnerables.

Asimismo, en el contenido del anteproyecto se dota a la CNE de funciones y competencias adicionales de acuerdo con lo establecido en la citada directiva comunitaria.

Finalmente, se actualizan otros aspectos no derivados de la directiva comunitaria, relacionados con la adquisición, mantenimiento y gestión de las reservas estratégicas de gas natural, o el establecimiento de las bases para el desarrollo de un mercado organizado de gas, que busca dotar de una mayor liquidez y transparencia al mercado, así como una asignación más eficiente de los recursos y la entrada de nuevos agentes en el mercado.

La transposición de las citadas directivas está actualmente en período de consulta pública. Antes de iniciar su andadura en el Congreso, como proyecto de ley, el texto tendrá que volver al Consejo de Ministros.

Por lo que ha podido saber Energía Diario, a través de fuentes sectoriales, la preocupación de REE por la separación jurídica y funcional es latente, por lo que han existido intensos contactos entre sus representantes, los responsables de los servicios técnicos de la CNE y sus consejeros sobre esta cuestión.

Todo sigue abierto en la renovación de la CNE

La más racional sería que, finalmente, se produjera un acuerdo entre Partido Popular y PSOE (que incluso podría incluir a CiU), para configurar un órgano estable, de prestigio y con capacidad técnica en sus distintos órdenes (técnico, económico, jurídico y de mercados). La siguiente, en el orden de posibilidades, la ruptura o glaciación de posiciones de los dos grandes partidos, deviniendo en una comisión monocolor designada por el Partido Socialista. Ahí la lógica lleva a que el Gobierno busque perfiles técnicos muy solventes (en la línea de Tomás Gómez San Román) y que, además, también contemple a CiU. Por tanto, que finalmente sea muy difícil un ejercicio de remoción futura masiva como el anticipado por Montoro en el Congreso en el caso de que la próxima legislatura fuera de mayoría popular arrolladora y además se emplease en términos «destroyer» cuando se produzca el relevo en el Ejecutivo. Es decir, esta alternativa partiría de que finalmente el Partido Popular optase por una decisión de automarginación actual (algo que se apunta como posible debido a la euforia en las huestes populares tras las elecciones autonómicas). La tercera, es una Comisión Nacional de Energía fuertemente politizada e ideologizada, puesto que el campo de batalla estaría servido derivando hacia las posiciones más intervencionistas.

Puestos en una u otra posición, la pregunta inmediata es quiénes pueden ser los nominados y cómo van las candidaturas de una y otra formación política. En el caso de que finalmente exista acuerdo entre PSOE y PP, no es excesivamente aventurado pensar que pudieran entrar dos señalados por cada formación política, más los grupos nacionalistas. Así, el PSOE ya ha designado a Tomás Gómez San Román. Por otra parte, quedaría pendiente el nombre del presidente o presidenta del organismo. El nombre que más insistentemente ha sonado ha sido el de Carlos Ocaña Pérez de Tudela (actual Secretario de Estado de Hacienda), pero no concita el acuerdo del Partido Popular por su condición de Secretario de Estado y militante socialista. Además, al PSOE le quedaría un nombre por proponer. Por tanto, y también en esa hipótesis, al Partido Popular probablemente le quedarían dos y razonablemente CiU designaría un consejero, cuyo nombre sería el de Julio Molinario.

En ese sentido, sigue apareciendo en las quinielas el nombre de Marcel Coderch, figura emergente del colectivo energista utópico («Nucleares, no gracias, cierre de estas instalaciones y generación renovable total»), con el apoyo de Jesús Caldera y la Fundación Ideas, donde radica la mayor parte de esta línea de pensamiento. La debacle de las elecciones del pasado domingo y no pertenecer oficialmente al PSOE operan fuertemente en su contra.

Otros nombres que siguen en la agenda son los de Miguel Ángel Lasheras y, dentro del colectivo retroprogresivo, José María Paz, Juan Temboury y Alberto Carbajo. Las opciones apuntadas hace unas semanas relativas a la entrada de Pedro Marín (ex Secretario de Estado de Energía) y de Jorge Sanz (ex Director General de Energía) parecen perder vigencia por motivos diferentes.

