España, pendiente de la evaluación final de la ONU, confía en que cumplirá el Protocolo de Kioto

Así lo manifestó la directora de la Oficina Española de Cambio Climático, del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Susana Magro, en un encuentro con la prensa, donde mostró su confianza en que España haya llegado ya a sus compromisos del primer periodo de reducción de emisiones de CO2.

Sin embargo, aunque subrayó que «aún no hay que cantar victoria», indicó que los datos que maneja este departamento apuntan que las cosas irán en esa dirección. Incluso, según añadió el subdirector de la Oficina de Cambio Climático, Eduardo González, «aunque es difícil», podría darse el caso de que, tras la evaluación, el «baile de unidades» pueda dar un «balance positivo».

Por su parte, Magro señaló que España ha pasado la evaluación provisional durante el mes de septiembre y la ONU «sólo» ha indagado por una cuestión a revisar más detalladamente. González precisó que esta cuestión es la forma de contabilizar el carbono que absorbe el suelo agrícola. De este modo, según relataron, ahora España tiene hasta el 3 de noviembre para dar respuesta a Naciones Unidas.

A continuación, el organismo multilateral dispondrá de ocho semanas para hacer un informe provisional sobre el país sobre el que España puede presentar alegaciones. En definitiva, los responsables de cambio climático estimaron que hasta finales de este año no habrá un informe definitivo.

El proceso irá más allá y una vez estén listos todos los documentos definitivos, los países podrán comunicar y entregar las unidades de sus registros de carbono a partir de enero y el plazo para hacerlo terminará en primavera. A este respecto, Magro cree que «posiblemente hasta mayo» no habrá concluido el proceso pero estima que España «cumplirá».

El cumplimento es posible tras el pago de 770 millones de euros hasta 2012 y 40 millones de euros más en los últimos dos años.

Las emisiones de CO2 en España aumentan un 21% en septiembre

Así se reflejó en un informe del Observatorio de la Electricidad de WWF relativo al pasado mes de septiembre, en el que explicó que tras el carbón, las energías que tienen más peso son la nuclear y los ciclos combinados de gas natural, la cogeneración y la energía eólica.

Por ello, esta organización consideró necesario poner fin a las subvenciones a los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) y apoyar la financiación de las renovables, «que además de ser autóctonas, limpias y sin emisiones, son más baratas».

Este informe se presenta antes de la celebración del Consejo Europeo de los días 23 y 24 de octubre, en el que los Estados miembros están llamados a decidir el nuevo paquete de clima y energía para 2030.

A juicio de WWF, en dicho encuentro las energías renovables tienen mucho que aportar en aspectos clave como la seguridad de suministro y la independencia energética, así como en la «urgente necesidad» de reducir las emisiones del sector energético.

En este sentido, WWF recordó que una de las ventajas que aporta la generación de electricidad con energías renovables es que no libera CO2 a la atmósfera, principal gas causante del cambio climático.

Medio Ambiente ya tiene una hoja de ruta con 43 medidas para reducir las emisiones de CO2 de aquí a 2020

Tejerina detalló el contenido de la hoja de ruta en Madrid durante la reunión de la Comisión Interministerial de Cambio Climático, un órgano colegiado integrado por nueve ministerios y al que le corresponden las funciones de seguimiento y propuesta de las políticas relacionadas con el cambio climático para facilitar el cumplimiento de España con sus obligaciones en esta materia, tanto en el ámbito de la mitigación como en el de la adaptación. En este sentido, esta hoja de ruta es una herramienta para la toma de decisiones respecto a las políticas y medidas que se deben adoptar para cumplir los objetivos nacionales en 2020 dentro de la estrategia europea 2020.

