Atienza, un optimista descolocado

Sucede que, tanto las estimaciones como la confirmación de la demanda realmente producida, hoy cobran especial relevancia y son seguidas con particular interés y expectación. Los sueños de una reactivación de la demanda de energía, de los procesos inversores en nueva capacidad, siguen en el inconsciente freudiano de muchos, necesitados y ansiosos de buenas noticias. Quizás de un hueco, de un espacio de respiración para subidas de precio en los mercados, de anticipar aumentos de consumo o insinuar la necesidad futura de nueva capacidad de generación. Lo cierto es que en el sector energético, por motivos de lógica económica, también se necesitan brotes verdes, por eso, los políticos que han recalado en el sector insinúan que el crecimiento de la demanda energética es un anticipo de la recuperación económica.

En estas que el presidente de Red Eléctrica de España, Luis Atienza Serna anunció en días pasados, con alegría y énfasis, que la demanda de electricidad crecería un 2,5% este año. Predicción que sucede a las predicciones optimistas que nuestro bien amado TSO hizo a principios de ejercicio (con crecimientos de casi dos dígitos sobre 2009) y a las extremadamente pesimistas de mitad de año (con decrecimientos). Por lo tanto, podemos concluir que en 2009 no se han hecho ejercicios prospectivos y de anticipación: en el mes de noviembre, estas cifras ya no son predicción, son otra cosa. Lo cierto y verdad es que REE, tradicionalmente atinaba con sus estimaciones de demanda. Pero, igual de cierto, es que en este año no ha estado fina con las previsiones, que le salían mejor cuando todo era incrementalista e iban las cosas bien. Los modelos matemáticos crujen en los cambios de tendencia y la noche les confunde.

Lo que también transparentó Luis Atienza es una cierta ansiedad por dar buenos datos, por proporcionar un brote verde, un atisbo de recuperación. Recogió el «talante optimista», el optimismo antropológico, que tanto caracterizaba al presidente del gobierno hasta hace un mes y que ha cambiado radicalmente, en un movimiento pendular, en los últimos días tras su baño de realidad. El hecho es que cerrar 2010 con un 2,5% de crecimiento, tras la fuerte caída de 2009 no es un dato tampoco especialmente halagüeño, aunque menos es nada. Segunda moraleja: a Luis Atienza le pilla con el pie cambiado el nuevo avatar de Zapatero.

Justo una semana más tarde, en la conferencia-desayuno de Fórum Nueva Energía, Antonio Llardén, presidente de Enagás, TSO del gas (gestor técnico del sistema y operador de transporte), sobrio, con muchos menores aspavientos y mayores signos de moderación y prudencia, anticipó que la demanda de gas todavía caería en 2010 y tendría un leve repunte en 2011. Sin signo de delectación ni recreo en el dato.

Parece claro que los datos de la demanda de energía no son inocuos y habría que tener en cuenta las expectativas e inconsciente colectivo que se genera alrededor de estas predicciones. Lo que es cierto a la vista de estas dos formas de contarlo comprendemos que hay dos modelos diferentes de ver la realidad y de interpretarla.

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