Lo que parece claro es que encontrar un pool de nombres para cubrir la totalidad de los puestos vacantes del consejo del organismo, no sería tarea fácil. En el caso del Partido Popular las opciones son mucho más opacas. Sólo ha traslucido de forma más o menos evidente el nombre de Marina Serrano, una mujer con mucha experiencia en el sector y de reconocida solvencia jurídica, actualmente Secretaria del Consejo de la CNE y Abogado del Estado, un colectivo muy influyente en el Partido Popular.

En todo caso, y a la vista de la opción Tomás Gómez San Román, Industria podría tener preparada una sorpresa, con técnicos no pertenecientes a los grupos clásicos, lo que podría proporcionar soluciones creativas más abiertas. En ese mix, se inscriben los nombres de alguno de los asesores del Ministro más cercanos a la energía como Juan Abascal. De hecho, en su momento, Sebastián ya nombró a Jorge Blázquez, presidente de CORES, lo que, por otra parte, descolocó el acuerdo forjado por debajo de la mesa para nombrar a Pedro Miras (Director de Petróleo y Biocarburantes de la CNE) al frente de este operador.

Por otra parte, esperando que el acuerdo entre Partido Popular y PSOE no fructifique, está fundamentalmente el sector «retroprogresivo» de la energía. Una situación de estas características, daría «chances» para la entrada de un número mayor de afines a esta rama de la familia. En este sentido, desde el Partido Popular afirman que hasta el momento la voluntad de negociación por parte del PSOE ha sido baja y que realmente el Ejecutivo lo que quiere es imponer y no pactar la renovación del organismo, algo que tampoco parece realista a la vista de la actual coyuntura política.

De hecho, fuentes solventes apuntan a la posibilidad de que, en este escenario, se pudiera producir la reentré del propio consejero Jorge Fabra Utray que se ha ido autopostulando para esta nueva etapa, fruto también de su insistencia en Moncloa, vía abierta gracias a la complicidad del también consejero Jaime González. El nombre de Jorge Fabra genera escalofríos en el Ministerio de Economía y recelo en Industria por sus posiciones dogmáticas y, especialmente, tras la rocambolesca ponencia en el caso de la OPA de E.ON sobre Endesa, que estuvo a punto de causar un serio disgusto al Ejecutivo con el gobierno alemán y Europa.

La CNC mete en un problema al Ministerio de Industria y a los grandes consumidores eléctricos

Parece que el expediente de la Comisión Nacional de Competencia, abierto en forma de «coche escoba» al sector eléctrico, le puede reventar en las manos al propio Luis Berenguer, afectando al Ministerio de Industria. De hecho, estos días continuaba el torrente de declaraciones sobre las empresas del sector de hidrocarburos desde este organismo. Y, del mismo modo, se filtraba de forma selectiva desde la CNC, al diario «El Economista» el contenido de varios correos electrónicos relativos a las comunicaciones entre la patronal Unesa y AEGE, lo que ha generado un fuerte malestar en la propia Administración, donde piensan que la CNC está yendo demasiado lejos.

Algo que, además, puede desatar las más imprevisibles consecuencias, tanto en el proceso público a través de los medios de comunicación desplegado por los responsables de la Comisión Nacional de Competencia para soportar sus posiciones, como por el ejercicio de la defensa jurídica de las empresas sobre las que ha recaído el expediente de la CNC. De hecho, se ha conocido recientemente por distintos medios que el gabinete Garrigues ha sido contratado por UNESA para su defensa jurídica en este proceso.

Mientras tanto, crece la preocupación dentro del propio organismo relativa a la forma de incoar las sanciones, obviando documentos y pruebas contrarias a sus pretensiones iniciales. De hecho, el expediente de la CNC contenía información y documentación relativa a las admoniciones directas de la Administración, a través del entonces Secretario General de Energía, para instar a las empresas a promover condiciones ventajosas en la contratación de la electricidad para los grandes consumidores. De hecho en dicha documentación, la Secretaría General de Energía se situaba en el centro del proceso.