La ministra explicó que la Hoja de Ruta Difusos hasta 2020 incluye 43 medidas dirigidas a los denominados sectores difusos: 12 medidas para el sector del transporte, mediante el fomento del transporte colectivo y otros modos sostenibles de movilidad; 10 para el de la edificación, con la rehabilitación de edificios, y 9 para el sector agrícola y ganadero, que incluyen mejoras en fertilización; 7 medidas para el sector de los residuos vinculadas a la reducción del desperdicio alimentario, 3 para el de gases fluorados y 2 para el sector industrial no sujeto al comercio de derechos de emisión y que están relacionadas con la mejora de la eficiencia y el cambio a combustibles menos emisores.

21.000 millones anuales de ahorro

Según los primeros cálculos, el empleo asociado a la puesta en marcha de estas medidas alcanza los 45.000 puestos de trabajo anuales, mientras que la inversión pública y privada ascendería a 27.000 millones de euros hasta 2020 y los ahorros anuales acumulados hasta ese año se calculan en unos 21.000 millones de euros. Isabel García Tejerina resaltó que las medidas incluidas en la hoja de ruta se han acordado en grupos de trabajo de las diferentes administraciones junto con expertos sectoriales y organizaciones como universidades, asociaciones, sindicatos y también cooperativas.

El actual Paquete de Energía y Cambio Climático de la Unión Europea obliga a reducir las emisiones de CO2 en un 20% respecto a 1990 para el conjunto de los países comunitarios, que se traduce en un objetivo específico para cada país, que sólo afecta a los sectores difusos. En el caso de España, el objetivo de reducción es del 10% de emisiones en este ámbito en 2020 respecto a 2005. En paralelo, y en el ámbito de Naciones Unidas, la Unión Europea decidió en la cumbre de cambio climático de Doha (Catar) asumir un compromiso, en el marco del segundo periodo del Protocolo de Kioto (2013-2020), con un objetivo conjunto de reducción del 20%.

La industria pide a los líderes de la UE que mantengan los permisos de emisión de CO2 gratuitos

En paralelo, la plataforma Eurofores, formada por eurodiputados que defienden las renovables y la eficiencia energética, también se dirigió a los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintiocho para reclamar que adopten un «marco obligatorio, ambicioso y efectivo para la energía renovable para 2030», según señalaron.

Los directivos de la industria europea recalcaron en una carta abierta a los líderes que la concesión de permisos de emisión gratuitos, que se acordó para evitar la deslocalización de la industria europea al exterior de la Unión Europea, «debe continuar al 100% para las instalaciones más eficientes».

Las medidas para proteger a las compañías europeas de las pérdidas que le ocasionaría entrar de lleno en el sistema europeo de comercio de emisiones de la UE (ETS) y tener que pagar por emitir CO2 está previsto que se reduzcan notablemente a partir de 2020.

La industria calcula que ese cambio le costaría entre 70.000 y 100.000 millones de euros hasta 2030, al tiempo que señalan que se pondrían en riesgo 4 millones de empleos directos.

«Lo que la industria del acero pide a los jefes de Estado de Europa cuando se reúnan el 23 y 24 de octubre es ajustar el borrador de marco político para que las compañías del acero europeas puedan seguir siendo competitivas a nivel global«, señaló, por su parte, la Organización Europea de la Industria del Acero (Eurofer).

Los eurodiputados de Eurofores, en cambio, aseguraron que, según un estudio publicado, 14 estados miembros de la Unión Europea no cumplirán sus objetivos de renovables para 2020 y otros cuatro no está claro si lo lograrán, por lo que consideran «importante» que la legislación para 2030 sea obligatoria.

«Para que los estados miembros logren sus objetivos para 2020, es esencial que haya un marco legislativo esencial y predecible (…) y que se eviten cambios retrospectivos o retroactivos de los esquemas de apoyo existente», recalcaron. «Urgimos a los líderes europeos a que actúen ahora para asegurar un futuro sostenible», añaden.

La Comisión Europea propuso a principios de año un objetivo obligatorio de recorte de emisiones de CO2 del 40% frente a los niveles de 1990 y una meta vinculante a escala europea del 27% para las renovables para 2030, que sin embargo no se dividirá en objetivos nacionales obligatorios ni derivará en sanciones para los Estados miembros en caso de incumplimiento.

