Álvaro Nadal y la energía: no digan que no se lo habíamos avisado
Así, la semana pasada se publicaron varios artículos en la prensa española (Voz Populi, El Confidencial) dando cuenta de este hecho y de que dichos resquemores ya habían saltado nuestras fronteras con la inclusión de reseñas al respecto en despachos e informaciones de agencias como Reuters o Bloomberg, que incluían, además, pronunciamientos de responsables económicos y diplomáticos europeos y del gobierno alemán.
Por tanto, parece que el perfil y comportamiento de Álvaro Nadal y sus formas empiezan a ser objeto de comentario generalizado, desde el colectivo empresarial español hasta la Administración alemana, pasando por las agencias internacionales de información económica. Sea como sea que haya llegado a producirse, es preciso reconocer que tampoco es algo edificante en los momentos que corren para la imagen exterior de nuestra economía. Una cuestión que adquiere mayor relevancia en la medida en que el presidente del Gobierno, nada más iniciada la legislatura, se irrogó la potestad de dirigir la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos. Y, evidentemente, como tenía que pasar, en la medida en que el presidente no acude a la misma, su ejecutoria es dirigida por su sustituto «natural», el responsable de su Oficina Económica, en calidad de Rasputín, a responsable económico más sólido.
Dicha cuestión no sería objeto de interés para Energía Diario si no fuera por el importante papel que el asesor de Moncloa ha tenido y tiene en lo que se refiere al sector energético y, en concreto, al sector eléctrico con la resolución del problema del déficit tarifario abierta en canal. Eso y el empeño de Nadal en el proyecto de integración de organismos reguladores «contra natura», articulado contra la independencia de los mismos (incluso frente a posiciones de la Comisión Europea que el Gobierno Español conoce), son dos de los elementos más disfuncionales relativos al sector energético procedentes de la factoría Nadal.
En todo caso, el cuestionamiento a la figura de Nadal, sus posiciones y sus formas es un hecho. Y en su ciclo de vida ha pasado a ser una información más o menos reservada en los cenáculos del poder, transformándose en un secreto a voces, hasta acabar siendo de dominio público e internacional en el universo mundo. Cualquiera que siga nuestras páginas puede recordar que ya había sido objeto de atención en Energía Diario en numerosas ocasiones, en concreto, cuando hemos tratado el problema del déficit tarifario y sus posiciones, o cuando hablamos de la reforma de los órganos reguladores y sus ideas que nos alejan de Europa. Por tanto, no digan que no se lo habíamos avisado.
La primera conclusión es que parece que el puesto imprime carácter y ¡qué carácter!, por lo visto. Cada vez más, las analogías entre Miguel Sebastián, el primer gran personalista al frente de la Oficina Económica del Presidente, y Álvaro «Kicillof» Nadal son mayores: académicos con brillantez expositiva, ego y convicción integrista, vehementes e iluminados en la defensa de sus posiciones, con nula experiencia en gestión de los asuntos públicos cuando acceden a responsabilidades en las inmediaciones de gobierno, ocupación de un puesto clave desde el cual condicionar la política económica y la acción de los Ministerios responsables desde la posición ventajosa del proscenio, con indudable e irresistible ascendencia, como compañeros de vivienda del Presidente de Gobierno («Moncloamates»).
Así, cuentan, en el caso de Miguel Sebastián durante su andadura como jefe de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, que desde su primera época era uno de esos pocos con los que Zapatero consultaba todo a través de las llamadas continuadas a su teléfono móvil, junto con Javier de Paz, entre otros.
Si existe alguna diferencia con respecto a Sebastián, es quizá que el socialista tuvo una época en que era especialmente aficionado a «trajinar» acercamientos entre empresas, especialmente a cultivar las relaciones entre las constructoras españolas y el sector energético para conseguir compensar los efectos del desacople de la burbuja inmobiliaria, facilitando su acceso por distintas vías (no todas ortodoxas) en el accionariado de las mismas o en la actividad. Sólo hay que consultar las hemerotecas para ver los logros de Florentino Pérez o de Luis del Rivero en ese contexto. Y, por ello, no es casual que Miguel Sebastián fuese sustituido en la Oficina Económica por David Taguas y que, a su vez éste pasase, una vez sustituido por Javier Vallés, a la cúpula de Seopan.
Ahora el talante iluminado de Álvaro Nadal empieza a ser un problema para el Ejecutivo y para el entendimiento y coordinación de las áreas económicas del mismo. Incluso su relación con el actual ministro de Hacienda, compañero en lides parlamentarias al frente del área económica del Congreso durante la última etapa opositora del Partido Popular, se ha empezado a resentir fruto de las inevitables consecuencias del psicoanálisis y de la sublimación de las teorías freudianas consistentes en matar al padre, aunque sea el padre político.