Así pues, el servicio de investigación de la CNC recoge en el expediente actas, registros, correos electrónicos y reuniones organizadas directamente, instadas o con conocimiento de la Secretaría General. Incluso, en algún caso, la Secretaría General de Energía se encargó de organizar una reunión con las empresas titulares de la tarifa G4. De hecho, incluso el Plan de Acción resultante elaborado tras los acuerdos con AEGE fue remitido a Industria, tal y como consta en el expediente. Industria habría promovido estos acuerdos para facilitar condiciones ventajosas a las empresas industriales con gran consumo de energía de cara a la liberalización y la finalización del sistema de tarifa regulada. Todos estos documentos han sido obviados en la decisión final del organismo que preside Luis Berenguer y han sido convenientemente expurgados de lo filtrado estos días a los medios.

La Comisión Nacional de Energía tampoco se escapa del posible revolcón de una tramitación poco pulcra y que, a la vez, está llevando a que la CNC redoble su ofensiva mediática de defensa en los medios para atrincherarse en sus posiciones. En efecto, el expediente que fue analizado por la CNE en el mes de mayo de 2010 a solicitud del área de investigación de la Comisión Nacional de Competencia fue resuelto sin adentrarse en el contenido de un anexo, dentro del pliego de concreción de hechos, en el que constaban todos los registros de estas reuniones, ninguneando estos documentos.

Sucede que al contenido de este expediente han tenido acceso empresas eléctricas, comercializadores, asociaciones y grandes consumidores. Lo que hace que la documentación que oculta la CNC sea conocida por muchos agentes y empresas. Comercializadoras e incluso alguno de los grandes consumidores, consultados por este medio, han expresado en privado su preocupación por este expediente y por el comportamiento de la Comisión Nacional de Competencia.

En los medios de comunicación existe un tópico y es el de que «a realidad no te arruine una noticia». Pues parece que se cumple especialmente en el caso de la Comisión Nacional de Competencia y sus procesos, siempre rodeados de un importante aparato tormentoso de difusión. Por tanto, que la prudencia, la medida, los hechos y las evidencias no maticen las posibilidades de protagonismo que ofrecen los hostigamientos, las sanciones y los titulares amarillos que parecen hechos a toda costa y al bulto.

Falta finura.

¿Cuánto nos costará el PANER?

La propuesta relativa al Plan de Energías Renovables que hemos podido conocer ha arrojado una cifra en primas de 18.500 millones de euros hasta 2020. Pero, además de conocer esa cifra, sujeta a muchas críticas y supuestos cuestionados, la necesidad de que esta generación sea parte del sistema eléctrico en su conjunto y se aborde de forma conjunta, en términos de sostenibilidad económica, técnica y de capacidad, es indudable y necesaria más que nunca, dado el propio efecto de ‘expulsión’ que genera unas previsiones irreales, sobre una capacidad instalada existente, sobre unos costes asociados a la generación y sobre una relación oferta y demanda distorsionada en su percepción.

Al PANER, en principio, se le critican, por tanto, dos cuestiones. La primera, la supuesta rebaja de los objetivos de generación mediante tecnologías de régimen especial sujetas a mecanismos retributivos complementarios (primas) respecto a las ambiciones pretéritas y expresiones de intenciones políticas hechas públicas con anterioridad. El Gobierno, en su momento, estaba dispuesto a elevar por encima del 20% la participación de las renovables en el consumo de electricidad. En esta mayor modestia de objetivos han influido razones de exceso de capacidad general y de coste de estas energías.

De hecho, dichas previsiones y propósitos, se elaboraron en tiempos de importantes crecimientos de la demanda y con una capacidad instalada en situación mucho menos excedentaria que la de hoy. Algo que, además, desplazará a las tecnologías térmicas en el mix de generación. Asimismo, el desmadre en el sistema de primas y de acceso a las mismas de los últimos años ha generado un importante vértigo en la evolución de las tarifas de acceso, hasta tomar la parte principal de la factura en sus distintos componentes y creciendo a ritmos desbordantes.

La segunda crítica que se le efectúa, es que en el PANER se minimiza el coste de las primas, dado que, paradójicamente, se prevé un incremento del precio en el mercado de generación, mientras se prevé la estabilización de los precios del crudo. Los mecanismos de compensación de las primas con respecto al precio del mercado estarían así permanentemente operando, lo que tampoco, previsiblemente, será cierto. Además, existen importantes discrepancias respecto de la fijación de los momentos en que las tecnologías son plenamente competitivas y las ganancias de eficiencia en estas tecnologías.