Este nuevo paquete climático para 2030, que tendrán que respaldar los líderes europeos, contrasta con el más ambicioso que la Unión Europea adoptó para 2020, que incluía dos objetivos obligatorios del 20% para recorte de CO2 y renovables y otro voluntario, también del 20%, para reducir el consumo energético.

España considera «importante» llegar a un acuerdo en la Unión Europea para comprometerse a reducir las emisiones contaminantes en 2030

Esta jornada de reuniones en la capital lombarda también acogió un encuentro con el Green Growth Group (GGG) y consideró que «debe apoyar este encuentro de posiciones en el seno de la Unión Europea». Este grupo integrado por grandes empresas implicadas en la lucha contra el cambio climático se creó recientemente en España con el fin de abordar las políticas de economía verde y bajas en carbono.

Según expuso el secretario de Estado, nace con los objetivos de incrementar la participación de las empresas, intercambiar información vinculada al cambio climático, identificar las oportunidades que se vayan abriendo, aportar propuestas para el diseño de unas políticas eficaces y realistas, y apoyar la presencia española en foros internacionales.

A su juicio, la eficiencia energética es «esencial» para el cumplimiento de los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero globales, y subrayó el «especial interés» en dos sectores difusos significativos como son el transporte y la edificación.

Pese a poner de relieve que «existen importantes barreras para la puesta en marcha de planes y medidas relacionados con la eficiencia energética», Ramos mostró su convencimiento de que «la puesta en marcha de políticas que lo fomenten generará actividad económica y creará empleo, por lo que es importante seguir trabajando en la identificación de las barreras y en el diseño de las políticas que permitan superarlas».

Finalmente, indicó que el marco 2030 plantea un «importante reto» para todos los Estados miembro y, en particular a aquellos de menor renta en términos de inversiones, lo que no debe impedir que se llegue a un acuerdo en el Consejo Europeo.

Este programa, presentado por la Comisión Europea el pasado enero y que se prevé se apruebe a finales de año, propone que, en 2030, al menos el 27% del consumo energético comunitario provenga de renovables, se aumente la eficiencia energética hasta el 30% y se reduzcan un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero.

Para el funcionario español, sin embargo, la disparidad de inversiones «no debe impedir» que se alcance un acuerdo en el Consejo Europeo de este mes.

Los gases de efecto invernadero baten récords en 2013 y experimentan el mayor aumento en tres décadas

En concreto, las observaciones de la red de la Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG) de la OMM revelan que los niveles de CO2 aumentaron entre 2012 y 2013 más que durante cualquier otro año desde 1984. Datos preliminares apuntan a que ese aumento posiblemente obedezca a la reducción de la cantidad de CO2 absorbida por la biosfera de la Tierra, a lo que también habría que sumar el incremento constante de las emisiones de ese gas, según el estudio.

La OMM añade que, entre 1990 y 2013, el forzamiento radiativo, que provoca un efecto de calentamiento del clima, experimentó un incremento del 34% a causa de los gases de efecto invernadero de larga duración, como el dióxido de carbono (CO2), el metano y el óxido nitroso. En concreto, la concentración de CO2 en la atmósfera durante 2013 alcanzó un 142% del nivel de la era preindustrial, antes de 1750), el metano un 253% y el óxido nitroso un 121%.

La OMM entiende por emisión la cantidad de gas que va a la atmósfera y por concentración la cantidad que queda en la atmósfera después de las complejas interacciones que tienen lugar entre la atmósfera, la biosfera y los océanos. Aproximadamente un cuarto de las emisiones totales de CO2 son absorbidas por los océanos y otro cuarto por la biosfera. De este modo, el estudio precisa que aunque el incremento de CO2 en la atmósfera esté amortiguado gracias a la absorción de este gas por los océanos, estos experimentan una gran acidificación, la mayor en los últimos 300 millones de años, según un análisis realizado.