En el caso de la energía y del sector eléctrico, la intervención de Nadal ha respondido a una partida de ajedrez político cuyos principales puntos son: prejuicios y rencores antiempresariales derivados de la época de oposición por sensación de ninguneo, asunción de posiciones retroprogresivas, consideración y convencimiento de que las tecnologías nuclear e hidráulica están amortizadas, descreído de la contabilidad financiera y auditada de las empresas como teórico academicista, que desprecia todo aquello que cuestiona la simplificación del modelo.
Es partidario de una quita del déficit tarifario por parte de las empresas y del sector eléctrico, mediante métodos de presión coactiva más o menos intensos. Niega el carácter político del déficit tarifario y de su origen (aumento de primas y costes regulados por decisiones discrecionales y control público de las tarifas por debajo del coste del suministro), es contrario a la liberalización y tiene una mirada torva sobre las directivas europeas. Consecuencias: no reconocimiento del mercado eléctrico como mecanismo de eficiencia, mantenimiento del carácter intervenido de los precios de la electricidad y partidario de hacer política con la energía.
En lo que se refiere a los órganos reguladores independientes, la posición de Nadal es poco dada a las contemplaciones y a la homologación internacional: negación de los mismos y «renegación» de la independencia necesaria en las sociedades económicas europeas occidentales avanzadas. Muerto el perro, se acabó la rabia. Responsable (junto con Telefónica) del proyecto de una reforma más intervencionista de estos órganos, diferente y opuesta al modelo sajón de reguladores independientes. Hoy el proyecto en ciernes integra competencia y órganos sectoriales para hacerlos completamente inútiles en los dos sentidos. Posición «panzer» hasta llegar a convertirlos en una sucursal de los Ministerios para irrogar al Gobierno incluso la capacidad de las decisiones corporativas empresariales en manos del Gobierno, aunque sea una desviación extrema de la normativa europea. Al guano la función 14.
Coqueteo con posiciones de nacionalismo económico cercanas a las de Kicillof en Argentina, para poder seguir efectuando desmanes económicos a nivel empresarial (en la medida en que las empresas están para servir a los intereses políticos) y sectorial en el plano interno y, a la vez, kirchnerismo económico para evitar las consecuencias internacionales de las mismas por reinstaurar el bloqueo desde el Gobierno de las operaciones empresariales que se pudieran dar como fruto de su acción desvalorizadora. Desconocimiento increíble e incomprensible de los mecanismos institucionales a nivel internacional respecto al funcionamiento de los mercados financieros y de inversión.
Poca convicción en los mercados, de ahí ese modelo de desinstitucionalización de organismos reguladores que propone. Facilidad para la irritación si alguien se opone a sus posiciones, o bien, utiliza términos como seguridad jurídica o estabilidad regulatoria como argumento contra sus invectivas. Con las anteriores premisas, es aficionado a los pulsos asimétricos con las empresas, con el fin de que la realidad económica se adapte a sus visiones, vía la acción del Gobierno.
De todo esto, que todo el mundo conocía «inter nos», acaban de darse cuenta fuera. ¡Ya lo dijimos!




Desde luego en este artículo lo han bordado describiendo al personaje, pero fallan al identificar al responsable que en última instancia es el Presidente del Gobierno que le mantiene en el puesto.
El susodicho con el desmantelamiento de los reguladores, responde en mi opinión, al menos a dos razones principales:
La primera, es bien sabido e intuido por todos, que la reforma de los reguladores sectoriales, se realiza para quitar a los amigos de mis enemigos, de los puestos en los que sus amigos les pusieron, mas que para mejorar el funcionamiento de los mismos.
La segunda, evidentemente consiste en agradecer a mis amigos, las contribuciones economicas que hicieron a mi campaña a través de desregular los sectores en los que operan.
Si existieran pruebas de la segunda causa, podria ser delito, si existiesen de la primera, sería una falta de ética terrible.
No obstante lo anterior, el daño que realizarán de llevarse adelante estas reformas a la economia española sera aterrador, puesto que supone demostrar que los intereses de partido estan por encima para el partido del gobierno a los intereses de la nacion y como consecuencia de ello, la credibilidad del pais sera sustancialmente menor.
Menos mal que de ello, se verán beneficiadas las empresas españolas dirigidas por afines y en aplicacion de la teoria economica Kirchneriana, si las empresas y amigos nos comemos un pollo, que los ciudadanos corrientes no coman nada no es un problema en si mismo, puesto que en media nos comemos entre todos medio pollo.