De esa forma, la magnitud del recorte a la nueva potencia instalada renovable, con ser cierto, estaría infradimensionado. De hecho, para el año 2011, las cifras contenidas en el PANER son inferiores a las que son inminentes que resultan de las liquidaciones en marcha, lo que resulta altamente preocupante, por lo que supone de negación de una realidad económica inminente. Algo que ha llamado la atención y se sitúa como un talón de Aquiles de la propuesta.

Por otra parte, la propia composición de tecnologías, con un aumento relevante de la generación termosolar (con unas primas muy onerosas para la tarifa por MWh, comparativamente con otras tecnologías) y la necesidad de establecer mecanismos de garantía de potencia a la generación renovable, apuntan a una importante elevación de la factura del PANER frente a sus previsiones.

Aunque las dos críticas pueden parecer contradictorias, pueden ser compatibles. Es posible que haya un recorte sobre las previsiones iniciales de nueva capacidad instalada en generación renovable subvencionada y que, al mismo tiempo, el volumen de primas resultante sea mucho mayor y esté calculado de manera irreal. Y, además, también es posible que el recorte a estas tecnologías sea insuficiente, si se reconoce la combinación caída de la demanda, incremento de las primas y evolución de las tarifas, como cierre del círculo, en un escenario en el que finaliza la capacidad de apelar al déficit tarifario (afortunadamente).

Razonablemente, hasta el momento, las reacciones a la propuesta han sido previsibles. Los representantes de las tecnologías renovables han puesto el inciso en el recorte sobre las expectativas. Pero hay dos posiciones más extravagantes. La primera es la de quienes censuran que se haya acabado el recurso al endeudamiento del déficit para cebar la bomba de la generación renovable, sin que los consumidores lo noten y sin aprovechar la capacidad de generación existente. La segunda, es la de quienes opinan que hay que violentar el funcionamiento del mercado incorporando «propuestas redistributivas» entre tecnologías, opción que abandera el consejero de la CNE, Jorge Fabra.

Lo que faltaba.

Una reorganización «in extremis» de la nomenklatura de la CNE

Si ustedes han seguido en los últimos días la página de la Comisión Nacional de Energía habrán podido comprobar cómo ha cambiado de denominación dentro del organigrama del organismo la anterior Dirección de Petróleo, para denominarse Dirección de Petróleo y Biocarburantes, cambio que también alcanza a sus subdirecciones.

El cambio parece que ha seguido dos líneas básicas. La primera, la incorporación de los Biocarburantes a la denominación de la Dirección dentro de lo que sería el primer nivel del organigrama del organismo regulador independiente. Además, se ha incluido la palabra “sostenibilidad” en la denominación de la Subdirección de Biocarburantes.

La segunda, la elusión de cualquier cosa relativa a los mercados de los productos petrolíferos, precios, distribución y logística. Así, la Subdirección de Mercados de Productos Petrolíferos ha pasado a denominarse Subdirección de Mercados de Petróleo, lo que parece desplazar el enfoque del seguimiento de precios, mercados de gasolinas y carburantes, para pasar directa y exclusivamente al seguimiento del crudo en los mercados internacionales. Finalmente, la Subdirección de Refino, Logística y Comercialización pasa a denominarse Subdirección de Desarrollo Reglamentario.

Se da la circunstancia, además, de que dicho cambio se produce tras la difusión por la Comisión Nacional de Competencia de su informe sobre el sector de hidrocarburos y de un fuerte comentario editorial del ‘El País’ (Cara incompetencia) que acusaba de inacción a la CNE y que provocó un fuerte escozor dentro del organismo que preside Maite Costa. La CNE parece abdicar de cualquier función relativa a los mercados y evolución de los precios petrolíferos por la vía nominalista. La reorganización de la misma se produjo antes de la incorporación de los nuevos consejeros Tomás Gómez San Román e Idoia Zenarruzabeitia.

Además de este cambio en la «nomenklatura», otro hecho que ha llamado la atención es la prodigalidad de la presencia en los medios de comunicación del Director de Petróleo, Pedro Miras Salamanca, con entrevistas al único directivo del organismo que tiene presencia extensa (no circunscrita al petróleo). Esta cuestión ha desatado todo tipo de especulaciones en pleno proceso de renovación del Consejo de Administración de la organización. Se da la circunstancia de que las apariciones en los medios de comunicación de la CNE se centraban en la presidenta del organismo, sin presencia de los consejeros, ni mucho menos de otros directivos.