Aumento de todos los gases

Según el índice anual de gases de efecto invernadero de la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos de América, el dióxido de carbono contribuyó en casi un 80% al aumento del 34% experimentado por el forzamiento radiativo de la atmósfera debido a los gases de efecto invernadero de larga duración entre 1990 y 2013.

La cantidad de CO2 en la atmósfera a escala mundial alcanzó 396,0 partes por millón (ppm) en 2013. El aumento de este gas en la atmósfera de 2012 a 2013 fue de 2,9 ppm, que es el incremento anual más alto para el período de 1984 a 2013. Las concentraciones de CO2 están sujetas a fluctuaciones estacionales y regionales. Si crece al ritmo actual, se prevé que el promedio anual mundial de concentración de CO2 supere el umbral simbólico de 400 ppm en próximos años.

El metano es el segundo gas de efecto invernadero de larga duración más importante. Aproximadamente el 40% de las emisiones de metano a la atmósfera proceden de fuentes naturales mientras que cerca del 60% proceden de actividades humanas. Este gas también alcanzó un nuevo máximo en 2013, en torno a 1.824 partes por mil millones, debido al incremento de las emisiones procedentes de fuentes antropogénicas. Tras un período de estabilización, el metano atmosférico ha venido aumentando de nuevo desde 2007.

Las emisiones de óxido nitroso a la atmósfera son tanto de fuentes naturales (casi un 60%) como antropógenas (aproximadamente un 40%). En 2013 su concentración atmosférica fue de unas 325,9 partes por mil millones. Su efecto en el clima a lo largo de un periodo de 100 años es 298 veces superior que las mismas emisiones de dióxido de carbono. Este gas también contribuye significativamente a la destrucción de la capa de ozono estratosférico, que protege de los rayos ultravioleta.

Informe de acidificación del océano

Por primera vez, el Boletín contiene una sección sobre la acidificación de los océanos, preparada en colaboración con el Proyecto Internacional de Coordinación sobre el Carbono Oceánico, de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, el Comité Científico sobre Investigación Oceánica y el Centro Internacional de Coordinación sobre la Acidificación de los Océanos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

El documento recuerda que el océano absorbe actualmente una cuarta parte de las emisiones antropógenas de CO2, limitando con ello el aumento del CO2 atmosférico resultante de la quema de combustibles fósiles. La absorción de mayores cantidades de este gas por los océanos altera el sistema de los carbonatos marinos y provoca un aumento de la acidez del agua. El aumento de esa acidez ya se puede medir; los océanos absorben aproximadamente 4 kg de CO2 por persona al día.

Según se desprende de los datos indirectos derivados de los registros paleoclimáticos, no parecen existir precedentes para el ritmo actual de acidificación de los océanos, al menos en los últimos 300 millones de años. El informe augura que la acidificación seguirá acelerándose en el futuro, por lo menos hasta la mitad del siglo XXI, de acuerdo con las proyecciones de los modelos del sistema Tierra. Las posibles consecuencias de la acidificación de los océanos en los organismos marinos son complejas aunque los expertos hacen alusión a su menor índice de supervivencia, desarrollo y crecimiento, así como cambios en sus funciones fisiológicas y una menor biodiversidad.

«Se está agotando el tiempo»

Ante estos resultados, el secretario general de la OMM, Michel Jarraud, aseguró que existe «la absoluta certeza de que el clima está cambiando y de que las condiciones meteorológicas son cada vez más extremas debido a actividades humanas como la quema de combustibles fósiles«. «La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó durante el año pasado a un ritmo que no se había dado en los últimos 30 años», prosiguió, por lo que instó a «invertir esa tendencia reduciendo las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero como medida generalizada«.

