Tarifas fariseas
Ayer recibíamos los medios de comunicación, la convocatoria de un apagón contra el cambio climático. Los ciudadanos votantes, concienciados por un problema en el que se ha puesto un acento de evidente rédito electoral (para quien lo emplea bien, veáse Rajoy, en caso contrario) . El Ministerio de Industria se esfuerza, en la época de devaneos tarifarios porque la ciudadanía no desarrolle sus propias conclusiones al respecto y sus conexiones neuronales, que en definitiva son de lógica de primer orden: Cuanto más se consume, más efecto sobre el medio ambiente, cuánto más barata la energía, más se consume. Sencillas lecciones de economía lo suficientemente disimuladas, para que al ‘buenismo imperante’ se le pueda meter mano, en términos desaprensivos, cuando se apela a su conciencia solidaria. En cambio, la habilidad consiste en señalar a al ciudadano votante que también es consumidor, y, por tanto, tiene bolsillo, por se le puede ‘robar’ la cartera intelectual con argumentos ‘demagógicos’. Todo mediante la desconexión de argumentos, que es la forma de justificar cualquiera de las dos cosas.
La última ocurrencia es la justificación, asaz oportunista, de la no subida de tarifas para salvaguardar a los ciudadanos de la tan temida inflación, disparada ayer, por encima del 3,6%. Acabáramos. Gracias a que salió el INE con su dato y el Ministerio de Industria, actuó con prontitud. Así, las explicaciones oportunistas difundidas ayer por el Ministerio de Industria a cuenta de la propuesta remitida por los servicios técnicos de la Comisión Nacional de Energía, de elevar en un 30 % la tarifa eléctrica, deja un trasfondo de dudosa credibilidad en referencia a las explicaciones del departamento de Joan Clos e Ignasi Nieto. Deberíamos recordar aquí todos los argumentos, desde el de la responsabilidad política al de la instalación de los nuevos contadores (que por cierto, se difieren en diez años) que ha empleado el Ministerio de Industria por hacer pervivir una situación, ya insostenible desde el punto de vista económico: déficit tarifario, mensajes a los consumidores apoyando el uso ineficiente (el derroche de la energía). Este año la tarifa subirá para un número importante de usuarios por debajo de la inflación, es decir tendremos una evolución de la tarifa real negativa, en el mundo ilusorio de no trasladar costes a los consumidores.
Si lo han podido comprobar, en cada momento en que se deben producir las modificaciones tarifarias, asistimos a ejercicios de funambulismo argumental por parte del Industria, en concreto y del Gobierno en general. Cuando no es la Vicepresidenta desde Moncloa quien aborta abruptamente (diciembre 2006), es el presidente que ‘inspira’ al Ministro Joan Clos (junio 2007). Cuando no es utilizando justificaciones inverosímiles (octubre 2007), se envía un informe (de los servicios de la Comisión Nacional de Energía) y se organiza una ‘escena del sofá’ para que el Ministerio de Industria salga en defensa del sufrido consumidor. (por cierto, ¿qué dice el Ministerio de Economía a todo esto? ¿sigue callado? ¿tiene bastante con el IPC en su estado actual?). ¿Es que no puede haber una ‘no subida’ normal?
Lo que tenemos que pensar en serio, una vez transcurridos los ‘minutos de la basura’, en argot deportivo, estos últimos meses que quedan de legislatura, es qué va a pasar tras las elecciones del nueve de marzo. Quedan ya pocas justificaciones verosímiles para quedarse con una diferencia creciente entre la tarifa y los costes. Después de las elecciones, ¿alguien tendrá capacidad política para abordar este problema consecuencia de meter la cabeza debajo de la tierra o esto seguirá ‘sine die’?. Ah, e imagínense el panorama, las tarifas inmovilizadas, a las eléctricas se les reducen los pagos por garantía de potencia con un nuevo mecanismo y a Red Eléctrica se le sube la retribución de sus activos, como ya anunciamos y viene reclamando Luis Atienza (también se paga de esta tarifa congelada). El mejor de los mundos posibles. Como ven, no a todo el mundo se le reduce la ‘tarifa’.
Por eso, lo razonable es pedir que lleguen hasta las últimas consecuencias. Aconsejarles que eviten este espectáculo, este ir y venir de versiones a través de los medios de comunicación, que lo que probablemente buscan es lacerar el papel del regulador independiente (poli malo, la ortodoxia) y al Gobierno a través de su brazo ejecutor el Ministerio de Industria (poli bueno y oportunista). Sugerirles que continúen creando e incentivando el déficit tarifario en el suministro de electricidad y llevando al futuro el problema. Pero también, que amplíen su radio de acción de política ‘responsable’: que no permitan que las empresas petroleras suban los carburantes conforme vaya el precio del petróleo elevándose en el mercado. Adminístrenoslo. Intervengan, por favor. Ya tendríamos déficit petrolero, otro más. Y, ¿porqué no?. Y lo mismo, con la leche, y con el pollo, y con… Todos los demás consumidores también tienen derecho y es que a lo bueno, uno se acostumbra.
Mientras, política de gestos, apagamos la luz, por si sirve de algo