A continuación pueden comprobar los cambios de denominaciones en el organigrama del organismo, según su página web:

Dirección de Petróleo (anterior)

Director: Pedro Miras Salamanca

Subdirectora de Mercado de Productos Petrolíferos: Mamen Gómez de Barreda

Subdirector de Certificación de Biocarburantes: Carlos Martín Martínez

Subdirectora de Refino, Logística y Comercialización: Milagros Avedillo Carretero

Dirección de Petróleo y Biocarburantes (nueva)

Director: Pedro Miras Salamanca

Subdirectora de Mercados de Petróleo: Mamen Gómez de Barreda

Subdirector de Biocarburantes y Sostenibilidad: Carlos Martín Martínez

Subdirectora de Desarrollo Reglamentario: Milagros Avedillo Carretero

Bienvenido, Medgaz

Entra en funcionamiento el gaseoducto Megdaz y, además, ayer conocíamos el nombramiento de Fernando Maravall como Presidente de esta sociedad. Con estos dos hechos, se produce el pistoletazo de salida por parte de las empresas titulares de este gaseoducto, Sonatrach y Cepsa, que dan un paso al frente anunciando oficialmente la entrada en operación del gasoducto y el nacimiento de un competidor relevante con Gas Natural Fenosa en este mercado, con una importante y creciente capacidad de suministro en las actividades liberalizadas de aprovisionamiento y comercialización de gas. De hecho, Gas Natural, tras la adquisición de Unión Fenosa, vio notablemente reforzada su posición en estas dos actividades en las que se incorpora este nuevo competidor.

Si cabe leer entre líneas o hacer una lectura intencional del hecho, el nombramiento de Maravall (ex máxima autoridad energética, vicepresidente de exploración y producción de Cepsa, y hombre de reconocido prestigio y capacidad intelectual) anuncia que la apuesta competitiva de Medgaz en el sector de gas natural va muy en serio.

El hecho de que en una actividad haya competidores relevantes en liza, es siempre positivo y más todavía si la tensión competitiva puede repercutir en el incremento de la oferta y en tendencias a la bajada de precios. España, que hoy cuenta con uno de los mejores sistemas gasistas del mundo, se encuentra ahora con dos formidables empresas que van abrir un nuevo escenario de competencia.

Por tanto, se trata de una buena noticia para el sector gasista en España que incrementará su competencia con la presencia de un nuevo operador y, nunca mejor dicho, abre la espita a un mercado más competitivo, que permita que se trasladen las bajadas en el precio del gas natural conforme a la evolución internacional de este hidrocarburo, además de que también se trasladen a la producción de energía eléctrica, mediante las tecnologías de ciclos combinados.

Por tanto, cabe saludar a Medgaz y darle la bienvenida a nuestro mercado, con Maravall al frente.

¿Quién tiene interés en elevar las previsiones de demanda?

Más allá del acierto o error en estas estimaciones (que confirmará el tiempo), las previsiones no son pacíficas y son utilizadas con distintas finalidades. Por eso hay que preguntarse las consecuencias de que los datos reales y efectivos, mes tras mes, no confirmen estas estimaciones. De hecho, ayer se conocía que la demanda eléctrica habría sufrido una caída hasta el mes de abril un 1,6%, lo que significa que es necesario aventurar que el resto del año debe tener unos incrementos de demanda a tasas galopantes para alcanzar ese 2% de final de año. Todo ello unido a la teoría de los brotes verdes y combinado con una utilización más eficiente de los recursos que hacen los agentes económicos.

En ese contexto, se producen dos comportamientos inversores contrapuestos. El primero, el de las empresas, que ajustan sus programas de inversión en nueva capacidad a lo estrictamente necesario y a terminar las instalaciones en marcha, conscientes del exceso de capacidad y asumiendo las consecuencias de decisiones pasadas de inversión.