Jarraud alertó de que se «está agotando el tiempo» y señaló que existen los «conocimientos y las herramientas para tratar de que el aumento de la temperatura se limite a 2°C como máximo para dar una oportunidad al planeta». «No se puede alegar ignorancia como excusa para no actuar», sentenció. «Si el calentamiento de la Tierra no se considera una razón suficiente para reducir las emisiones de CO2, la acidificación de los océanos debería serlo puesto que sus efectos ya se dejan sentir y no harán sino aumentar decenio tras decenio», añadió la secretaria ejecutiva de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco, Wendy Watson-Wright.

La atmósfera recibe «cantidades inmensas» de CO2 por «la carencia de normas» que lo regulen y obliguen a no emitir, según un experto del CSIC

Adánez, que participó como ponente en el curso «Energía y medio ambiente: tecnologías para un futuro sostenible» que organiza la UNIA y que está desarrollándose en el Campus Antonio Machado de Baeza (Jaén), alertó del riesgo que estas emisiones suponen para el medio ambiente «ya que potencian el efecto invernadero, llegando a emitirse a la atmósfera barbaridades de 30 millones de toneladas».

En su intervención y en una entrevista, incidió en «las nuevas tecnologías de captura de CO2 y uso limpio del carbón», que sí goza de normativa reguladora en cuanto a emisión de combustiones.

«El método que se está desarrollando ahora para capturar el CO2 de los humos de combustión es el almacenamiento geológico», destacó Adánez, «es un método de captura que reduce el coste y lo hace sostenible, para que no suba el precio de la electricidad». Entre las investigaciones que se están desarrollando existen plantas pilotos «que evitan totalmente la separación del dióxido con el nitrógeno».

Un método de coste «muy bajo» según Adánez, en el que ya están involucradas petroleras «como BP o Shell que trabajan en conjunto con el Instituto de Carboquímica». Prácticas «sostenibles con el medioambiente» que evitarían «las emisiones de CO2, además de permitirnos cumplir los límites autoimpuestos para que la temperatura de la tierra no suba dos grados en el 2100», subrayó.

Aunque lo «deseable» sería el uso de energías renovables, «son más costosas e intermitentes, y aún están en vía de desarrollo». Aún así, España, «ya produce 40% de energía a partir de renovables, y sin ninguna duda crecerán» imperando la necesidad de «crear un sistema más sostenible con el medio ambiente».

Las técnicas de almacenamiento de CO2 subterráneas también suponen una gran ventaja, «ya que se almacenan en salmuera a mucha profundidad que lo que hace es que mineraliza el CO2 convirtiéndolo en sales». En este sentido Adánez explicó que «se necesita más concienciación social sobre el almacenamiento que está muy controlado y no genera problemas».

El aeropuerto de Madrid-Barajas renueva la acreditación que certifica la reducción de su huella de carbono

El aeropuerto madrileño calculó los gases de efecto invernadero producidos por su actividad e implantó medidas como la optimización energética del sistema de transporte de equipajes, la instalación de alumbrado LED o de detectores de presencia en pasarelas y aseos, entre otras iniciativas.

Estas actuaciones permitieron emitir 586,1 toneladas menos de CO2, el principal gas de efecto invernadero, en 2013 en relación al año precedente, según AENOR.

El aeropuerto alcanzó así el nivel 2 del programa «Airport Carbon Acreditation«, auspiciado por el Consejo Internacional de Aeropuertos y creado para reconocer los esfuerzos por reducir las emisiones de dióxido de carbono y validar el plan de gestión de estos gases y las medidas de ahorro energético.

El programa, al que están adheridos de forma voluntaria los principales aeropuertos de Europa, comprende cuatro niveles crecientes de acreditación: Inventario, Reducción, Optimización y Neutralización.

Se trata de una certificación anual para definir compromisos ambientales dentro de un «proceso de mejora continua» en el que los aeropuertos comunican periódicamente sus emisiones de CO2 para determinar qué fuentes son prioritarias y cuáles se pueden reducir.

En España, además de Madrid-Barajas, se encuentran dentro del programa los aeropuertos de Barcelona-El Prat, Lanzarote, Málaga-Costa del Sol y Palma de Mallorca que ya han sido reconocidos con el nivel 1, el de «Inventario».

