Ribera, que participó en un coloquio sobre los objetivos energéticos y medioambientales de cara al horizonte 2020 -en el marco del V Foro Euromediterráneo de la Energía que se celebró en Barcelona- señaló que entre dos tercios y tres cuartas partes de las emisiones de estos gases están vinculados con el consumo de energía (un 72% en el área mediterránea).
El aumento demográfico de los países del norte de África y su desarrollo económico provocaron un aumento de la demanda energética de estos estados que conllevó un incremento de estas emisiones de un 58% (frente al 18% de los países de Unión Europea que, no obstante, tiene unos niveles de emisiones más elevados per cápita).
Según Ribera, Europa deberá invertir hasta el año 2025 cerca de un trillón de euros para actualizar sus infraestructuras obsoletas o construir unas nuevas que faciliten la transición hacia el nuevo modelo energético, donde la lucha contra el cambio climático tendrá un papel preponderante, por la influencia que este fenómeno puede tener en ámbitos como el suministro de agua, las precipitaciones o la agricultura.
Para Theodore Tsakiris, director del Observatorio de Políticas Energéticas Europeas, el sector se encuentra en una situación de fuerte inestabilidad por los efectos de las llamadas primaveras árabes del norte de África y Oriente Próximo, situación, que reconoció, no era previsible hace apenas un año, y que podrían haber generado incluso un mayor aumento de los precios del petróleo en occidente de haberse extendido a otros países de Oriente Medio.
Sobre el caso de Libia, uno de los principales productores de petróleo del continente africano, Tsakiris indicó que habrá que esperar a ver cómo finaliza el conflicto. «El trabajo duro empieza ahora, no digo que vaya a ser un nuevo Irak, pero el rol de la Unión Europea en Libia tiene que ser más importante en los próximos meses», remarcó.
La representante de la Agencia Europea de Medio Ambiente, Anca-Diana Barbu, que advirtió que el cambio climático es un fenómeno que afectará a todos los países de la cuenca, insistió en que aunque en Europa se logró estabilizar la demanda energética y con ello las emisiones, difícilmente se logrará alcanzar los objetivos para que la temperatura no suban por encima de 3,5º a final de siglo.
«Mantener un equilibrio correcto en un sistema que garantice el suministro de forma sostenible es un reto difícil», afirmó Barbu.
El consejero de la Comisión Nacional de la Energía, Joan Batalla Bejerano, defendió la necesidad de un mercado interior de energía en la Unión Europea que garantice el suministro y resulte competitivo y sostenible, y abogó por establecer alianzas privilegiadas con socios de la otra ribera mediterránea (de donde procede el 20% del gas y el 10% del petróleo que se consume en Europa).
«Hay que integrar los mercados y fijar una convergencia regulatoria», dijo Batalla, que ve esencial un marco estable en el norte de África que «facilite la inversión».
Por su parte, el consejero de la división de Energía de la Unión para el Mediterráneo, Marc Strauss, indicó que el Plan Solar del Mediterráneo -que tiene como objetivo impulsar todos los ámbitos de las energías renovables- es uno de los pilares básicos de la colaboración en la cuenca mediterránea.
Para Strauss, es necesario alcanzar una generación sostenible de energía a precio de mercado, y para ello se deben identificar aquellos proyectos que puedan resultar emblemáticos, es decir, capaces de tener un impacto regional sobre el empleo y la economía (interconexiones o producción con renovables, entre otros), para lo que será necesario contar con herramientas de financiación específica.