El segundo, el de los operadores de transporte (y todavía de sistema), notablemente más expansivos (Luis Atienza y Antoni Llardén confiaban la recuperación de la economía al keynesianismo de sus inversiones en aquel famoso encuentro en el IESE de hace unos meses), dado que toda nueva inversión (necesaria o no) tiene su recompensa retributiva, vía las tarifas de acceso, que más que eso, es un acceso a la tarifa. Los accionistas y fondos de inversión agradecen este «convoluto» y los incrementos en los resultados del ejercicio. Y, se mantienen las previsiones de inversión contra viento y marea.

Se impone, por tanto, el ajuste y la vuelta al realismo, para no continuar en la crisis de sobreinversión en la que estamos instalados. El Gobierno debe, por tanto, meditar y medir en su planificación energética las necesidades inversoras y su retorno, que pagarán los consumidores en las tarifas de acceso, como costes regulados.

Tócala otra vez, Sam

A la hora de conformar un modelo en el sector eléctrico moderno, coherente con una economía de mercado, nuestro país ha tenido una lacra: la existencia de un colectivo extraordinariamente virulento e inadaptado a la liberalización y los mercados en la electricidad. Son los retroprogresivos, quienes han venido apareciendo en nuestra publicación de manera habitual, de una forma u otra en sus invectivas antimercado o antiliberalización, pero que nunca había contando con un artículo descriptivo general de su posición, naturaleza y taxonomía.

A simple vista sus argumentos son de indudable atractivo, aunque enormemente falaces y buscando una mixtura temática que permita cierto juego trilero y de prestidigitación argumental. Se trata, en su mecánica, de aplicar el modelo del Marco Legal Estable al funcionamiento de mercado y exagerar y distorsionar argumentalmente sus consecuencias, construyendo conclusiones deletéreas para el mercado. Desde una posición liberal y de mercados, ese es el juego lógico utilizado.

Sólo así se puede yuxtaponer intelectualmente e interesadamente mezclar moratoria nuclear con CTC’s o la energía hidráulica recurriendo permanente a Franco (evidentemente, todos estos «teóricos» ya no son jóvenes airados, aunque un día si lo fueran). Además, para ello todo vale, incluso abjurar de la contabilidad, de la existencia del déficit tarifario, así como de renegar de conceptos económicos y financieros, como inversión, amortización, costes de mantenimiento, etc… Al mismo tiempo, confunden deliberadamente los problemas para no tratar por separado las tarifas de acceso del precio de la electricidad en el mercado de generación, sus componentes y su dinámica respectiva.

El punto de partida de esa tolerancia recurrente ante estos argumentos es la falta de convicción en la capacidad del mercado para que los agentes desarrollen comportamientos competitivos y favorezcan una espiral de inversión, reducción de costes, eficiencias conjuntas y mejoras en los precios. Dicha falta de convicción en los mercados, en un país con poca tradición de conocimiento económico y menos de liberalización, encuentra un excipiente un caldo de cultivo que va más allá de las ideologías en términos de izquierda o derecha (cuya tradición en teoría debería ser en mayor medida liberal, aunque ahí pueden ver ustedes la convicción liberal en los mercados de la electricidad de Cristóbal Montoro o Álvaro Nadal).

Para ello, sus estrategias suelen ser varias. La primera es negar la organización empresarial del sector para sugerir la existencia de «entes» obligados a hacer lo que se les mande en lugar de empresas. La segunda es denostar el mercado eléctrico español, jibarizándolo pese a que ofrece un dinamismo y unos precios mucho más bajos que los del resto de Europa. La tercera es la proposición de un modelo que se base en determinar unos costes y aplicar una retribución a los mismos, incentivando la ineficiencia de los agentes, bajo la coartada de regular a los que supuestamente tienen menores costes porque tienen mayores beneficios, y eso no se puede consentir. A esto le denominan «windfall profits» (algo que además que en terminología regulatoria no es correcto). La verdad, es que le hacen el gran favor al gran público al «interpretar» de forma demagógica y por aprovechamiento de la realidad términos como el mencionado).

La solución a todo, por tanto, es la intervención total: la determinación administrativa de los costes de generación y la fijación del beneficio retribuido por tecnología. En la misma línea, proponen la fijación de impuestos a las tecnologías a su juicio «no friendly» o la adicción de los costes para reducir su competitividad y su capacidad de conseguir precios de mercado más baratos. Por tanto, su preocupación jamás es el precio de la electricidad que pagan los ciudadanos, sino la justicia redistributiva por tecnologías, al parecer un bien superior en sí mismo. De hecho, nunca reconocen el efecto en el precio medio del mercado que haya tecnologías más baratas que otras, algo que si podrían comprobar.