El 94% de la producción de Iberdrola en España hasta junio estuvo libre de emisiones de CO2

La empresa redujo un 8% sus emisiones de CO2 en el mundo durante los seis primeros meses del año, al pasar de los 212 gramos de CO2 por kilovatio hora (kWh) registrados en el mismo periodo de 2013 a los 194 gramos de CO2 por kWh de este ejercicio.

En España, el grupo registró 30 gramos de CO2 por kWh entre enero y junio de este año, frente a los 4u gramos de CO2 por kWh alcanzados durante el ejercicio anterior, lo que supone una reducción de las emisiones del 25%.

Además, Iberdrola cerró este periodo con el 61% de toda su capacidad instalada libre de emisiones, porcentaje que en España ascendióal 72%.

En concreto, produjo 44.654 gigavatios hora (GWh) de energía mediante fuentes libres de emisiones, mientras que en España esta cifra alcanzó los 31.790 GWh. Además, la capacidad total libre de emisiones de la empresa ascendió a 27.669 megavatios (MW) y en España se ubicó en 18.326 MW.

La compañía presidida por Ignacio Sánchez Galán fijó un objetivo concreto de reducción de emisiones, comprometiéndose a que sean al menos un 20% inferiores a las de la media del sector eléctrico europeo en 2020.

El grupo dispone de 14.390 MW procedentes de fuentes renovables, 9.869 MW hidráulicos, 3.410 MW nucleares, 12.941 MW procedentes de ciclos combinados de gas y 1.233 MW instalados en plantas de cogeneración.

En la actualidad, la energética desarrolla proyectos de eólica «offshore», así como de energías de las olas y de las corrientes, que suman unos 8.000 MW en Reino Unido, Alemania y Francia.

Gas Natural Fenosa logra reducir sus emisiones de CO2 en un 13,5% durante el periodo de 2010 a 2013

Las emisiones medias para el período 2010-2013 fueron de 23,9 millones de toneladas de CO2, lo que supone una reducción media anual de 3,7 millones, según informó la compañía.

En relación a 2012, las emisiones directas de gases de efecto invernadero de 2013 disminuyeron un 16%, gracias al aumento de la producción eléctrica de origen hidráulico y eólico, y al descenso de la producción térmica.

Por actividades, el 91% del total de emisiones directas correspondieron a la generación eléctrica. En cuanto a las emisiones indirectas, debidas al consumo de electricidad, un 98% procedieron de la distribución de electricidad.

La huella de carbono incluye el inventario de las emisiones de los gases de efecto invernadero de todas las actividades de la compañía en aquellos países en los que está presente. Este informe incorpora tanto las emisiones directas, asociadas a las actividades que son controladas por la empresa, como aquellas indirectas, que son generadas por fuentes externas a la compañía pero consecuencia de sus actividades.

Los ejes de reducción de las emisiones de Gas Natural Fenosa durante 2013 se basaron en la mejora de la ecoeficiencia, la gestión del carbono y la sensibilización social, todos ellos derivados de la estrategia de cambio climático impulsada por la compañía.

El año pasado la multinacional evitó la emisión a la atmósfera de 10,6 millones de toneladas de CO2 en España, gracias a factores como la promoción de determinadas energías renovables, la eficiencia energética en las instalaciones de la compañía en España y en las de los clientes, y la movilidad sostenible.

Entre las iniciativas que destacan por la reducción de emisiones a la atmósfera están la gestión de recursos naturales, con 2 millones de toneladas, o el ahorro y eficiencia energética en instalaciones propias, con cerca de 750.000 toneladas.

Asimismo, la compañía puso en marcha una iniciativa para la compensación voluntaria de emisiones, iniciando esta actividad con la cancelación en el mercado voluntario de las emisiones del 2013 asociadas a los edificios, viajes, flota de vehículos y eventos, que supusieron 38.266 toneladas de CO2 en total.