Son argumentos claramente de corte «soviético» y de economía planificada. En definitiva, se resumen en que el aparato productivo es un brazo del político sujeto a sus decisiones discrecionales. Por tanto, no son pronucleares o antinucleares, o prorenovables o antirrenovables, sino todo lo contrario con una asombrosa capacidad camaleónica. Y, la forma de articular esto, es la fijación de unos precios que supongan el reconocimiento de los costes de la actividad, más un beneficio «justo» decidido por una autoridad discrecionalmente, es decir, la plena intervención de la actividad.

Sus argumentos suelen hacerse públicos periódicamente y sin rubor a través de varios canales informativos e institucionales. Entre los canales informativos se encuentran las crónicas de los periodistas Jesús Mota y Carmen Monforte, en «El País» y «Cinco Días» respectivamente. En la parte institucional, el núcleo duro se halla en la Comisión Nacional de Energía, ubicándose la reserva intelectual que dio lugar al Informe de Costes y Precios, cuya autoría pertenece al actual consejero Jorge Fabra. Desde el punto de vista académico, dichos postulados son desarrollados también por su hija Natalia Fabra, continuadora leal de los argumentos de su progenitor.

Y tampoco hay mucho más, porque tampoco hay que sobredimensionar su número de favorables (existen próximos también del mismo corte generacional apostados en distintas instancias del sector eléctrico), aunque sí su influencia y la reivindicación de su papel en los procesos políticos y mediáticos, amén de presentar sus posiciones y asertos de forma «amarilla» y «escandalosa» en la mejor tradición de la propaganda trotskista y mítines univesitarios.

¿Cuál es la razón por la que al sector eléctrico le ha caído esta maldición? Porque, evidentemente, nadie se imagina a unos señores calculando la amortización de la fibra óptica en el caso de las telecomunicaciones y proponiendo fijar un beneficio, que además determine el coste del bucle de abonado y la tasa de interconexión. Y eso es así, aunque las comparativas en el ranking de precios de las telecomunicaciones en España con respecto a Europa sea acreditativo de mucha menos competencia real que en los precios de la electricidad.

Dicho sea este preámbulo para advertir que desde hace unas semanas que se está produciendo una ofensiva de este sector retroprogresivo de la energía en España. En dicha pléyade, se pueden inscribir, distintos artículos, con distintos enfoques y con distintas autorías. Por orden de aparición se pueden enunciar, en primer lugar, el artículo de Jorge Fabra, consejero de la Comisión Nacional de Energía, publicó, en la Revista del Colegio de Economistas «Sostenibilidad económica y sostenibilidad medioambiental ¿son compatibles en el sector eléctrico?«. A continuación, en el Diario El País, se publicó un artículo de Jesús Mota titulado «El yugo de la tarifa eléctrica«. Y, finalmente, el pasado domingo con un artículo titulado «Argumentos para un debate nuclear y energético» con autoría del Ex Secretario General de Energía, Martín Gallego Málaga.

En esta ofensiva, hay algunos matices, aunque el «deja vu» y los argumentos y retórica de los setenta sigue vigente y la intensidad con la que un modelo liberalizado se examina desde los paradigmas y criterios del modelo intervencionista, lo que además provoca que se tome el rábano por los hojas: desviando la atención sobre los problemas regulatorios derivados de las decisiones políticas pasadas y continuadas de no subida de los precios de la electricidad (el déficit tarifario) y el incremento galopante de las primas de la renovables en una política expansiva que todo el mundo reconoce como excesiva. De esta manera, desaparece cualquier reflexión sobre las tarifas de acceso y su evolución (es lo bueno de los costes reconocidos y discrecionales), además de carecer de discurso económico, cayendo en el disimulo y la ocultación, sobre los costes de las mismas y sus componentes (primas en 6.200 millones de euros, pago del déficit tarifario derivado de decisiones políticas de aplazamiento de la subida de precios y resto de costes regulados).

La segunda es una novedad estriba en los argumentos en la búsqueda de alianza con las tecnologías renovables, en una especie de «si estrangulamos el coste de la generación» y exprimimos los márgenes de las tecnologías, malogrando el funcionamiento del mercado, encontraremos más espacio retributivo para continuar para las subvenciones discrecionales por tecnología y esquema de generación de lucro que ha dado lugar a la llamada burbuja renovable. En todo caso, es un matrimonio muy peligroso, para el sistema eléctrico, para las propias renovables y para la economía española. Indudablemente, lo que si hay que reconocerles es la capacidad de encontrar el argumento justicialista, demagógico o atractivo para el gran público dado que se han uncido al carro de las críticas a lo nuclear con el accidente de Fukushima con inusitada rapidez.

En días sucesivos comentaremos cada uno de los artículos. Mañana, empezamos fuerte, el artículo de Jesús Mota. En suma, lo mismo de siempre, los mismos de siempre.

Las dudas sobre el aumento de la demanda frenan la escalada de precios del crudo

Aunque las importantes depreciaciones sufridas las dos primeras jornadas de cotizaciones fueron compensadas al final de la semana con ganancias, finalmente los precios del crudo perdieron unos 3 dólares por barril respecto a la semana anterior.

Así, el Brent europeo cotizó el viernes a 123,45 dólares por barril en el Intercontinental Exchange Futures (ICE), un 2,5 por ciento menos que hace una semana. Por su parte, el barril de crudo Texas, de referencia en Estados Unidos, se pagó al final de la semana a 109,66 dólares, un 2,7 por debajo de la cotización de hace siete días.

Aunque siguen los combates en Libia entre las tropas de Muamar el Gafadi y los rebeldes, el anuncio el pasado domingo de que el líder libio aceptaba un plan de paz de la Unión Africana contribuyó el lunes a rebajar la preocupación por el descenso de la oferta de «oro en negro» en el país norteafricano.

Pero la noticia que más influyó en la marcada bajada de los precios a principios de semana se produjo en el extremo de la demanda, al rebajar el Fondo Monetario Internacional en dos décimas, hasta el 2,8 por ciento, su previsión de crecimiento del PIB de Estados Unidos.

A las dudas sobre el ritmo de crecimiento económico y de consumo de crudo del mayor consumidor se sumó al fortalecimiento del dólar ante otras divisas, algo que suele presionar a la baja los precios del petróleo.

Esa tendencia a la baja continuó el martes, con un nuevo mazazo, esta vez por parte de la Agencia Internacional de la Energía, que advirtió de que la escalada de precios del petróleo ha empezado a causar los primeros efectos sobre la demanda mundial, cuyo crecimiento se ha ralentizado en los dos primeros meses del año.

El miedo a la disminución de la demanda energética influyó en el descenso de los precios de esta jornada, tras el que también estuvieron la recomendación del banco estadounidense Goldman Sachs a sus clientes de que se deshagan de contratos de petróleo porque «va a vivir una bajada sustancial».

Por otro lado, la Organización de Países Exportadores de Petróleo indicó en su informe mensual que la producción de crudo de sus países miembros bajó un 2 por ciento en marzo, debido a la interrupción de los suministros de Libia, compensados parcialmente con una mayor extracción en Arabia Saudí y otros socios del grupo.

Las pérdidas acumuladas durante las dos primeras jornadas de cotización comenzaron a recuperarse a partir del miércoles. Ese día, el Departamento de Energía de Estados Unidos anunció que las reservas de gasolina en el país bajaron en 7 millones de barriles (un 3,2 por ciento) respecto a la semana pasada.

Ese descenso, mucho mayor del esperado por los analistas, indica un aumento del consumo de este derivado del petróleo.

El viernes, la publicación de una encuesta sobre el aumento de la confianza de los consumidores en la evolución de la economía y de su situación financiera y datos sobre el encarecimiento del coste de la vida inyectaron optimismo en los mercados sobre la situación económica en Estados Unidos.

A este dato se sumó el facilitado por la Reserva Federal que mostró que en marzo la producción industrial de EEUU creció un 0,8 por ciento en la quinta ganancia mensual consecutiva.

Esos datos impulsaron el interés de los inversores por compras de petróleo, ya que buenas perspectivas sobre la marcha de la economía van aparejadas a un aumento del consumo de crudo.